Alcanza SLP Capital cifra de percepción de seguridad más alta registrada
SAN LUIS POTOSÍ, 14 de noviembre 2020.- Me llamo Paulina Magallanes Fierro, nací el martes 15 de Junio de 1971 las 7:20 a.m. eso lo sé porque está escrito en mi acta de nacimiento y sé que fue martes porque lo vi en un calendario de 1971, nací en Tuxtepec, Oaxaca.
Lo que recuerdo de mi infancia es muy poco, mis primeros recuerdos son de cuando yo tenía 5 años y vivía con mi mamá de crianza. Vivíamos en una casa muy pobre que tenía un árbol de tamarindo en el patio, me gustaba sacudirlo porque daba unos tamarindos muy dulces. Cuando iba a la escuela tenía una amiga que se llama Roció le decían “Chío”, después cuando fui creciendo me acuerdo que mi mamá me cargaba en sus hombros y me hacia caballito, me quedaba dormida con ella y me gustaba mucho que me diera a mamar sus chiches porque yo me sentía apapachada, mi mamá me regañaba y me decía “¿Qué le mamas a ese cuero viejo?”, pero yo no le hacía caso.
Era una niña inquieta en una ocasión por andar de traviesa me caí y me corte las rodillas, me salió tanta sangre que me tuvieron que poner un trapo con gasolina para que detener la hemorragia, también en mi mano izquierda tengo dos cortadas en dos de los dedos, porque cuando era chica me gustaba jugar mucho a la comidita, agarraba cuchillos y en dos ocasiones me corté por andar de traviesa. Mi mamá trabajaba en un restaurante de Tuxtepec, a un lado de la terminal de los autobuses ADO. El dueño tenía un perro pastor alemán que yo quería mucho, el perro se ponía a ver la tele conmigo y el dueño le decía que cuidara la caja registradora se llamaba “Quiroger”, siempre lo recuerdo.
Después, mi mamá entró a trabajar a otro restaurante, y los dueños de ese lugar eran unos gay. Mi hermano y yo vivíamos, prácticamente, en ese restaurante porque tenían una casa atrás y la pasábamos muy a gusto. Durante el día mi mamá hacia la comida y en la noche los señores cerraban el lugar y luego se vestían de mujeres, yo me hacía la dormida para verlos, me gustaba ver como se vestían con ropa de mujer, se pintaban y se ponían peluca hasta quedar transformados, hasta que ya no eran los mismos, no quedaba nada de lo que eran durante el día, cuando andaban vestidos de hombres. Uno de ellos tenía un salón de belleza y el otro era el dueño del restaurante.
De ahí nos fuimos, a vivir con mi mamá de crianza para conocer a la verdadera mamá de mi mamá. Nos fuimos a vivir a un rancho donde ella trabajaba cuidando animales. A ella nunca la quise porque era muy fea conmigo, me trataba mal, porque mi abuela tenía una perrita chiquita que se llamaba Muñeca que no me gustaba, porque era muy brava cuando alguien abrazaba a mi abuela. Por eso prefería irme con una tía política que me quería mucho. Recuerdo que en una ocasión mi mamá me llevo una perra, no muy grande, que le habían regalado en uno de los restaurantes en los que ella estuvo trabajando. La perra se llamaba “Cubana” y era de color café claro, yo la quería mucho porque jugaba conmigo y yo no tenía con quien jugar, porque mis primos eran muy sangrones y, cuando iban con mi abuela, se apartaban para jugar entre ellos. Así que yo mejor me iba a jugar con las gallinas, los puercos, los borregos y con mi perra. Los perros del rancho tenían la maña de matar a los borregos y le enseñaron a mi perra hacer lo mismo, recuerdo que en una ocasión mató a un borrego, y cuando el señor con el que se juntó mi abuela se enteró, se encolerizó, por lo que le habían hecho a su borrego. De modo que amarró a mi perra y la mató, a puros machetazos. Eso me enojó mucho, y le lloré casi un mar a mi perrita; fue tanto mi coraje en ese día que me dije: “Ojalá que a él lo mataran igual”. Poco después, mi mamá fue por nosotros y nos trajo a vivir con ella, aquí, a San Luis Potosí.
Después de un buen tiempo regresamos con mi abuelita, y nos enteramos que al señor que había matado a mi perra, lo habían matado y le habían mochado la cabeza. Cuando supe eso me dio mucho remordimiento y le pedí perdón a Dios, yo nunca quise eso pero pues ya ni modo, ya lo habían matado.
