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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 7 de marzo 2020.- De inicio se rompió el estigma de que en la capital potosina no es costumbre madrugar, faltaban 20 minutos para las 5:00 de la mañana cuando comenzaron a llegar los primeros periodistas, algunos apenas asomando los ojos entre bufandas y gorros, buscaban confirmarse rápidamente en la lista de acreditados para lograr refugio en los camiones que los trasladarían al cónclave de la conferencia mañanera del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
No se sabía qué era peor, si el sueño o los tímpanos acalambrados por la brisa helada que surcaba la explanada de Plaza Fundadores, los 2 grados de temperatura no eran para menos; sobre la calle Obregón, un vetusto camión de Transportes Mendoza ya esperaba a la primera comitiva, el rótulo Elegance escrito en cursivas resultaba absurdo.
Más de un centenar de comunicadores de las cuatro zonas de San Luis Potosí, avanzaron en caravana poco después de las 5:30 horas, sobre el adoquín del Centro Histórico -aunque a paso lento- era escandaloso el sonajeo de la carrocería.
Aunque pocos, los minutos del trayecto fueron aprovechados para recuperar descanso. Al llegar a las instalaciones de la XII Zona Militar no hubo mayor protocolo de entrada, apenas una fila rápida para entregar las calcomanías de acreditación, dentro hervían ollas de café encanelado, que cumplieron su cometido por la siguiente hora.
A las 6:30 a.m. se enfilaron los reporteros hacia uno de los patios principales, donde un templete de lona blanca no prometía mucho resguardo y de poco servían el par de calentadores que se colocaron al frente; la prensa nacional ya había tomado algunos lugares en primera fila, y una comunicadora convocaba a bailar para mitigar el frío.
Enseguida las indicaciones de Danáhe Lezama González -de protocolo- fueron precisas; “Les pido su atención: serán dos preguntas, solo hay que levantar la mano y el Presidente elige a quién, hablen hasta que tengan el micrófono para que todos escuchen, se presentan con su nombre y el medio que representan; por favor pongan los teléfonos en modo silencio y no hagan enlaces en vivo muy cerca, para evitar estorbar a los demás”.
Pasaron 15 minutos cuando repicó en las bocinas una voz varonil -muy pulcra- dando indicaciones de seguridad, con la advertencia de que sacarían del lugar a cualquier persona que no las acatara o pusiera en riesgo a los asistentes.
LA LLEGADA
Los asuntos de seguridad en San Luis Potosí fueron puestos sobre la mesa una hora antes, ahí estaba todo el peso de la Guardia Nacional, Sedena, Secretaría de Marina, Seguridad Nacional, el Gobernador de la entidad y el alcalde capitalino; concluido el madrugador encuentro, los funcionarios salieron por uno de los pasillos laterales para encabezar la mañanera.
El Presidente avanzó primero y a paso rápido entre las ráfagas heladas que lo separaban del templete; lo seguían Alfonso Durazo Montaño, Secretario de Seguridad; el titular de la Secretaría de Marina, José Rafael Ojeda; Luis Rodríguez Bucio, responsable de la Guardia Nacional; el Secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval González; Juan Manuel Carreras López, gobernador de San Luis y Xavier Nava Palacios, alcalde capitalino.
Después de los buenos días, López Obrador soltó los primeros encomios para San Luis Potosí, describiéndolo como un estado con gran tradición política y cultural, «una isla» que no ha sido salpicada por la sangre que corre a raudales en sus estados vecinos, y con un gobernador que destacaba por atender a diario las mesas de seguridad en su demarcación.
Enseguida anunció la participación del mandatario estatal y la del Secretario de Marina, José Rafael Ojeda, y lanzó la amenaza: “Voy a hablar de corrido porque hace frío”, los reporteros hicieron bulla, no habían madrugado ni estaban congelándose en vano.
Tocó el turno de Carreras para devolver con toda propiedad los halagos recibidos; el clic de las cámaras ya era parte del sonido ambiental, los periodistas estaban desinteresados en la intervención gobernador, solo querían iniciar las preguntas con AMLO; antes, debía hablar Rafael Ojeda, quien -con apoyo de una presentación en PDF- presentaba el panorama delictivo de San Luis Potosí con datos sus datos duros sobre homicidios, lìderes crimniales, agresiones a policías, cárteles de narcotráfico.
Pero no hubo nada, ni un ápice, que exhibiera los números fríos de los feminicidios perpetrados en un estado que ocupa el número 11 en la estadística de ese delito este año y que además, cerró 2019 con 44 muertes violentas de mujeres.
Rafael Ojeda fue rápido, soltaba los datos mientras su bigote entrecano se movía de prisa y centraba sus ojos -algo desalmados- al frente; detrás suyo, López Obrador reajustaba el extensible negro de su reloj y concluida la encomienda del almirante, dio el ansiado aviso: “Vamos a empezar con las preguntas, ¿qué les parece si es hombre y mujer?, uno local y luego nacional”.
