Asesinan a balazos a hombre en Villa de Pozos
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 23 de noviembre 2020.- Hola yo soy Chofis, tengo 41 años de edad, me gusta el rock gótico, Épika, Era, la música de cantos gregorianos y me encanta beber Coca-Cola, el cigarro, la piedra y el cristal. Me gusta leer, dibujar, pintar cerámica, nadar y jugar básquetbol.
Soy esquizofrénica auditiva y visual, maniacodepresiva y por si fuera poco, convulsiono debido a que también soy epiléptica. Estas tres enfermedades me fueron diagnosticadas por tres peritos que pagó mi papá, después de un cuarto perito que envió un Juez. Era un perito federal del Estado, que también me hizo unos estudios y coincidió con este diagnóstico; bueno, esto es un poco de lo que puedo platicarles acerca de quién soy, creo que soy mejor en vivo y a todo color.
Tengo la familia más hermosa del mundo, soy la mayor de cuatro hermanos, desde que tengo uso de razón soy la hija, hermana, prima, tía y nieta consentida, somos una familia muy unida. Recuerdo cuando tenía cinco años. Cuando mi abuelita materna vino a vivir con nosotros. Me puse muy contenta porque me gustaba dormir con ella; lo único que no me gustaba es que me ponía a rezar. Yo, a mi corta edad, no lograba entender quién era dios, ¿Cómo podía quererlo si no lo conocía?
Cuando cumplí seis años mi abuelita, a la que yo llamaba de cariño “Mija”, como no escuchaba a nadie más quien le llamara abuelita y como ella me decía “Mija”, decidí llamarla también así. Me quería tanto, que en uno de mi cumpleaños me regaló una recámara individual, la que instaló junto a su cama. Luego me regaló unos pollitos y unos patitos, ella sabía que me gustaban mucho los animalitos; no así mi madre, que siempre trataba de regañarme porque me gustaba atrapar a los sapos, y ella les tiene pavor. Le molestaba verme con ellos, entonces discutía mucho con mi abuelita, porque ella siempre me defendía.
Mi madre y mi padre, aunque han trabajado toda la vida, nunca nos descuidaron. Siempre estaban al pendiente de nosotros, y jugábamos con ellos. Recuerdo cuando mi padre nos ponía a hacer lodo y hacíamos aviones y unas bolitas, después escondíamos los aviones sin que uno de nosotros se percatara y él, que tampoco veía, tiraba las bolitas de lodo que supuestamente eran bombas y tenían un alcance de un diámetro a la redonda supuestamente para estallar, y si algún avión estaba escondido cerca, perdía. Y así, sucesivamente, avanzaba el juego. Jugábamos todo el tiempo, jugábamos a brincar la cuerda junto con nuestros amiguitos, al futbol, al béisbol, al futbol -americano y a las escondiditas, uno de mis juegos favoritos, acampábamos en el jardín como en otros lugares cercanos a la casa, nos encantaba la aventura.
A mi abuela paterna la amé mucho más, me enseñaba a hacer bordados, repostería, a inyectar, me llevaba al cine a Tampico, Chetumal, Cancún, Mérida, México, con ella disfrute mucho y viajamos juntas casi por todo el país, era su nieta consentida.
La relación con mi madre ha sido siempre de choques, porque las dos tenemos un carácter muy fuerte, siempre estoy a la defensiva con ella, no obstante, la amo con toda mi alma. Me enoja que me quiera tratar como a una niña chiquita, pero es la mamá que me tocó, y no la cambiaría por ninguna.
En cambio, mi Papiringo, como le digo de cariño a mi papá, es lo máximo y me llevo de maravilla con él, le tengo mucha confianza. Él sabe todo de mí, cuando era niña viajamos juntos a muchos lugares porque es Masón, y tenía convenciones o juntas en distintos lados de la república. Cuando entré a la secundaria empezaron las dichosas tardeadas y mi Papiringo me llevaba, él bailaba con las maestras y yo con mis compañeros. Un día, me pidió de favor que le tomara un consejo, me dijo que nunca aceptara bebidas alcohólicas porque podrían ponerme alguna droga.