Después supimos lo que había pasado. Sucedió que mis tíos estaban involucrados en el tráfico de armas, y los detuvieron y metieron presos en la cárcel de Veracruz. Ellos supusieron que el hombre de mi abuela sabía algo de unas armas que estaban traficando, y lo fueron a buscar al campo adonde trabajaba. Ahí lo torturaron y después le volaron la cabeza, y lo dejaron junto a una zanja. Mis primos lo fueron a buscar, porque no llegaba de trabajar, y lo encontraron muerto. Así fue, como finalmente murió el hombre que asesinó a mi perrita. A mis tíos los tuvieron presos, les habían dado 15 años, pero en ese tiempo contaban el día y la noche, así que salieron a la mitad de la sentencia.
Tiempo después, entré a la escuela aquí en San Luis Potosí, me metieron en el colegio Manuel José Othón y ahí estudié el 4to año. Cuando llegué a la ciudad yo no sabía dónde vivía. Nos cambiamos a una vecindad en la calle de Morelos y Casa Madrid, fue ahí donde conocí a mis primeros amigos. Yo me juntaba mucho con los hijos de una señora que se llama Refugio y le decían Doña Cuca, su esposo se llama Ramón, pero le decían Don Ramón. Yo me juntaba con una de sus hijas que se llama Olga, ella y yo éramos muy amigas y yo la quería mucho.
Después de un tiempo a mi mamá le dieron su casa en Prados de San Vicente 2da Sección, y nos tuvimos que cambiar de casa, y también de escuela. Me cambiaron a la Escuela Benito Juárez, que se encuentra en Prados 1era sección y volví a cursar el 4to grado. Lo cursé tres veces porque yo era bien burra y no me gustaba estudiar. Pero como pude pasé hasta que terminé mi primaria. Luego entré a cursar el 1er año de secundaria en el Montecillo, que se encuentra casi en el centro de esta ciudad, cerca de la alameda, cuando estuve cursando el 1er año tampoco me llamaba la atención la escuela, nada mas iba a echar relajo. En ese año me hice muy amiga de una compañera del salón que se llama Gloria Galicia Salazar; recuerdo que, a las dos, el monaguillo de la iglesia que estaba junto a la escuela, nos presentó a unos hermanos, también monaguillos. Y a mi compañera le gustaba uno que se llamaba Juan Antonio, y del otro no me acuerdo ni el nombre. A mí el que me gustaba era el maestro de inglés. Así que me hice muy amiga de él. Gloria y yo siempre nos poníamos a platicar con él en lo que esperábamos el camión.
Él era cariñoso y atento conmigo, me pedía que dijera todo lo que sentía, porque sino un día me iba a arrepentir de no haberlo dicho. Así que llegó un día en que le dije que me gustaba mucho, y ante mi sorpresa se molestó, y me dijo que yo había traicionado la amistad que había entre nosotros, que no tenía que haberle dicho eso. Ya nunca me volvió a hablar y dimos por terminada esa amistad con el maestro de inglés, quizá solo fue un pretexto para cortarme.
Después yo me hice novia de Juan Antonio, el acolito, y Gloria de su hermano. Un día que nos andábamos paseando los cuatro en la alameda, me di cuenta de que Gloria estaba llorando y le pregunté a Toño qué tenia, y él me dijo que no podía decírmelo, pero yo le pedí que por favor me lo dijera, y él me dijo que su hermano sólo anduvo con ella para darle celos a su novia, pero Gloria sí lo quería. Un poco después ella cumplió sus 15 años, le hicieron fiesta y me presentó a unos de sus chambelanes, después me entere que se había casado con uno de ellos y que ya tiene 3 hijos, ahorita ya tiene mucho que no la veo.
Cuando yo estaba estudiando, conocí a un chofer de los camiones perimetrales y me gustó mucho, yo tendría como 16 o 17 años cuando lo conocí y supe donde vivía, lo empecé a buscar y nos gustamos los dos y empezamos a convivir. El se llama Sergio Eulagio Viramontes Ávila. Yo lo amaba, y le pedía mucho un hijo él me decía que no. Yo pienso que lo hacía porque yo era menor de edad. En varias ocasiones estuvimos a punto de tener relaciones, pero por una u otra razón no las teníamos.
Pasaron los años hasta que cumplí la mayoría de edad y tuvimos relaciones, y quedé embarazada a los 19 años. Cuando mi mamá se enteró, me obligó a que le dijera de quién era. Se lo dije, así que ella fue a la casa de Sergio, a buscarlo para que se hiciera responsable, pero el muy cobarde se negó. Según me dijo mi mama, él le dijo que yo era la buscona, que yo siempre iba a buscarlo a su casa para quitarme la calentura. Mi mamá me hizo llorar mucho durante todo el embarazo y yo mejor me ponía a tejer para no acordarme de nada y que mi bebé estuviera bien.
