Alcanza SLP Capital cifra de percepción de seguridad más alta registrada
“Para distinguir lo justo de lo injusto, basta el sentimiento de la conciencia, o que la justicia es el primer sentimiento del hombre”
Ponciano Arriaga
(1811-1865)
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 12 de julio de 2019.- Nacido el 19 de noviembre de 1811 en la capital de San Luis Potosí y muerto un día como hoy, pero de 1865 en la misma tierra, el potosino José Ponciano Arriaga Leija fue un abogado centralista y es una de las figuras más relevantes de México.
Hijo de don Bonifacio Arriaga y María Dolores Tranquilina de Leija; fue el cuarto hijo del segundo matrimonio de su padre. Al momento de su nacimiento, Ponciano Arriaga como es mejor conocido, se incorporó al seno de una familia acomodada para su época, a pesar que él consideraba que provenía de una familia de clase media.
Arriaga, perteneció a una generación de políticos e intelectuales conocida como La Reforma, la cual surgió con la independencia de México. Su conducta fue regida por los principios del liberalismo imperante en la primera mitad del siglo XIX, con una formación dentro del liberalismo francés y norteamericano, así como una clara inclinación por el federalismo radical.
En 1824, durante sus estudios preparatorios en el convento de San Francisco, aprendió latín de la mano del padre filipense Antonio Vázquez y se adentró al mundo de la filosofía a través del canónico José María Guillén. De ambos personajes, Arriaga aprendió sobre disciplina y comenzó a asimilar los principios de igualdad y democracia.
Junto con su hermano Agustín y otros 22 alumnos, formó parte de la primera generación del Colegio Guadalupano Josefino en 1826. Con tan solo 19 años de edad se tituló como abogado el 14 de enero de 1831, al haber sustentado sus exámenes ante el Tribunal Pleno.
A pesar de su carrera como abogado, Arriaga se alistó a la Caballería de Voluntarios el 3 de agosto de 1833 con la intención de servir a su país; para el 11 de septiembre de ese mismo año se convirtió en capitán de la cuarta compañía de fusileros de la Unión de Milicias Cívicas del estado y tres meses después, fue nombrado teniente coronel.
Durante el mismo año de 1833, junto con Mariano Villalobos, llegó a ser redactor de El Yunque de la Libertad. Ambos firmaban los editoriales del periódico con las siglas EE (El Editor); en ellos Arriaga analizaba diversos temas como el federalismo, las relaciones Iglesia-Estado, las renovaciones del Congreso estatal y federal, la expulsión estatal de los españoles en 1833, entre otros.
En abril de 1835 fue nombrado secretario de la Prefectura del Departamento de la capital; tres años después tomo posesión como regidor en donde se desempeñó en diversas comisiones, como la de Diversiones Públicas, además de ser miembro de la Junta Protectora y Fomento. En esta comisión impulsó el teatro y se encargó de promover obras dramáticas y cómicas en el Teatro Alarcón.
Ponciano Arriaga regresó a la vida pública con una segunda presencia dentro del cabildo capitalino en 1840, como síndico procurador, cargo que ostentó hasta diciembre de ese año.
Un año después volvió a la casa de estudios que lo vio nacer como abogado, el Colegio Guadalupano Josefino en donde se desempeñó como vocal de la Junta Protectora. Sin embargo, para diciembre de 1841 tuvo que fungir como auditor de la Comandancia General de Coahuila y Texas.
En 1847 fue nombrado diputado de la Legislatura, donde impulsó el Proyecto de Procuradurías de Pobres con la intención de “defenderlos de las injusticias, atropellamientos y excesos que contra ellos cometen (…), mejorar la desgraciada y miserable condición de nuestro pueblo, atender a la modificación y reforma de sus costumbres y promover cuanto favorezca a su ilustración y mejor estar”.
Sin embargo, su trabajo dentro del Legislativo sobresalió debido a que afrontó la situación que representaba la invasión de Estados Unidos, y donde le fue encomendada la tarea de conformar una Guardia Nacional con todo tipo de ciudadanos. Durante esta época y debido a su patriotismo, cuestionó la firma del tratado de paz entre ambos países, ya que no había sido presentado al poder Legislativo, quien por ley tenía que aprobarlo.
Posteriormente, en 1849 fue nombrado diputado del Congreso General y miembro de la junta que tenía a su cargo el plan de defensa de los estados fronterizos, así como vocal sustituto de la Junta Consultora.
No obstante, durante el último gobierno de Antonio López de Santa Anna, Arriaga fue víctima de la persecución ante su actitud oposicionista en la prensa, lo que provocó su confinamiento y posterior destierro a Estados Unidos en 1853 junto con otros liberales, como Melchor Ocampo, Benito Juárez y Miguel María Arrioja.
Cuando Arriaga y Ocampo se encontraban en Brownsville, Benito Juárez y otros liberales exiliados dieron a conocer sus intenciones de regresar a México para luchar contra la dictadura de Santa Anna, por lo que se les invitó a secundarlo. En marzo de 1855, Arraiga responde la invitación y propone la estrategia de arribar a México por Acapulco.
Una vez terminada la dictadura de Santa Anna, Arriaga es invitado a incorporarse al gabinete del general Juan Álvarez Hurtado como Ministro de Gobernación, nombramiento que acepta en noviembre de 1855.
Poco después, en 1857, fue diputado del Congreso Constituyente y presidente de la Comisión de Constitución; luego de pasar por varias dificultades, Arriaga participó en el juramento y firma de la nueva Constitución el 5 de febrero de ese año.
Fue autor de no pocos artículos discutidos, así como de algunos votos particulares en los que siempre manifestó sus convicciones con el afán de darle a los mexicanos todos los derechos que les fueron negados durante la dictadura de Santa Anna o la República Central.
Bajo instrucciones del presidente Juárez, Arriaga se hace cargo de la comandancia militar y el gobierno del estado de Aguascalientes en 1862, luego que las pugnas entre las facciones liberales locales ocasionaran la caída del gobernador Esteban Ávila. Un año después acepta el nombramiento como gobernador del Distrito Federal (hoy Ciudad de México).
Finalmente, durante el anochecer del 12 de julio de 1865 fallece en su ciudad natal, fue sepultado en el Panteón de Guadalupe. El 13 de junio de 1900 sus restos fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres de la capital del país, donde descansan en la actualidad.