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ACAPULCO, Gro., 24 de marzo de 2025.- Leonel Morales Bello, originario de este puerto, es uno de los jornaleros que fue llevado a un rancho para una capacitación mediante un programa del Ayuntamiento y la empresa Big Force Academy, con la promesa de trabajar en Estados Unidos y obtener una visa.
Recientemente, un jornalero de Chilpancingo que fue beneficiario del mismo programa, bajo el seudónimo de Roberto aseguró a la periodista Azucena Uresti que fue llevado al rancho Izaguirre de Teuchitlán, Jalisco, de donde huyó cuando fueron asesinados dos hombres que como él eran capacitados con la misma oferta de una visa estadounidense H2A.
La madre de Leonel Morales Bello asegura que la experiencia de su hijo fue distinta: que fue llevado a su capacitación como jornalero a un rancho ubicado en Guanajuato, donde “les enseñan mucha disciplina“y ahora ya se encuentra en Orlando, Florida, donde la empresa lo emplea en el corte y recolección de fresas.
Antonia Bello Cervantes reconoce que su hijo partió con miedo de que se tratara de una falsa oferta laboral. De hecho, Leonel se fue con su hermano Mauro Alonso, quien ya no consiguió la visa porque una adicción a las drogas se lo impidió en los exámenes médicos.
En entrevista en el poblado La Testaruda, ubicado en una de las partes más lejanas de la zona rural de este puerto, la señora Bello Cervantes cuenta a Quadratín que su hijo se puso a investigar si existía esa empresa y que ella lo acompañó a la primera capacitación que les dieron en el Ayuntamiento.
Recuerda que cuando se llevaron a sus dos hijos a un rancho de Guanajuato para ser capacitados, fueron acompañados por su papá, “no se fueron solos, mi esposo los acompañó y como a los nueve días se regresó y me dijo que estaban bien a donde había dejado a sus hijos”.
Afirma que Leonel estuvo nueve meses en el rancho Medio Sitio en Silao, Guanajuato, y sólo salía un día bajo vigilancia y con ciertos horarios para hacer sus compras.
“Ahorita tiene cuatro meses (en Florida), sus contratos son de seis meses y regresa, le dijeron que podía renovar el contrato, pero dice que no, porque quiere ver a su hijo, ya aquí depende si lo necesitan”.
Afirma que todos los días tiene comunicación con Leonel por mensajes de texto, videollamadas y videos que les envía de su trabajo, de sus compañeros y sus logros.
Agrega que, a diferencia del rancho en Guanajuato, donde todos los jornaleros vivían juntos, en Orlando le dan un cuarto independiente a cada quien. “Tienen cocina, refrigerador y tienen todo”.
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