Como en ese tiempo yo no trabaja y no tenía seguro, mi mamá me iba a acomodar en el seguro por parte del señor con el que se había juntado, pero yo no le había dicho los meses exactos que tenía así que, mientras ella andaba arreglando lo del seguro, llegó la hora de mi parto y me tuvieron que llevar al Hospital Central. Ahí nació mi niño el 19 de septiembre, dos meses después de que yo cumplí 20 años, mi pequeño fue un niño muy hermoso.
Entré a trabajar de ayudante de cocina a un restaurante, en donde mi mamá era la cocinera, trabajábamos las dos de mañana y de tarde. Un día que no llegaba yo me regresé y le pregunté qué había sucedido. Ella me dijo que el niño tenía una fuerte infección en el estómago, que no sabía qué le habían dado a beber que le hizo daño, porque una compañera de la primaria era quien lo cuidaba mientras yo trabajaba.
Se puso tan grave que mi mamá ya no quiso que yo trabajara, me dijo que primero estaba la salud de mi niño. Así que me dediqué a cuidarlo y a estar al pendiente de él. Regresé a trabajar hasta que mi hijo ya tenía más de 1 año, cuando mi niño cumplió su primer año mi mamá le hizo una fiesta muy bonita, con pastel y dulces. Ella siempre lo quiso mucho a pesar de que mi madre tuvo otros dos hijos con el señor con el que se juntó. Cuando mi niño nació, mi hermana, la menor, tenía 6 años y el otro niño tenía 5 años, los dos quieren mucho a mi hijo el mayor.
Cuando mi niño ya tenía 6 años, conocí a mi segunda pareja, Pablo Castillo Regalado, me hice su amante porque él estaba casado. Él me pidió que tuviéramos un hijo, pero yo me negaba porque yo tenía a mi novio y lo quería mucho, mi novio se llamaba José González Nieves.
Pablo nunca dejo de insistirme, y después de un año y 2 meses quedé embarazada, cuando le dije, me dijo que no podía ser cierto porque ya se había hecho la vasectomía y yo le dije que si me creía bien y que si no también, que cuando el niño naciera se iba a saber si era de él o no, y para su suerte el niño se parece todito a él.
Durante todo mi embarazo el estuvo muy pendiente de mi, cuando tenía 4 meses fue a buscarme a la casa; mi mamá lo corrió y le dijo que por su culpa yo había cambiado mucho, y que tenía muy descuidado a mi otro hijo. Sin embargo, nos veíamos a escondidas, él me dio el teléfono de su casa y el teléfono de su trabajo, para que yo le avisara cuando fuera a nacer el niño. Yo trabajaba en un comedor industrial y tenia Seguro Social, y fue ahí donde me alivié. Lo malo fue, que mi parto se adelanto por 20 días. Yo creo que fue porque cuando tenía 6 meses me asustó una serpiente alicante y tuve amenaza de parto prematuro.
A los pocos días de nacido lo llevé a registrar para darlo de alta en el seguro, para que me dieran la leche y llevar su control de vacunas, peso y talla. Cuando cumplió 4 meses lo metí a la guardería para entrar a trabajar. Su papá lo conoció después de que lo registré y se enojó mucho, porque él quería darle su apellido; pero yo no pude avisarle que se me había adelantado el parto y se vino enterando hasta un día en que fue por mí al trabajo. Ya después, se puso muy contento porque el niño se parece mucho a él, y porque salió con un lunar, como de una mancha en su pierna, que también tiene su papá.
Convivimos por casi 10 años, después de 3 años yo quedé de nuevo embarazada. Pero no le quería decir nada y yo ya no lo buscaba. Pero en una ocasión, cuando caminaba por Av. Industrias hacia mi casa, me lo encontré en el camino y me dijo en tono de burla ¿que si la familia seguía creciendo? y le contesté que sí, y que no le importaba, porque él no me mantenía, ni a mis hijos. Así era y siguió siendo, porque ya después yo tuve muchos problemas para que me ayudara con el niño, hasta mi mamá me aconsejó ponerle demanda de pensión alimenticia, y así lo hice, se la puse en el DIF de Pozos, yo iba a recoger cada semana 250 pesos que era lo que me daba. Después mi mamá iba por el dinero porque decía que yo me lo gastaba y que no le compraba nada al niño, pero el niño me decía que mi mamá no le compraba nada, y cuando yo los cobraba me los llevaba a la Plaza Sendero, que es un centro comercial; y nos íbamos a la fuente de sodas y comprábamos pollo rostizado, hamburguesas o pizzas y nos poníamos a comer y también compraba rebanadas de pastel, porque a mi niño de 10 años le gustaba mucho.
