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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 25 de agosto de 2018.- “Si no son enchiladas”, frase utilizada en nuestro país para advertir que una situación o cosa no es fácil de realizar, aplica en el caso de Doña Dolores y Don Ernesto, quienes llevan ya 42 años de matrimonio.
Parece normal por tratarse de una pareja “de las de antes”, pero lo cierto es que viven unidos por el amor a la comida y al comercio; desde hace 19 años se dedican a la elaboración de las tradicionales enchiladas potosinas.
Al pasar por un negocio ubicado en la calle de 5 de mayo, entre la avenida Himno Nacional y Juan Zarco, se percibe el aroma producido al momento de que la tortilla roja con queso posa en el comal.
A muchos sorprende ver a Don Ernesto retirar con rapidez la tortilla doblada del comal y rellenarla con una mezcla de queso, tomate y chile, para enseguida doblarla, presionar las orillas para ponerlas a cocer.
El dicho “si no son enchiladas” está mal aplicado, pues su elaboración no es un proceso nada fácil y quienes las han hecho saben que la parte más difícil es tomar la tortilla en la mano para rellenarla, para lo cual don Ernesto “se pinta solo”.
Don Ernesto asegura que más allá del negocio, busca mantener contenta a su mujer y asegura que el secreto de su matrimonio ha sido trabajar al parejo en todos los sentidos.
“Si es la comunicación y comprendernos, pero más el apoyo mutuo, porque no por ser hombre la dejo a ella sola en el negocio. No me pasa nada si hago enchiladas, que ella me enseñó hacerlas, sólo es cuestión de querer”, comentó.
El negocio de Don Ernesto y Doña Dolores permanece abierto de martes a sábado a partir de las 12 del día, pues es la hora en que don Ernesto le empieza ayudar luego de trabajar todas las noches como taxista.
“Doña Lolis” como la conocen en la colonia, asegura que si volviera a nacer se casaría otra vez con Don Neto, a quien conoció a los doce años.
“Él iba mucho a la casa de mi mamá a jugar con mis hermanos, ahí nos conocimos y a los 12 años nos hicimos novios; a los 13 nos dejamos, nos distanciamos, pero luego a los 17 nos volvimos a encontrar y a los 18 nos casamos”, contó.
Ahora con cuatro hijos ya adultos, Don Ernesto y Doña Dolores han afianzado el negocio y envían su producto a diferentes partes del país y de Estados Unidos.
“No sabemos cuántas enchiladas hacemos diariamente, pero ya nos hacen pedidos de muchos lugares, vienen personas que llevan nuestras enchiladas hasta el otro lado y les gustan mucho”.
Lo extraordinario en esta historia no es un hombre que hace enchiladas, sino un matrimonio que ha entendido el verdadero significado de la palabra “pareja”.