Mis padres nos enseñaron a ver la diversión en todo y a respetar a los demás seres vivos, como personas, animales y plantas, pero Chofis siempre fue la oveja negra de la familia ¿Qué iba andar respetando a los animales? En el patio trasero de la casa donde había un enorme jardín que mide 50 x 50 metros, había un tronco al que Chofis le puso clavos alrededor y luego amarraba sobre de él algún pollo, pato o gato, sometiéndoles con un mecate para luego decapitarlos con un cuchillo cebollero y luego extraerles la sangre que iba cayendo lentamente en un jarrito y luego bebérsela, es que a Chofis, le gusta mucho el sabor y el olor de la sangre. Al terminar de beberla borraba toda evidencia de lo que había sucedido, y sepultaba los cuerpos de los animales sacrificados, pero no era tan frecuente, lo hacía cada tercer día si se encontraba tranquila, pero si la hacían enojar, lo hacía más a menudo.
Fue en esta etapa cuando comenzó la guerra con mi mamá, porque me gustaba vestir de negro y de gris, y como a ella no porque decía que es muy supersticiosa, cree que la ropa de color negro u obscuro es de mala suerte, que atrae solo cosas malas a la vida de la persona que la viste. Yo no sé por qué, pero me encanta el color negro, así como me encanta la noche, la luna. Si tuviera la posibilidad de elegir una reencarnación, escogería ser una mujer vampiro, me fascina la sangre, la obscuridad y el frío, odio el día y no se diga el sol.
Por si fuera poco para colmo de mis males tengo sonambulismo, me gusta salir por las noches a buscar sapos para después abrirlos, sacarles todo lo de adentro. Hay veces en que los coso, como si hubiera hecho alguna autopsia, y en otras les quito toda la piel y la carne, hasta dejar solo el esqueleto, así también a las lagartijas, les sacó los huevos, después los entierro en arena pero no nacen, tengo la facilidad de conseguir bisturí, e hilo con aguja, ya que mis papás trabajan en el Hospital de Pemex, cuando voy a su trabajo aprovecho para robarme el bisturí, el hilo y la aguja, estos últimos vienen unidos, es una aguja curva, es con la que cosen las heridas de los humanos.
Tengo dos hermanos varones y una hermana, un hermano es adoptado pero es el mejor de mis hermanos, él llegó a la familia cuando yo apenas había entrado a la preparatoria, bueno, ya estaba en tercer semestre y yo lo comencé a cuidar como si fuera mi propio hijo, salía con mi pañalera en el hombro y mi hermanito en brazos y se comenzó a despertar en mí el instinto maternal, cuando mi vida entonces se centraba en el juego, el básquet y comenzaba andar con un chico de la prepa, cada fin de semana íbamos al antro con mi Papiringo, él no sé dónde se metía, yo me la pasaba súper. Bailaba con todos los que me invitaban; después de un rato llegaba Geral y seguía bailando el resto del tiempo junto a él. Geral me gustaba tanto, coincidíamos en el basquetbol, era nuestro deporte favorito, nos gustaba la misma música, era un hombre alto, delgado, cabello largo hasta los hombros, tenía la piel apiñonada, ojos de color café. Geral era un hombre respetuoso, amable, caballeroso y muy tierno, teníamos la comunicación perfecta. Puedo decir que, hasta entonces, mi vida era color de rosa. Llegó un día, en el que durante un torneo de basquetbol, en la prepa, fuimos sede del campeonato a nivel estatal, así que todo el día me la pasé en las canchas. Geral jugaba un partido y yo otro, y así estuvimos hasta que llegaron las finales y los dos equipos, tanto el varonil como el femenil quedamos campeones. Al término del evento, él se tuvo que ir rápido a su casa pues su mamá se sentía mal y yo regresé a la mía. Al final del día mi suerte había terminado, me sentía muy preocupada porque nadie de mi familia había ido a verme al torneo. Llegué a mi casa y al entrar me encontré con una nota que estaba sobre la mesa del comedor junto con las llaves de la camioneta, el recado indicaba que debía trasladarme a la casa de mi tía, mi primo había tenido un accidente automovilístico y estaban todos reunidos con mi tía. Me metí a bañar, me vestí y me dejé el pelo suelto para que se me secara pues lo traía muy largo, al nivel de las pompis. Como me gustaba correr, me fui a la casa de mi tía corriendo, estaba en una colonia vecina y quedaba a unas cuadras de la casa. Cuando llegué a la altura del campo de futbol, y me detuve a pensar si era conveniente acortar el camino atravesando el monte que rodeaba al campo, ahí solo había veredas, así que atravesé el campo y, como ya era de noche, solo me alumbraba la luz de la luna. Cuando iba a media vereda, vi la sombra de una persona que me seguía, entonces quise detenerme, y regresar para retomar el camino que llevaba, pero preferí acelerar el paso. Creí que la persona que me seguía no me iba a alcanzar, pero cuál fue mi sorpresa, cuando íbamos pasando por donde estaba escondido el hombre, éste me alcanzó y me jaló de los cabellos, jalándome hacia el monte, grité lo más fuerte que pude, pero nadie me escuchó. Solo las paredes de un kínder y de una escuela que estaban cercanas fueron testigos, mismas a las que yo asistí cuando era niña. El hombre me aventó al piso, y al caer sentí las piedras y espinas en la espalda y en la cabeza, luego me arrancó la ropa, me golpeó y se subió arriba de mí para violarme.