En una ocasión me fui de parranda con un compañero de la fábrica donde trabajaba, ahí hacían partes de plástico para refrigeradores en zona industrial. Era el encargado de almacén, un muchacho muy guapo y joven que me invitó a que nos fuéramos a tomar unas copas a un bar, y yo acepté porque me gustaba. Ese día nos quedamos de ver en la alameda, de ahí nos fuimos a un bar y convivimos un rato y como los dos nos gustábamos nos fuimos a un hotel y tuvimos relaciones, me quede con el toda la noche, al día siguiente me acompañó cerca de mi casa pero ese día curiosamente, por primera vez tenía miedo de llegar a mi casa, caso raro porque cada fin de semana no llegaba sino hasta el otro día, pero ese día no quise llegar, así que me fui todo el día al centro para matar el tiempo y llegar a mi casa cuando mi mamá ya estuviese dormida. Yo me brincaba a la casa y mi hijo el mayor me abriría la ventana de enfrente para que me metiera sin que mi mamá se diera cuenta. Regresando a ese día me fui a comer unos tacos a un puesto que estaba en frente de un restaurante que se llama el Pacifico, que también está en frente de Plaza del Mariachi, cuando terminé le fui a poner crédito a mi celular, en ese entonces tenía un celular movistar y tenía el plan de pago por llamada, podía hablar a los teléfonos de casa por 5 pesos y me podía tardar hasta una hora hablando.
Al tiempo que caminaba iba mandando y recibiendo mensajes y sin darme cuenta, de pronto ya estaba cruzando la calle en donde están los mariachis, jamás en mi vida había pasado por ahí, a mí nunca me llamó la atención el mariachi, ni su música, me caían gordos, hasta ese día en el que nunca pensé lo que me iba a pasar, cruce la calle y que de repente se me acerca un chavo vestido de negro y me pregunta que si no quería mariachi, le dije que no y él me volvió a preguntar qué sino quería una serenata para mi novio, le dije que no me gustaba esa música y que ellos cobraban muy caro pero él seguía insistiendo y me ofreció una tarjeta, pero cuando buscó entre los bolsillos de su pantalón de gala negro no traía ninguna y termino riéndose de sí mismo, y yo de él. Me simpatizó, me dijo que se llamaba Manuel Loredo Jasso. Se veía un buen muchacho. Me invito a tomar un café, acepté y me fui con él, pero no fuimos al café, me llevó a una taquería que era del chavo donde rentaba el cuarto donde vivía, yo llevaba conmigo dos rosas rojas y me preguntó que quién me las había regalado. le dije que un amigo, y me pidió que las tirase, pero no le hice caso. Después llegó una muchacha vendiendo rosas y le pidió que me dieran una rosa blanca, la chava le dijo que eran 20 pesos, pero no traía dinero así que me encargó con la chava, que estaba en el puesto, y me dijo que iba a ir a su departamento por dinero, lo esperé y, mientras llegaba yo me comí una hamburguesa y un café. Luego de una media hora al ver que no volvía con el dinero le regresé la flor a la chava y ella se fue. En lo que Manuel venía yo me puse a hablar por teléfono a un amigo, y me tardé una hora. Como vi que no llegaba, apunté en una servilleta el número de mi celular para dárselo a la vendedora de flores, pero ella me entretuvo un rato diciéndome que no me fuera, porque él se iba a molestar con ella y que él era una buena persona, pero recordé que el andaba un poco tomado, cosa rara en mi porque yo les tengo pavor a los borrachos. Pero Manuel me inspiró mucha confianza, después de una hora cuando ya me disponía a marcharme regresó vestido con ropa normal, llevaba un pantalón de mezclilla negro y una playera de color amarillo claro, se disculpó conmigo y me invitó a bailar, yo acepté y cuando salimos de la taquería me preguntó si quería conocer su departamento. Sin pensarlo le dije que sí y, en menos que canta un gallo, me llevó a su departamento. Pasé la noche con él pero no tuvimos relaciones, porque me dijo que no me quería para un rato sino para pasar el resto de su vida. Para ser sincera yo no lo quería, y me pregunté a mí misma ¿qué voy a hacer? pero no quise pensar más, y me quedé con él. Transcurrida una semana me llevó a presentar con su familia y todos me recibieron muy bien, pero su mamá no estaba muy conforme y me preguntó que si yo ya sabía. Y él respondió que ya me había dicho. Le contesté que, si se trataba de lo de su matrimonio, yo ya sabía que él estaba casado. Pero sus cuñadas me decían ¡ay, muchacha, donde viniste a parar! También me preguntaron que si ya sabía que el tomaba y les dije que sí, que eso no me importaba.
Con el tiempo yo me empecé a encariñar con él, ya que era bien atento conmigo, al mes fue a pedirme a mi casa, mi mamá se molestó mucho y le dijo que si yo ya le había dicho que estaba operada y que no iba a poderle dar familia y él le dijo que eso no le importaba, pero cuando salimos de la casa me preguntó que por qué no le había dicho nada sobre mi infertilidad, le respondí que pensaba decírselo pero no de esa forma, y que si él quería un hijo que se buscara a otra mujer, porque yo nunca se lo iba a poder dar, respondió cariñoso y comprensivo que eso no le importaba, que él me quería a mí y así fue como me convenció y nos juntamos. Ya animado por las emociones de nuestro amor se le ocurrió la idea de sacar una casa, mientras le pidió a su mamá que nos dejara vivir un tiempo con ella mientras juntábamos lo del enganche de la casa, ella aceptó y fue así que nos fuimos a vivir con sus padres.
