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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 1 de mayo de 2025.- Nadie recuerda su rostro. Nadie vio cómo entró, ni con qué paso, ni si llevaba el gesto endurecido por el dolor o el miedo. En el IMSS de Cuauhtémoc, como en tantas otras salas de urgencias, las horas se confunden, los rostros se pierden entre la espera y el hartazgo.
A las 21 horas de este miércoles, sin embargo, una presencia ausente alteró la rutina del hospital.
En el baño de mujeres del área de urgencias, alguien encontró lo que parecía un cuerpo diminuto. Era un feto de 22 semanas, aún unido a su placenta, envuelto en el silencio de los sanitarios. No había sangre en exceso, pero sí señales de que algo —alguien— había ocurrido ahí.
Fue una usuaria quien dio la voz de alerta. El personal médico reaccionó con rapidez, y a su vez notificó a la dirección del hospital.
Minutos después, la Policía de Investigación llegó al sitio y acordonó el área. El pequeño cuerpo fue trasladado por peritos de la Vicefiscalía Científica. El procedimiento fue pulcro, técnico. Pero el misterio quedó en el aire.
¿Quién era la mujer? ¿Estaba sola? ¿Tuvo dolor? ¿Gritó? ¿Se sostuvo del lavabo mientras su cuerpo colapsaba por dentro? Las cámaras de seguridad, que deberían decir más, hasta ahora no han dado respuestas.
Algunos murmuran que pudo haber sido una paciente. Otros, con voz baja, sugieren que quizá se trató de alguna trabajadora. Pero nadie la vio salir. O si la vieron, no la notaron. Porque en urgencias, las mujeres con dolor son parte del paisaje.
Porque en un hospital tan saturado como el IMSS, el silencio también tiene eco.
La Fiscalía General del Estado ha iniciado una carpeta de investigación. No se descarta ninguna línea. Pero más allá de los peritajes y las evidencias, queda la pregunta sin respuesta: ¿por qué se fue así, sin pedir ayuda? ¿Por miedo, por vergüenza, por abandono?
No hay culpables visibles. Solo una escena, una mujer sin nombre y un hospital que, como tantos otros, sigue acumulando historias que nadie quiere contar.
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