Era tarde y mi familia ya me buscaba, cuando vieron que dieron las nueve de la noche, y luego las diez, se comenzaron a preocupar. Me fueron a buscar a la casa de mis compañeras de equipo. Incluso fueron a la casa de Geral. La madrugada llegó, y nada que me encontraban, así que fueron al campo a buscarme. Despuntaba el amanecer, y a la luz de los primeros rayos del sol, mi hermano me encontró tirada en el campo, pensó que estaba muerta y comenzó a gritar ¡Ya encontré a mi hermana, está muerta! Mi cuerpo estaba bañado en sangre, estaba irreconocible, casi me había reventado el ojo, tenía dos costillas fracturadas de un lado y tres del otro, recuerdo el dolor en mi vientre, ardor en mi vagina, me había pateado con tal fuerza que me costaba trabajo respirar a causa de las costillas rotas, me sentía sofocada. Hasta que llegaron mis padres y llamaron una ambulancia que me trasladó al Hospital. A los tres días me dieron de alta, muda de dolor. Ese día había concluido mi mundo de color rosa, ya se había pintado de gris. Lo menos malo era que mis padres hablaban conmigo constantemente, me cuidaban, me apapachaban, me acariciaban y así paso el tiempo. Yo no quería ver a Geral, me sentía sucia, me veía en el espejo y me daba asco. Nunca le reproché a Dios porque mis padres me decían que “Solo Dios sabe porque hace las cosas”.
Al cabo de tres meses, mi madre comenzó a sospechar que no me había bajado mi menstruación; le dijo a mi papá que necesitaba llevarme al hospital y me llevaron con mi tío que es ginecólogo, y me mandó hacer unos estudios de sangre, después me hizo un ultrasonido y, cuando fuimos por los resultados, al llegar, me dijo mi tío que esperara un momento, se apartaron del escritorio del médico y se hicieron hacia la puerta, yo quedé sentada frente al escritorio que estaba a unos metros de ellos lo suficientemente cerca para escuchar que mi tío les decía que efectivamente estaba embarazada con cerca de tres meses, “todavía está a tiempo de abortar” dijo. No esperé respuesta de mis padres, me llevé las manos al vientre y les dije que no. Les dije que, si Dios me había mandado a un hijo, no me importaría el medio por el cual lo mandó. Mi mamá me pidió que lo pensara bien, porque era producto de una violación y no era producto del amor y, que un hijo era para toda la vida y era probable que me iba a estar recordando la violación, yo le refuté que ¿en dónde quedaban sus consejos, sus enseñanzas de respetar a los seres vivos, a los seres que respiran, que sienten? ¿Dónde quedaba la frase de “Solo Dios sabe por qué hace las cosas”?