Desde que lo conocí él ya tomaba mucho, durante un tiempo estuvimos viviendo bien con sus padres pero después comenzamos a tener problemas porque él siempre había sido muy celoso y se molestaba porque yo iba por mis hijos a la escuela donde estudiaban y me tardaba entre 1 o 2 horas en ir y venir, siempre me reclamaba porque me tardaba mucho “que si ya me había ido a ver a otro hombre”, por eso discutíamos cada vez más pero lejos de aborrecerlo por sus celos empecé a quererlo mucho, más que a nadie. Así que en ese afán por tenerlo y agradarle lo complacía en todo lo que podía, pero aun así seguíamos peleando, y su mamá era testigo de cómo discutíamos. Hasta que un día me cansé y le dije que ya no quería seguir con él, y que me dejara ir a mi casa, porque los pleitos también eran porque él no me quería dejar ir a ver a mis hijos. Un día, su mujer le llamó por teléfono y escuché lo que él estaba platicando, se enojó y me dijo que porque estaba escuchando conversaciones que no me correspondían, le reclamé y le pedí que me dijera que era lo que me estaba ocultando, que yo sabía que él tenía pensado regresar con la mamá de su hijo y que si pensaba hacerlo que lo hiciera de una vez, y me dejara en paz. Porque si ella regresaba con él sería solo para vengarse, y así fue, él regresó con ella y le rentó una casa incluso hasta se la amuebló.
Un tiempo después fracasó, y para justificarse dijo que su exmujer se había hecho muy amiga de una mujer de la Procuraduría General Justicia en el Estado y le habían puesto un cuatro para meterlo al bote. Estuvo detenido en el Ministerio Público, dijo que cuando salió quiso regresar a su casa pero la mujer ya no estaba, y le habían cambiado la chapa a la casa y ya no pudo entrar, sólo lo dejó con la ropa que tenía puesta.
Tras su fracaso se fue a rentar a una casa de huéspedes y ahí estuvo viviendo solo, después de medio año lo volví a ver, me pidió que lo perdonara y que nos juntáramos de nuevo, como lo quería mucho acepté, y regresamos a vivir juntos. Pero él no cambiaba, seguía en las mismas, nada más trabajaba para seguir tomando, mientras tanto yo trabajaba en comedores industriales, y cada que cobraba mi sueldo le compraba cervezas y en muchas ocasiones le curaba la cruda. Vivimos en varias colonias de la capital San Luis Potosí; en la Santa Fe, en Zaragoza y en un hotel a donde nos fuimos solo por una ocasión en que andaba trabajando de noche en el comedor de una fábrica. Un día cuando andábamos buscando departamento para vivir juntos, resultó que yo tenía que irme a trabajar, entonces él me fue a dejar al camión y quedamos de vernos temprano en la alameda para cuando yo saliera del trabajo. Cuando salí de trabajar, en la mañana, no estaba en el lugar en que habíamos quedado, y fui a buscarlo a los departamentos que habíamos visto anteriormente, al llegar la señora me dijo que él había ido temprano a verla, y que iba acompañado de un niño, inmediatamente pensé que era su hijo y que de nuevo se iba a juntar con su mujer y anduve toda la mañana como loca buscándolo en la alameda para saber lo qué había pasado, estaba desesperada, quería encontrarlo. Cuando me estaba haciendo a la idea de que no lo volvería a ver, se apareció muy campante con una cerveza en la mano y con uno de mis hijos a un lado, le pregunté qué andaba haciendo, y el niño se adelantó a responder que estaba ahí porque tenía muchas ganas de verme, como era la Semana Santa le dije a mi hijo que se pasaría las vacaciones conmigo y que después lo regresaría con mi mamá, ahí estaban viviendo mis tres hijos porque no quería que ellos estuvieran conmigo porque mi pareja tomaba mucho, y nos peleábamos mucho.
A mí no me gustaba que mis hijos estuvieran viendo la forma como vivíamos, su alcoholismo y los pleitos que teníamos, así que mi hijo se quedó con nosotros la Semana Mayor en ese tiempo los tres vivíamos en un hotel en donde nos cobraban 100 pesos el día, mi pareja y yo trabajábamos, el de mariachi y yo de ayudante de cocina en el comedor industrial.
