
Con Plan de Salvaguarda fortalecerán la cultura de los pueblos originarios de SLP
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 24 de agosto de 2025.-En el pabellón artesanal de la Feria Nacional Potosina (Fenapo) 2025, entre el murmullo de visitantes y el aroma a tradición, una mujer huasteca acomoda con paciencia sus piezas bordadas. Sus manos, curtidas por los años, sostienen un lienzo de manta en el que se dibujan flores y figuras que parecen cobrar vida.
Ella es María Concepción Martínez, originaria de la Huasteca potosina, quien desde hace más de seis décadas dedica su vida a bordar las prendas que identifican a su cultura.
El corazón de su mesa está ocupado por el quexquémitl, prenda ancestral que ha sido utilizada por mujeres indígenas desde tiempos prehispánicos y que aún hoy se viste en comunidades de San Luis Potosí, Puebla, Hidalgo y el Estado de México.
Con forma de triángulo unido por sus costados, este textil es mucho más que una prenda: es un legado vivo sobre los hombros de las mujeres huastecas, una narración de hilos que resguarda fragmentos de su historia.
Cada quexquémitl, como lo nombra María en su lengua y costumbre, puede tardar hasta un mes en elaborarse. En sus bordados se plasman escenas cotidianas, animales, flores, figuras simbólicas y recuerdos que se detienen en el tiempo.
“Se bordan momentos de la vida —explica mientras alisa una tela recién terminada—, cosas que vemos, que vivimos. Es como contar historias con la aguja”.
A su alrededor también se exhiben talegas bordadas, que se cuelgan al hombro para cargar jícaras o peines; caminos de mesa, blusas, monederos, pulseras y tortilleros, todos elaborados con el mismo detalle minucioso. Cada pieza, asegura, es el resultado de años de tradición heredada.
“Yo empecé cuando tenía como 12 o 15 años, y hoy ya tengo 75. Aprendí de mi familia y ahora mis nietos también ya trabajan en esto. Es algo que no se debe perder”.
Su relato evoca los primeros años en que acudió a la feria.
“Cuando empecé a venir aquí, no había piso, era pura tierra. Yo ya estaba vendiendo. Gracias a Dios todavía estoy bien y sigo viniendo cada año”, recuerda con una sonrisa que mezcla nostalgia y orgullo.
El quexquémitl, junto con otras artesanías huastecas, no solo viste, sino que resguarda mitología, cosmovisión y memoria de los pueblos teenek. Sus colores vivos —rojos intensos, verdes profundos, amarillos brillantes— representan la vida, la naturaleza y la conexión espiritual con la tierra.
En cada puntada, en cada hilo bordado sobre manta, las artesanas huastecas como ella mantienen viva una tradición que ha resistido el paso de los siglos.
El quexquémitl sigue ahí, ondeando sobre los hombros de quienes lo portan y brillando en el pabellón artesanal como símbolo de identidad y orgullo potosino.
Reproducción autorizada citando la fuente: Quadratín SLP
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