Un día de octubre, no recuerdo la fecha, tuve una discusión con mi pareja. Eso es lo último que recuerdo, era un lunes, luego la oscuridad, el silencio, la ausencia, y en seguida me veo viajando a bordo de un automóvil de servicio público, un taxi. Vamos entrando a la privada en donde se ubica mi domicilio de la colonia María Cecilia, pero no iba sola, además del chofer, llevo entre mis brazos a una hermosa criatura, pero no me sorprendió, bajé de la unidad y llamé a la puerta de la casa en donde vivía con mi suegra y mi pareja. Mi pareja abrió el portón y le pedí que por favor pagara el taxi, como era domingo, la familia se encontraba reunida y me preguntaron ¿dónde me había metido? Pues les dijeron, toda la semana que me había desaparecido y que habían estado muy preocupados por mí. En seguida me preguntaron de quien era la bebé que llevaba entre mis brazos, me quedé absorta en mis pensamientos, no tenía explicaciones ni razones que darles. Por fin, les dije que había estado en la casa de una amiga y que ella me había pedido de favor que le cuidara a la pequeña por unos días. La distensión en sus rostros por saber que me encontraba en buen estado me llenó de tranquilidad y me sentí en paz. Como cada domingo, se fueron a la huerta y solo nos quedamos mi cuñado, mi pareja, la bebé y yo, así iniciaba la nueva semana. Al día siguiente mi pareja y mi cuñado se fueron a trabajar, el día transcurrió normal, a excepción de la presencia de la bebé, a la que se le atendió normal, como un miembro más de la familia. Cerca de las cinco de la tarde cuando terminamos de comer, escuchamos ruidos de automóviles que llegaban al frente de la casa, por lo que mi cuñada se asomó por la ventana y alcanzó a ver una patrulla frente a mi casa, la cual quedaba a unas dos casas de mis suegros. Mi cuñada salió a preguntarles que sucedía y los oficiales le respondieron que acudían por una llamada de auxilio, mientras que, mi suegra y yo no parábamos de temblar por lo nerviosas que estábamos, yo porque realmente no sabía que había hecho para obtener a la bebé. En seguida entró un grupo de hombres que traían una fotografía de una bebé a la que compararon con la que tenía yo y su perfil coincidía totalmente, era una niña de tres meses de edad.
En realidad mis nervios comenzaron desde antes de que llegará la policía, como a las dos de la tarde cuando mi suegra llegó con el periódico San Luis Hoy y, al ojearlo, vi la noticia de que habían matado por ahorcamiento a una jovencita de 19 años para robarle a su bebé. La noticia venía acompañada de un retrato hablado con mi descripción, je je, ni se parecía a mí, pero no contaba con la astucia de mi vecina de enfrente con la que empecé a tener problemas cuando supo que andaba con mi flaco. Según ella se jactaba de ser una persona con estudios supuestamente de licenciada, pero no tenía nada de educación, por eso estoy cien por ciento segura de que ella fue quien le llamó a la policía. Ella vivía en la Privada de María Cecilia, en la calle de María Eva 136 0 126 y sé que algún día tendrá que pagar todo el daño que me hizo, porque arrieros somos y en el camino andamos, ella tiene una hija igual de prepotente que su padre, pero que las bendiga Dios.
Cuando los ministeriales comprobaron que era la bebe que buscaban me pidieron que les acompañara para que entregara a la bebe con su mamá, mi suegra salió corriendo con la bebé en brazos y se subió a una camioneta de los ministeriales, como no opuse resistencia porque estaba tranquila y pensé que entregaríamos a la bebé con su mamá, me iban a dejar salir, pero no fue así, al mismo tiempo que subo a la unidad me dijeron que me llevarían a la colonia donde vivía la mamá para que me lincharan, me dijeron que debía de aceptar todos los cargos en el edificio de seguridad, me dijeron además que la mamá de la bebé estaba muerta. Parecía que estaban llenos de rabia y coraje, como si les hubiera hecho algo a ellos, luego me golpearon, me levantaron el sweater y me quemaron con cigarros que me dejaron marcada hasta hoy. Me pusieron unas pinzas con cables en los pezones y me dieron toques, casi me arrancaron los pezones, ya no sabía que era más fuerte, si el dolor de la presión con la que se sostenían las pinzas o cada una de las descargas eléctricas.
Después me metieron a una oficina donde las paredes estaban tapizadas con papelógrafos en donde estaba escrito lo que tenía que confesar frente a una laptop, obviamente me negué. Me amenazaron con “regresar a la bodega para seguir divirtiéndose”, entonces no me quedó de otra que leer lo que me estaban pidiendo, en esos momentos solo le pedía a Dios que todo saliera bien, que me ayudara a que saliera la grabación como la querían, para que no me siguieran golpeando, y lo conseguí…
…Ahí conocí a Norma. Luego, al salir del servicio médico, me encontré con la bebé y me gustó verla. En seguida llegó el autobús que tomamos y nos fuimos juntas platicando hasta que nos bajamos en un centro comercial, le dije que no tenía llaves de mi casa, que mi esposo andaba fuera y que yo no tenía modo ni dinero para un cerrajero. Ella me dijo que me quedara en su casa, pasó una semana, el domingo aproveché que no había nadie de su familia y la agarre por la espalda y la tiré al piso donde la golpeé a más no poder, luego tomé el cable de una plancha que estaba a un lado, se lo enredé en el cuello y, como no sabía si ya estaba muerta, le puse una bolsa negra en la cabeza. En la mesa del comedor había una cinta blanca ancha, como cinta canela, la tomé y solo se la enredé en el cuello asegurándome que quedara cubierta con la bolsa. Tomé a la bebé y abordé un taxi, que me llevó a la casa de mis suegros.