Un día mi hijo me pidió dinero para ir a comprar unas papas fritas a la esquina del hotel ahí se ponía un muchacho a vender frituras y papas fritas, le dije que sí y que no se fuera a tardar porque yo ya estaba por irme a trabajar. Los dos trabajábamos de noche y el niño se quedaba solo en el hotel esperando a que llegáramos, mi pareja llegaba primero porque él terminaba entre 2 o 3 de la madrugada y yo salía hasta las 7:00 a.m., pero llegaba como a las 8:00a.m. Sucedió que ese día el niño se fue por sus papas, pero para cuando yo me iba a ir al trabajo ya no regresó, me empecé a preocupar, pero mi pareja me dijo que no me preocupara que me fuera tranquila al trabajo que él se encargaría de buscarlo, me fui al trabajo pero no estuve tranquila, cuando salí del trabajo y llegué a la casa, me dijo que el niño no había aparecido y me invadió la inquietud, me puse a buscarlo por todos lados pero no le encontré hasta más tarde cuando supe que el niño ya estaba en la casa de mi mamá, y quedé más tranquila.
Después se juntaron dos días en que no pudimos pagar el hospedaje del hotel y nos corrieron, ese día nos fuimos a la alameda mi pareja y yo, cuando andábamos en la alameda estuvimos sentado en una banca de la Plaza del Mariachi, cuando se nos acercó un muchacho pidiéndonos una cooperación para un centro de rehabilitación para Alcohólicos Anónimos. Manuel pidió información para ver si se anexaba y hasta me pidió opinión de cómo veía yo el asunto. Le dije que en él estaba la decisión. El promotor del centro no paró hasta que lo convenció; entonces él y yo, junto con el muchacho, tomamos un taxi y nos dirigimos a la casa de su mamá, cuando llegamos le dijo a su mamá que se iba a anexar; y le preguntó a su mamá si yo me podía quedar a vivir ahí, en la casa de sus padres, para que él estuviera tranquilo. Su mamá le dijo que no tenía lugar, pero para que estuviera tranquilo aceptó y se fue al anexo. Me quede ahí, pero su mamá me dijo que no tenía lugar, le dije que no se preocupara que yo tenía en donde quedarme y me fui a una casa de huéspedes. Cada semana iba al anexo a verlo y cada semana tenía que llevar dinero para su hospedaje, pero su mamá y todos sus hermanos me estuvieron ayudando con el dinero.
Por un tiempo estuvo tranquilo, pero sucedió que un día de tantos en que fui a verlo, con uno de sus hermanos que era el más chico de todos, estuvimos platicando y nos estuvimos besando. Yo lo extrañaba mucho, y él me platicaba que en ese lugar lo trataban muy mal, que ya no quería estar en ese lugar, que ya quería que estuviéramos juntos, le contesté que se aguantara un poco.
El día que lo visitaba era domingo, y para el miércoles, no recuerdo bien si fue miércoles o un lunes; pero fue uno de esos días que en el trabajo tuve un problema, una compañera y yo siempre nos traíamos la comida que sobraba para nuestras casas y en esa ocasión nos reportaron y nos dijeron que teníamos que renunciar por nuestra cuenta, y que si no lo hacíamos nos iban a acusar de robo, así que decidimos renunciar por nuestra cuenta. Cuando veníamos de regreso en el camión de la planta, le comenté a mi compañera que no sabía que iba hacer sin trabajo y con mi novio anexado. Ella me dijo que no le dijera nada para no preocuparlo. Me fui a casa con la mamá de mi pareja y me estuve toda la mañana, ella se fue al centro con su esposo y yo me quede en su casa, no tenía ni hambre porque no sabía que iba a hacer sin trabajo, así que me quede viendo un rato la tele. Llegó la tarde y regresó su mamá, me preguntó si había comido, le dije que no, me dijo que me ayudaría dormir un rato, y le conteste que sí, que esperaría a que se acabara la novela. Después de un rato, su mamá se puso hacer enchiladas potosinas, ella las hacía para vender y cuando estaba en la cocina haciéndolas me dijo, asómate por la ventana para que veas quien va entrando y me asomé, era Manuel que venía entrando con una pierna rota porque se había escapado del anexo y traía el tobillo hinchado, le dolía mucho y entre su hermano, su esposa y yo, lo llevamos con una señora para que se lo sobara. La sobada fue muy dura, y nosotros no sabíamos que traía el tobillo roto, la señora le puso una pomada y se lo vendó, ese día nos quedamos a dormir en la casa de su hermano. Manuel en toda la noche no pudo dormir pero aún con todo y el dolor del tobillo, tuvimos relaciones. Cuando amaneció le dolía todavía más el tobillo, se lo vi mas hinchado, le quité la venda y lo tenía todo lleno de ámpulas, o sea bombitas de agua, porque la pomada le había hecho mal, fui con su mamá para avisarle y ella le dijo a otro de los hermanos de Manuel que nos llevaran al Hospital Central, la señora me pidió que cualquier cosa que pasara, le hablase por teléfono. Llegamos a urgencias, se tardaron un rato en atenderlo y sin aguantar el dolor, en lo que le tomaron los datos él se puso muy inquieto porque le dolía mucho, después lo pasaron a la zona de rayos x para tomarle unas radiografías, las radiografías estuvieron en poco rato, el cartílago estaba destrozado y lo tenían que operar, lo subieron a piso, luego le hablé a su hermano Jaime, para decirle lo que estaba pasando, el doctor nos dijo que teníamos que esperar un poco a que se le quitara lo hinchado para poder operarlo, duró como entre 10 a 13 días en el hospital y yo iba y venía de su casa todos los días llevando dinero para el material de la operación, lo metieron a quirófano salió del Hospital Central el 30 de Abril de ese año.
