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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 2 de septiembre de 2019.- Lo dijo convencido, enérgico y hasta con un dejo -ya común en él- de autoritarismo. Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, anunció con total certeza que las piezas arqueológicas Adolescente Huasteco y La Apoteosis, merecen volver a su hogar: las ruinas arqueológicas donde fueron descubiertas, en el municipio de Tamuín, San Luis Potosí.
Pese a la firmeza del discurso del tabasqueño, especialistas consideran que este propósito suena a quimera, además de verlo como un acto egoísta, por la importancia de proyectar esta milenaria cultura hacia el mundo en otros escenarios como el Museo Nacional de Antropología (MNA) y el Museo de Brooklyn, Nueva York, donde hoy brillan con luz propia.
Para el arqueólogo Ricardo Muñoz Arenas, no se trata más que de «pan y circo», debido a la forma en la que fueron obtenidas ambas piezas. En el caso del Adolescente, explica fue comprado de forma legal por el Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH), de tal forma habría que hacer un estudio a fondo para determinar cómo puede regresar a Tamtoc.
Otro punto que podría poner trabas a la propuesta del presidente López Obrador es que, durante los ocho años de excavación en la zona arqueológica, todas las piezas han sido llevadas a la Ciudad de México.
Guillermo Ahuja Ormaechea, arqueólogo descubridor del Monumento 32 y la Venus de Tamtoc, considera que no se cuenta con la estructura ni la infraestructura museológica necesaria para tener de regreso al Adolescente Huasteco.
De acuerdo con su visión, se trata de una de las mejores piezas con las que cuenta el país y que ha servido para difundir la importancia del patrimonio arqueológico mexicano, por todo el mundo, por eso sería mejor dejarlo en el MNA.
Por el momento, considera que hay una buena reproducción del Adolescente en el Museo de las Culturas de la Huasteca Potosina Tamuantzán -en Ciudad Valles- la cual fue realizada por el INAH, institución que resguarda el molde original de la pieza.
En el caso de La Apoteosis, Ricardo Muñoz ve casi imposible que sea devuelta a tierras mexicanas, pues fue extraída de manera ilegal del país cuando no existía una legislación para protegerla, haciendo poco probable que pueda demostrarse su condición de clandestina en la Unión Americana.
Calificó como utópico pensar que el Museo de Brooklyn devuelva la pieza a México, ya que antes de los años 40 todos los museos del mundo compraban obras de este tipo y La Apoteosis no fue la excepción.
En otro sentido, Ahuja Ormaechea indicó que la situación de La Apoteosis es bastante complicada; ésta no ha podido repatriarse debido a la Ley de Herencia de Estados Unidos, la cual protege el traslado de la pieza. Y a pesar de que México cuenta con un convenio de repatriación de patrimonio, este ejemplar no ha podido entrar al programa.
Sin embargo, “se debe considerar otra opción viable para sentir a La Apoteosis de vuelta a casa, algo como lo planteado por el secretario estatal de Cultura, Armando Herrera Silva, quien indicó que se solicitaría la elaboración de una réplica al Museo de Brooklyn”, dijo.
Esa es una elección realista para Ahuja Ormaechea, debido a que se trataría de un procedimiento relativamente sencillo y además el Museo de Brooklyn cuenta con técnicos muy buenos. En este caso, se tomaría una fotografía, la cual sería escaneada para realizar una impresión en tercera dimensión, y a partir de entonces, lograr su reproducción.
NO SON LAS PIEZAS, SINO LA CULTURA
Ambos arqueólogos coinciden en que la riqueza cultural de la Huasteca no radica en estas dos piezas, sino en el conocimiento que la sociedad tenga de toda la región. Por lo que primero se necesita trabajar en la conciencia de las personas sobre su importancia ancestral.
Ahuja Ormaechea recalca que no sólo se trata de decir que se devuelvan las piezas, sino en prepararse para recibir e impulsar el turismo cultural, así como fortalecer los sitios arqueológicos con los que se cuente.
La conciencia sobre el patrimonio mexicano en la sociedad es primordial para llevar las piezas arqueológicas a sus destinos de origen, de acuerdo con el arqueólogo; esto podría ser a través de museos, parques recreativos, reproducciones en las calles, entre otros espacios, para generar que la ciudadanía pueda valorarlas.
Para el especialista, el objeto no da una importancia a la Huasteca, sino el entendimiento de todo el conjunto, ya que se trata de un lugar de origen donde iniciaron algunos de los grupos mesoamericanos; una cultura que desarrolla su propia escritura e influye en otros a través de su mitología.
Se trataba de una región completamente distinta a Mesoamérica, con un gobierno diferente, que se mantuvo casi independiente desde la Colonia hasta el siglo XVII. Fue importante para la época prehispánica, el periodo revolucionario y en la actualidad, debido a que su identidad sigue intacta a pesar del tiempo.
“Si vamos entendiendo todo el proceso de su formación cultural, es ahí donde podemos ir determinando porqué de sentirnos orgullosos, no sólo de una pieza, sino de una cultura”, declaró el arqueólogo.
De igual forma, Muñoz Arenas señala que, más bien, se tendría que luchar por continuar con las investigaciones serias en toda la Huasteca, ante los sitios arqueológicos que aún quedan por explorar.
“Mejor habría que ver que se cumpla con el museo de sitio de Tamtoc, por ejemplo; que se le invierta en Tamohi, tiene más de 300 estructuras sin excavar, la última habrá sido en los años 90”, narró Muñoz.
Ambos doctos en el tema garantizan que en cada uno de los 20 municipios de la Huasteca hay un sitio arqueológico inhóspito para ser explorado; además queda su gastronomía, sus leyendas e historias, su cosmovisión y toda la riqueza ancestral (…), queda todo, por difundir la cultura Huasteca.