Denuncia familia pérdida de su patrimonio por desalojo irregular, en SLP
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 20 de junio 2020.- Los paisajes serranos esconden una belleza diferente, alejados del bullicio, la movilidad de la sociedad actual, nos invitan al alejamiento, a la reflexión, desconectarse del estrés diario y del contacto casi constante de un smartphone o computadora.
El senderismo es una de las actividades que además de promover la salud, ofrece aventuras a bajo costo y proporciona una satisfacción para cualquier viajante que quiera conocer San Luis Potosí.
Un ejemplo de estas aventuras, es la presa de Las Golondrinas en el municipio de San Nicolás Tolentino, un cuerpo de agua inmenso que con tan solo verlo, se te hiela la sangre por su profundidad, su contraste de colores y su riqueza de fauna, ideal para el turismo campestre.
La fundación del pueblo de San Nicolás Tolentino fue hacia el año 1600 por indios chichimecas y su primer registro histórico es de 1673 cuando se da fe de la creación de su iglesia.
La presa de Las Golondrinas nació en la década de los 70 y fue inaugurada por el entonces presidente de la República, José López Portillo, en aquel tiempo dio respuesta a la necesidad de mejorar la agricultura y la captación de agua.
En primera instancia dio mucho trabajo a decenas de pobladores de comunidades cercanas como Laguna de Santo Domingo, Ocampo, El Sermón, quienes tardaron un lustro en la construcción de los 120 metros de profundidad –una de las más profundas del estado-, razón por la cual a pesar de las sequías, jamás está sin agua.
Originalmente la presa se construyó en el Ranchito El Muerto, pero los pobladores pronto fueron absorbidos por las comunidades cercanas más grandes como Laguna de Santo Domingo y Las Golondrinas, nombre que finalmente tomó el sitio.
UN SITIO TRADICIONAL
Llegar ahí toma dos horas desde la capital del estado y una hora y media desde la ciudad de Rioverde, pues se ubica sobre la carretera federal 70, en el entronque con las comunidades denominadas El Cañón, perteneciente a Ciudad Fernández, en un camino que une ese municipio con San Nicolás Tolentino, Villa Juárez, Cerritos y que incluso conecta con la carretera federal 57 en una ruta de aventura como dicta el slogan.
La presa fue construida luego de las súbitas crecidas del Río Verde, que tomaba el agua de toda la sierra del lugar y en época de lluvia los destrozos río abajo eran mayúsculos, por ello, decidieron cortar los flujos de agua en ese enorme dique, decisión que dio vida a todos esos pueblos con el florecimiento de la agricultura.
Hoy en día, la presa tiene una importancia fundamental para el desarrollo de los pueblos y es un atractivo turístico digno de visitar, primero porque llegar hasta ahí evoca pueblos y ranchitos con un gran costumbrismo, una arquitectura antigua que ha sido bien conservada y la amabilidad de la gente.
PASEOS Y PESCA
La actividad principal son los paseos en lancha y la comida, pues el pez es sacado y cocinado principalmente frito con una mezcla de comida regional. Una de las especias más importantes es la lobina negra (micropterus salmoides).
El sitio es sede de concursos de pesca de atrapa y libera, que mejoran la calidad de vida para sus habitantes, incentivan la infraestructura y promueven sus atractivos turísticos.
Según estudios, el segmento del turismo deportivo gasta en promedio de 80 a 90 dólares diarios entre hospedaje, alimentación y otros rubros, sin contar la transportación, con una estancia mínima de tres a cinco días, según el evento.
EL LLANTO DE LOS NIÑOS
La presa se desbordó en 1996 y los pobladores escucharon llanto de niños, pues existe la leyenda que al construir la cortina, se sacrificaron menores edad para enterrarlos ahí y que con sus lágrimas previnieran a la población de una catástrofe. Verdad o ficción, es un tema de conversación en ese sitio por los trabajadores de la entonces SARH, quienes encabezaron el proyecto.