Estuvimos viviendo en la casa de sus papas como 5 meses, porque él seguía en las mismas tomando mucho, y no le importaba que estuviera recién operado. Su mamá me dijo que me lo llevara a vivir a otro lugar porque el tenernos a los dos en su casa, sólo hacía que Manuel se desobligara conmigo porque ya casi no me daba dinero.
Recuerdo que era un 16 de septiembre cuando nos fuimos a vivir a otra colonia que se llama Santa Fe, ahí estuvimos viviendo tranquilos durante un buen tiempo hasta que tuve problemas con una vecina, porque ella le decía muchas mentiras a mi pareja y eso hacía que nos peleáramos mucho, así que le dije que nos fuéramos de ahí, porque esa señora no iba a parar hasta vernos separados. Así que nos fuimos a vivir a dos cuadras de donde vivíamos; y la señora seguía diciéndome de cosas cada vez que me la encontraba en la calle. Hubo una ocasión, en la que mi pareja estaba tomando con un muchacho que conoció, y se hicieron muy buenos amigos, el chavo era sicario de los de la letra. Yo venía de la carnicería y me topé con la señora. Ella me empezó a insultar, llegué llorando al departamento donde vivíamos y Manuel me preguntó qué me había pasado. Le contesté que la señora me seguía molestando y él se enojó, y se fue a decirle a la señora que por favor no se anduviera metiendo conmigo. Su amigo también fue y le comentó que yo era su prima y añadió que él era El Güero Papas, amo y señor de la Santa Fe. Manuel me dijo que, cuando le dijo eso, la señora se asustó y hasta se orinó, de manera que ya no me tendría que preocupar, porque esa mujer jamás me iba a volver a molestar.
Estuvimos viviendo bien un tiempo, pero en una ocasión que él salió a tomar con El Güero Papas a un bar que estaba cerca de donde vivíamos, cuando me di cuenta ya se estaba peleando con otro muchacho, sólo se escuchaba que gritaban mi nombre y cuando salí del departamento, Manuel ya estaba tirado en el piso, un muchacho lo estaba pateando y El Güero le decía que lo dejara en paz. Como pude lo metí casi arrastrando al departamento, y no supe de donde había sacado fuerzas, parecía un león enjaulado porque yo no lo dejaba salir del departamento. Le dije que si en verdad me quería tener, que estar tenía que estarse quieto en lo que yo salía a hablar por teléfono para pedir un taxi. Tenía miedo de quedarme en el departamento, temía que fueran a venir a buscarlo, y nos pudieran hacer algo. Él me dijo: “gorda yo te quiero mucho ve y no te preocupes, que yo voy a estar tranquilo” entonces me salí a buscar un taxi y, como no veía que viniera, me desesperé porque afuera había muchas patrullas y me dio más miedo. Salí de nuevo a avisarles a los del taxi, que ya tenía rato que había pedido uno y nada que llegaba, y en eso estaba cuando llegó un taxi. Como pude agarré una bolsa, metí unos cambios de ropa mía, y nos fuimos en el taxi. Nos llevo a la casa de uno de sus hermanos, y le dije a Jaime, su hermano, Manuel se peleó con un chavo de los de la letra. Jaime se asustó mucho, nos dijo que no nos podíamos quedar en su casa, y nos llevó a un hotel. Allí nos quedamos a dormir esa noche. Al día siguiente fuimos de nuevo a la casa de su hermano y le pidió que nos dejara quedarnos unos días en su casa, en lo que juntaba para pagar la renta de otro departamento. Nos quedamos como una semana. Comprábamos el periódico para ver si había cuartos de renta y encontramos uno cerca del centro. Hablamos por teléfono y nos dijeron que fuéramos a verlo, fuimos y nos gustó. El dueño se portó muy amable nos dejó el cuarto sin el depósito, nada más le pagamos un mes de renta y ahí estuvimos viviendo. Llegamos como a principios de diciembre y para enero nos avisó Jaime, otro de sus hermanos, que un judicial del Ministerio Público nos andaba buscando para arreglar un asunto de una demanda en contra de Manuel. El ministerio nos llamó al celular de Manuel y nos quedamos de ver en la alameda ya que Manuel andaba en el correo tramitando una credencial de identificación. Cuando llegamos con el judicial éste nos dijo que tenía una orden de aprehensión en contra de Manuel, porque mi mamá quería verlo preso, el policía se portó muy amable, no