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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 15 de junio 2020.- Las limitaciones de crecimiento económico a las que se enfrenta La Aguaje –una pequeña localidad en la falda de la Sierra de Tanchipa, en Ciudad Valles- motivaron al presidente municipal Adrián Esper Cárdenas a proponer la siembra de la mariguana con fines medicinales; la iniciativa fue tomada con optimismo por el representante de Bienes Comunales, Enedino Hernández Guerrero; y por la activista vallense pro cannabis, Damara Betzahi Pérez Castro.
Luego de arribar a la comunidad en bicicleta –como acostumbra hacerlo en sus recorridos- el alcalde independiente conoció las penurias de los pobladores, quienes al quedar dentro del perímetro de afectación de la reserva de la biosfera, decretada el 6 de junio de 1994, fueron orillados a abandonar sus prácticas agrícolas y ganaderas, dedicándose únicamente a la apicultura, porque tampoco les han autorizado comercializar el soyate, una planta endémica abundante conocida como “pata de elefante”.
“Yo no puedo ver a la gente batallando cuando ahí está el oro verde”, dijo Esper Cárdenas al referirse a la marihuana, y puso como ejemplo el negocio que prospera en ciudades de Estados Unidos con su venta y comercialización de manera legal; luego hizo un llamado al Gobierno Estatal y Federal para que “dejen que la gente progrese, que les abran los permisos, para que puedan plantar lo que ellos quieran, no puede ser que los tengan limitados a la miel, es la mejor miel, está bien, pero es muy limitado su mercado”.
Acompañado de algunos regidores y funcionarios, el gobernante insistió que “nosotros queremos que generen más recurso, que el recurso fluya en esta comunidad tan bonita”, enfatizó luego de confesarse un adicto “pero a la miel, no a ninguna droga”.
“No puede ser que gente tan buena, la tengan limitada con permisos burocráticos; es un gran paso que tenemos que dar, y empezar a gestionar, (pues) si pueden producir esta calidad de miel, ya me imagino la cantidad de cosas que pueden producir”, añadió.
OPTIMISMO POR LA IDEA
Al respecto, el líder comunal Enedino Hernández Guerrero, manifestó su confianza de que el gobierno les facilite la autorización de los permisos respectivos para la siembra del controvertido cultivo, más ahora que una autoridad municipal declara abiertamente su coincidencia con la idea, y considerando que la zona en la que se ubica La Aguaje cuenta con tierras propicias por su desarrollo, y libres de la acción dañina de plaguicidas u otros químicos, como sucede en la mayoría de los ejidos.
Esa calidad en su fertilidad, es la que más atracción da a la iniciativa de convertir a la pequeña comunidad en un centro productor de mariguana, consideró la activista Damara Betzahi Pérez Castro, quien se ha dedicado en los últimos años a dar entrevistas y conferencias, donde señala que su falta de la legalización quita la oportunidad de vivir a aquellos niños que enfrentan padecimientos que la mencionada planta podría curar.
“Lamentablemente todavía a estas alturas, la sociedad está llena de mitos, creo que eso nos está bloqueando, pues el cannabis no es perjudicial, al contrario, trata muchas enfermedades, según lo hemos descubierto tras casi cinco años de investigación; el daño es por los químicos que el narco le pone, y precisamente por eso debería legalizarse, para no estar expuestos al mercado negro”, expuso la mujer que nunca esperó volverse activista, hasta que la marihuana empezó a curar una enfermedad de su hijo.
SALIENDO DEL INCÓGNITO
Por lo que hace a La Aguaje, el sitio donde se reactivó espontáneamente la intención a favor de la siembra y cultivo de la mariguana, es una localidad poco conocida que no llega al centenar de habitantes, y se arriba pasando por los ejidos Montecillos, Citlalmina y León García, utilizando varios caminos de terracería y totalizando 15 kilómetros desde la carretera federal 85 o México-Laredo (en el tramo Valles-Mante).