Aquí terminaba la redacción de los papelógrafos que los policías tenían preparados para que yo los leyera, con esta grabación los policías pudieron obtener su evidencia para poder consignarme ante un Juez.
En seguida, una vez que terminé la lectura me pusieron un chaleco antibalas blanco, y me esposaron. Me llevaron a una sala donde apenas puse un pie, y comenzaron los flashazos de las cámaras y las preguntas de los periodistas de todos los medios, televisa, tv azteca y de otros periódicos que me hicieron sentir como Thalía, yo estaba confundida, me preguntaba a mí misma ¿Qué me estaba pasando? ¿De qué manera había llegado hasta ahí? ¿En realidad hice todo lo que dijeron que hice, o lo están inventando para alzarse el cuello?, ya que es costumbre de las policías este tipo de prácticas. Después me llevaron a los separos, pero no me llevaron hasta adentro, me dejaron en la aduana donde reciben a los detenidos y abogados. Ahí me trataron bien, no sé cuánto tiempo pasó para que me llevaran al Ministerio Publico, pero ya estando ahí, la mujer que estaba frente a la computadora me dijo “Declare”, y le conteste que tenía derecho a declarar frente a un abogado, y me dijo la MP, “usted no tiene derecho a nada”, y me volvió a decir “declare”, y le respondí que no tenía derecho a nada.
-Ella dijo- Entonces declaro yo, y se agarró a escribir la declaración. Bueno, a escribir lo que quiso. Y cuando terminó me dijo, firme, y le contesté que no tenía derecho a nada. Entonces uno de los hombres que estaban presentes se levantó de su silla, y me advirtió “si no firmas vamos a traer a tu puto hijo como cómplice”, le respondí que mi hijo tenía muchos años viviendo en México porque allá estudia, y me contesta ¿Pues qué crees? Nosotros tenemos muchos contactos traileros, ellos podrían testificar que lo habían recogido en tal lado, o a tal hora, de modo que podían detenerlo como cómplice. Como madre no lo pensé dos veces, y puse mi firma en todas las hojas donde me indicaron.
Cuando me llevaban al penal de La Pila a bordo de una camioneta iban dos personas conmigo, un hombre y una mujer que continuamente me hostigaban diciendo que cuando llegara al penal me golpearían, pero yo no tenía miedo de llegar al penal, me dijeron que me iban a “aventar” 26 años de cárcel, recuerdo que solo pensaba en mis hijos, en que no iba a estar cuando se graduaran o el día de sus bodas , en cosas así pensé todo el tiempo que estuve en el edificio de seguridad y luego en el traslado hacia la penitenciaría.
Al llegar a la penitenciaria ya no me dejaron salir, no conocía a nadie, no sabía que estaba pasando ni lo que pasaría, me llegaban rumores sobre que mis compañeras querían golpearme. Al día siguiente como a las nueve de la mañana me trasladaron al Juzgado y la guardia que me custodiaba iba pisándome los talones todo el camino, ya en el juzgado ella se metió al compartimento de los acusados para seguir pisándome, y como yo traía huaraches y ella botas pues ya me había lastimado y me quejé con el Juez, pero él me dijo que la reportara en locutorios con su jefa. La guardia se salió del compartimento bien enojada y ya cuando terminó la audiencia me enviaron a otra guardia, y cuando paso frente a la guardia que venía pisándome los talones, esta me rayó la madre y desde entonces no se volvió a meter conmigo, incluso al siguiente turno comenzamos a platicar y me comentó de una interna a la que le decían La Pipen, a la que ya no soportaban las guardias y las propias internas, me pregunto que si le podía hacer un paro, darle unas cachetadas, y accedí con tal de echármela a la bolsa. Entonces me llevó a locutorio con su jefa y ésta le llamó al Capitán y le comentó sin reparo que yo podía hacerles el favor, al fin que yo no tenía nada que perder, ya que iba por homicidio y robo de infante. Luego me dijo que la esperara en la entrada de la clínica, mientras ellas le mandaban llamar a la interna objetivo para que se presentara en locutorios, pero solo era parte de un plan para que la interceptara en el camino, y pues, así fue que le puse el primer fregadazo en la cara con el puño cerrado, luego otro del lado izquierdo y cuando la iba a tirar al suelo para rematarla, me la quitaron, me tuvieron que inyectar para tranquilizarme porque me alteré mucho, no me castigaron, pero al día siguiente andaban bien alborotadas las otras, aquellas que me querían golpear desde que ingresé, pues le eché más leña al fuego, pero ya por la noche cuando platicaba con mis compañeras de la clínica les confesé que habían sido órdenes del Capitán y ellas hablaron con las demás compañeras y me dijeron que ¡No había fijón!, pues según ellas, la Pipen se lo había buscado.