lo detuvo, pero nos dijo que arregláramos ese asunto antes que se complicara más. Nosotros no hicimos caso y pasaron enero, febrero y marzo, el 17 de abril recibí una llamada en el celular, y me dice un señor que nos andaba buscando para arreglar un asunto. Así que los ministeriales fueron por nosotros al departamento que se encuentra en la colonia San Antonio. Nos trajeron paseando por muchos lugares, ellos nunca nos maltrataron, nunca nos golpearon, se portaron muy amables con nosotros y después de un rato nos llevaron a los separos del Ministerio Público, cuatro horas después nos trajeron al CERESO de la Pila. Aquí llegué como a las 4 p.m. pero nos metieron como hasta las 5p.m., cuando llegué me revisaron y me llevaron a la clínica, a que me certificaran y ahí fue cuando entendí que ya no iba a salir fácil de este lugar. Eso fue un viernes, el sábado nos sacaron al juzgado para nuestra declaración, y el lunes de nuevo nos sacaron a barandilla, ahí estaba mi mamá con mis hijos, yo sentí mucho dolor, pero a la vez también mucho coraje, pues mi hijo mediano nos había acusado mí y a mi pareja de que lo poníamos a pedir dinero en la calle. Dijo además que mi pareja le daba de tomar tequila y le daba a fumar cigarros, lo cual no era cierto.
Fuimos procesados por el delito de corrupción de menores, mi proceso duró siete meses, y aunque mi pareja y yo hablamos con el Juez, este no quiso ayudar y nos sentenciaron a los siete meses, nos dieron una pena mínima de dos años tres meses, luego metimos apelación, pero la primera fue rechazada por falta de pruebas, y nos volvieron a sentenciar, a mi pareja le bajaron 3 meses de la sentencia y a mí me quedo igual.
En este lugar he tenido muchos problemas, primero porque yo no podía pasar a ver a mi pareja porque no teníamos la carta de concubinato, él se encargó de tramitarla y como yo no tengo ningún documento que compruebe que soy Paulina, tuvimos que pagar por esa carta, salió en 2 mil 500 pesos, yo puse mil 100 y los hermanos de Manuel, pusieron lo demás.
No lo había visto desde aquel día en que nos detuvo la policía, luego de ocho meses pude pasar a verlo, y un año más para poder tener intimidad con él, pero Manuel es un hombre muy celoso y todo el tiempo en que pasaba a verlo discutíamos porque seguía pensando que yo lo engañaba con otra persona, y de no haber sido porque yo soy cristiana no se qué hubiera pasado, ya tengo más de 20 años en el cristianismo y yo pienso que Dios me trajo a este lugar para aprender muchas cosas.
Gracias a Dios he podido sobrevivir en este lugar y aunque mi familia nunca me viene a ver yo me siento en paz, estoy tranquila. A pesar de que por el momento no pueda estar con mi pareja, porque él cerró la visita. Me siento en paz conmigo misma, ya pronto voy a poder verlo porque ya hablé con la rectora para que me abriera mi visita, y me dijo que sí pero que me iban a castigar seis meses y eso no me pareció. La persona de trabajo social también me dijo que, mientras él no abriera la visita no se podía hacer nada. Eso me dio más coraje y les hablé a los de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos. Ellos me dijeron que estaban violando uno de mis derechos, me comentaron que yo podía abrir y cerrar la visita cuantas veces quiera y, que, si no me la abrían, bastaba que les hablara para que ellos se encargasen del asunto. Así que por el momento estoy en espera. Por otra parte, también estoy en espera de mi segunda apelación, para saber si me voy o si me quedo. Pero le pido mucho a Dios, que me dé una última oportunidad de corregir mis errores y enmendar mis caminos.
Les agradezco a Marcela y a Nueva Luna por dejar que mujeres como nosotras escribamos nuestras historias, estamos privadas de nuestra libertad física pero para mí en lo personal es más importante la libertad espiritual porque a este lugar vienen personas del exterior a compartirnos la palabra de Dios, y yo me siento muy feliz por ellos. Bueno, me despido de ustedes y que Dios los bendiga y los cuide donde quiera que vayan, hasta la próxima. Gracias.
(Historia del libro Cautivas, con el permiso de la coordinadora del mismo, Marcela García Vázquez)