Respecto de su creación, un estudio realizado en 2018 por el arqueólogo José Guillermo Ahuja Ormaechea, cita que por los restos culturales manifiestos, La Aguaje registra tres épocas importantes de concentración: La primera, que la demuestran las manifestaciones icónicas en el interior de las cuevas (de grupos nómadas que se asentaron por largo tiempo); una segunda debió pertenecer al periodo prehispánico; y finalmente la tercera ocupación representada en la confluencia actual de sus pobladores.
Aunque no se establece con precisión la antigüedad de la comunidad, los recuerdos que sí están frescos entre los viejos pobladores, es el desalojo del que fueron víctimas –el siglo pasado- a mitad de los setentas, por militares al mando del tristemente célebre General Molina, quien mandó sacar a todos los habitantes para quedarse con el terreno. Algunos se refugiaron en ejidos y colonias vecinos como León García y La Pimienta, y la mayoría no regresó cuando se dio el restablecimiento.
Por eso, a la fecha la comunidad la forman apenas unas 24 familias que suman poco más de 70 personas, pero con la peculiaridad única de concentrar a hablantes y originarios de las tres principales lenguas y culturas del estado potosino: Los náhuatl (que arribaron de los municipios de Axtla, Coxcatlán, San Martín, y Xilitla), los tenek (que llegaron de Aquismón), y los pame o xi’oi (procedentes de Santa Catarina).
Fue esa gente la que –paradójicamente- se vio afectada hace 26 años, cuando se publicó en el Diario Oficial de la Federación, el decreto que protegía a Tanchipa, que según datos del Sistema de Información, Monitoreo, y Evaluación para la Conservación (SIMEC), dependiente de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), abarcaba poco más de 21 mil 464 hectáreas, dentro de los municipios de Ciudad Valles y Tamuín, en San Luis Potosí; y Antiguo Morelos y El Mante, en Tamaulipas.
CONVERTIDO EN CENTRO APÍCOLA
Junto con la inédita confluencia de culturas, lo que llama la atención en esta comunidad es la inclinación al trabajo organizado, que en poco tiempo los ha llevado a convertirse en productores de miel a gran calidad y escala; bajo el nombre de “Cualinectli” (que en náhuatl significa “Buena miel”) se han introducido en todo tipo de mercados, desde el local hasta el internacional. El sabor totalmente orgánico, libre de cualquier contaminante, y certificado por la Sagarpa, ha sido probado hasta en Alemania.
En sus etiquetas, destacan que las abejas de la circundante reserva de la biosfera de la Sierra de Tanchipa pecorean libremente en una vegetación casi prístina como selva baja caducifolia con vasta cantidad de especies de flora y fauna silvestres (como soyates y palmillas; a la par con jaguares, coatíes, pumas, venados cola blanca, pecaríes de collar, y guacamayas), muchas de ellas amenazadas y en peligro de extinción.
Además expenden jalea real, polen y propóleos, y elaboran velas de cera (puras, desprovistas de parafina como en otros lugares) para abastecer a la zona tenek de Valles, donde las emplean en rituales especiales. El propósito inmediato es convertirse en Centro Apícola autorizado, para ofrecer capacitaciones a jóvenes y estudiantes; y con el recurso obtenido seguir tecnificándose para adicionalmente producir jabones, champús, velas, y veladoras aromáticas.
ENTRE SOYATES Y LEYENDAS
En La Aguaje destacan dentro de su vegetación los monumentales soyates, aunque también permean leyendas de sitios encantados y puertas dimensionales, que se entrelazan con los de avistamientos de ovnis; la supuesta presencia de extraterrestres se refuerza en la interpretación de los grabados en el interior de la Cueva de los Monos, una oquedad a dos horas de caminata, que muestra seres que no solamente asombran por sus incomprensibles formas, sino también por su ubicación en las elevadas paredes.