Regidora del PAN pide presupuesto para Bienestar Animal en SLP
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 2 de septiembre de 2018.- Mole, arroz, frijoles refritos, tortillas hechas a mano, unos chocolates, rompope y hasta un molcajete para una salsa martajada, es el contenido de las bolsas que a Doña Mary le revisan cada semana a la entrada del Centro de Prevención Social de La Pila, a donde acude a visitar a su hijo recluido hace cuatro años.
La angustia por su vástago, se le refleja en el rostro, las arrugas en su cara hablan de una vida de trabajo, esfuerzo, cansancio y dolor, aprieta los labios cuando hace fuerza para cargar sus bolsas con platos, cucharas, y demás enseres de cocina.
Cada domingo se le puede ver esperando el camión urbano en la esquina de avenida México y la calle Guadalcázar en la colonia San Felipe en la capital de San Luis Potosí, María Eugenia o Doña Mary como le gusta que le llamen, es una mujer de 68 años que nunca falta a su cita dominical en el penal.
Aborda el primer camión que la lleva hacia la alameda Juan Sarabia, ahí sube a otra unidad que la acerque al centro penitenciario. “Es difícil ir a ver a mi hijo, tengo que tomar dos camiones, no entiendo porque nos quitaron la ruta que nos llevaba hasta las puertas del penal, tengo que caminar mucho, a mi edad me canso, y luego siempre llevo muchas cosas”, platica Doña Mary.
Luego de quejarse por sus problemas de movilidad, las facciones de su cara se relajan para quedarse en un halo de tristeza, en diciembre de 2014 su hijo Miguel Ángel de 35 años en aquel entonces, compró a un conocido un coche “un tsurito, ya medio traqueteado”, se lo vendían en 17 mil pesos.
Entregó al vendedor cinco mil para amarrar el trato con la promesa de entregarle ese mismo día, los documentos que avalaran la compra-venta del coche. Miguel Ángel confió en que se concretaría el trato, y salió a pasear con su familia. El gusto le duró tres horas, en la avenida Eje Vial, fue detenido por policías que le informaron que el vehículo contaba con reporte de robo.
Lo condenaron a 7 años en prisión, lleva cuatro y Doña Mary no ve en qué momento terminen los gastos por los trámites legales “ya he gastado más de 30 mil pesos en abogados”, calcula con preocupación. Insistió en la inocencia de su hijo, pero ante la ineficiencia de sus representantes legales “sigo pidiendo a Dios que salga pronto”.