Las manos en el aire se alzaban por decenas, algunos gritaban al mandatario para ser considerados, como si de recibir un premio se tratara; el primer turno fue para un periodista nacional, que intentó ponerlo a trastabillar al cuestionar sobre su necesidad de tener la mayoría de Morena en el Congreso para impulsar las reformas de la 4T, el mandatario metió las manos en los bolsillos del pantalón, dio un paso atrás del pedestal, y fue tajante: “De eso no voy a opinar”, aunque al final lo hizo.
Rememoró al “apóstol de la democracia” Francisco I. Madero, quien estuvo preso en esta ciudad y luego advirtió que, donde sí piensa meterse, es en los casos de fraude electoral, porque incluso en San Luis los han cometido para imponer a autoridades, no hacía falta esforzarse para notar las expresiones desentendidas de los ahí presentes.
Lo siguiente fue negarse a definir si se considera feminista, a pregunta expresa de una periodista de cobertura nacional; “soy humanista”, respondió contundente, para luego dar un mensaje pacificador a las mujeres que se manifestarán en los próximos días.
CLAMORES DE LA HUASTECA
La comunicadora Margarita López, de la zona Huasteca, comenzó los cuestionamientos de potosinos para el mandatario; primero sobre las deficiencias de corporaciones policiacas que apenas operan con cuatro patrullas en varias localidades, enseguida, sobre la crisis económica del sector cañero y las denuncias de productores que no han recibido apoyos federales.
Los datos que el presidente mostró enseguida, era otros. “La justicia tarda, pero llega” explicó sobre los retrasos en la entrega.
Después vendrían cuestionamientos sobre la escasez de agua en ríos de la huasteca, que previo a la temporada de Semana Santa amenazan la economía regional y ha dejado secas cascadas, así como parajes importantes a causa de los destrozos que cometen industrias.
Los turnos continuaban ya sin orden, preguntaba un hombre y luego otro, ya no había distingo entre nacionales o locales, tampoco mucha diferencia en las respuestas del jefe del Ejecutivo federal.
Momentos después aparecía el discurso de la paz y anunció su pañuelo blanco para que los fotógrafos no perdieran detalle, una vez fuera del bolsillo lo agitó sonriente, por varios segundos.
COMO EN TABASCO
Soldados, técnicos de sonido, electricistas, reporteros y funcionarios, todos, titiritaban de frío, ya había recrudecido lo bastante como para hacerle recordar al mandatario el amargo recibimiento en su tierra natal hace algunos días, y el sarcasmo que aplicó lo dejaba bastante claro: “Ya hace frío… como el de Tabasco”.
Después las infaltables: “Lo que diga mi dedito”, “Los conservadores”, “Amor y paz”, “Ya no es lo de antes”, resonaron por más de una hora.
A pocos metros de las cámaras y no con menos frío, esperaba el fiscal, Federico Garza, faltaba ya poco tiempo para partir a Mexquitic y concluir la gira presidencial en San Luis, otra más.
La batalla reporteril para lograr hacer sus preguntas ya era más que evidente, rechiflas y clamores al Presidente, lo convencieron de conceder la última y fue el comunicador huasteco, Samuel Roa, quien tomó el micrófono para denunciar a lo que llamó “una de esas tantas mafias del poder” que siempre ha combatido el ahora Presidente.
“Como usted dice, el pueblo se cansa de tanta pinche transa”, y se refería a un funcionario estatal cuya empresa constructora suele ejecutar las obras de infraestructura más importantes en el estado, para beneficiar a sus familiares y a un hermano que quiere ser candidato a alcalde, todo a base de presunto tráfico de influencias y corrupción.
“Con lo que me dijiste es suficiente”, cerró el tabasqueño, con la promesa de poner especial atención al planteamiento de Roa; detrás, el rictus desentendido de Juan Manuel Carreras no podía ser más bochornoso.
Llegaron las 8:35 de la mañana y ya era tarde para partir, la helada no dio tregua nunca y López Obrador apenas cedió tiempo para algunas selfies, para luego salir por el mismo pasillo; después lo alcanzaría Alfonso Durazo, quien no pudo librarse de la entrevista del día tras la detención -en Guanajuato- del padre de El Marro, líder de un grupo delictivo en ese estado; las sillas comenzaron a vaciarse y los comunicadores ya no respetaron la fila para huir del gélido espacio, entregaron los stickers de acreditación para encaminarse luego a la salida.
Afuera del recinto militar, las protestas de maestros hacían lo propio para poner a temblar al superdelegado, Gabino Morales; pese a la alharaca, el Presidente no apareció para atenderlos, la mañanera a 2 grados y su reciente visita en Macuspana ya le habían causado el frío suficiente.