Yo llegué en octubre y en diciembre ya me dejaron salir a la cancha donde se realizó el festejo del 31 de diciembre, vino el Mando del área varonil, acompañado de varios sujetos y nos trajeron carne para asar, salchichones, cebollitas, chorizo, también una botella de tequila, drogas y una bocina para ambientar. Todo se estuvo repartiendo el mando que más tarde me mandó llamar y acudí para saber para que me quería, resultó que me ofrecía la paga de 500 pesos para que le metiera unas cachetadas a la misma compañera, lo pensé solo un segundo, no podía negarme recibir ese dinero y así lo hice, por dos trancazos 500 pesos ¡Muy buenos!
Al día siguiente vino el Director del Penal a hablar conmigo para preguntarme si ya me iba a portar bien, le dije que sí y se fue convencido. Más tarde salí al jardín y no recuerdo quien me dijo que a la chava que golpeé se la habían llevado de traslado al CERESO de Ciudad Valles.
Estoy privada de mi libertad desde el 22 de octubre del año 2012, la mayor parte de la declaración escrita es autoría de aquella mujer del Ministerio Público, de todas formas, iba a ser cierto. Las pruebas de sangre, de ADN y las huellas salieron positivas. Las enfermedades que padezco por las que me declararon inimputable fueron la razón por la que mi padre firmó como tutor, cumplió con los requisitos que le pidieron. Desde el pasado mes de febrero firmó el proceso para obtener mi libertad, pues además he tenido buena conducta. No sé porque no me han dejado salir. Me dan una fecha, y luego la cambian. Que, porque me cambiaron al Juez, y me dan otra fecha. Y me vuelven a cambiar al juez, y así sucesivamente. Ahora la razón es que el señor Juez salió de vacaciones. En fin, aquí sigo hasta que Dios lo mande, estoy firme como un soldado, bien armada de paciencia con mi arma más importante, la fe.
Chofis
Sentirme libre desde la cárcel
Es noche ya, veo el cielo lleno de estrellas, la luna inmóvil, intacta plasmada como en un lienzo. Veo el cielo desde mi cama, mi vista atraviesa mi ventana, y es cuando me doy cuenta que no estoy presa, que soy privilegiada, porque puedo apreciar tan lindo el cielo. Entonces recapacito y me digo a mi misma que mis ojos son libres, que mi vista es libre como el viento, porque puedo acariciarte sin tocarte, igual como lo hace el viento. Soy libre porque puedo respirar, puedo sentir, cantar, reír, soñar.
Las rejas no son el límite
Sentir que la vida es para ser vivida donde quiera que una se encuentre. Somos privilegiadas al adaptarnos a cada lugar o situación, porque Dios no dio la misma capacidad para triunfar en la vida, nada más que unas la aprovechamos mejor que otras. Yo soy triunfadora, vencí con paciencia salir de este problema, depende como lo conciba cada quien. Ánimo, si yo pude tú también puedes, se fuerte, se libre de espíritu, que en tu corazón no existan obstáculos, tú y únicamente tú decides que pensar y que soñar. No pongas rejas a tu corazón, cada segundo en tu vida es un milagro y el mayor milagro es respirar, ver y vivir.
Dios les bendiga hoy y siempre.
Te beso al vacío
Yace tu cuerpo inerte en esa plancha fría.
Ya no queda ningún rastro de tu belleza
Menos queda de tu interior.
Se extinguió tu aliento como vela encendida toda la noche.
Toda la noche me acerco a tu boca
Para besar tus labios que han perdido su color
Eran carmín, ahora son morados y fríos
Pero nada me detiene.
Acerco mi rostro al tuyo y mis ojos derraman una lágrima
Que sale del alma que llora tu ausencia.
La vida sigue y yo con ella
Ya descansas en tu lecho de muerte.
(Historia del libro Cautivas, con el permiso de la coordinadora del mismo, Marcela García Vázquez)