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SAN MARTÍN CHALCHICUAUTLA, SLP., 4 de noviembre de 2018.- Don Vicente García Hernández, quien nació “dos lotes atrás” de la iglesia de San Martín Chalchicuautla, enclavado en lo más profundo de la huasteca potosina, no olvida el día en que su abuelita paterna lo llevó a bailar con las comparsas de huehues en las fiestas de Xantolo a inicios de la década de los 50’s…y hasta la fecha, cada año ha bailado en honor a sus difuntos.
Ya olvidó su edad, pero recuerda muy bien aquella vez que doña Modesta Sánchez les pidió permiso a los capitanes de las comparsas para que, a su nieto, en ese entonces de siete años, le permitieran bailar.
“Entré de comino porque los capitanes no daban permiso a monigotes para bailar”, relató con una sonrisa mientras esperaba el turno para bailar por tercera ocasión en la demostración de comparsas.
Y aunque inició como el personaje más pequeño de la comparsa, su amor por las tradiciones le hizo admirar a quien en ese entonces interpretaba el papel de El Comanche Negro por su manera de bailar.
“Bailaba bien maravilloso cuando se vestía de comanche. Bailaba y se mecía, es el don de cada uno”, aseguró. Tanta era su admiración que de él aprendió a danzar y cuando El Comanche Negro falleció, Don Vicente fue elegido para ocupar su lugar, en el año 1955.
Orgulloso de su indumentaria, Don Vicente mostró un estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe y relató que, en su época, se inculcó siempre el respeto por las tradiciones y el amor a “Diosito”, como él le llamó.
Su baile lo dedica a todos los santos, los fieles difuntos y sobre todo, a sus padres. “Mi papá bailaba en la comparsa que yo bailo, pero ellos murieron muy jóvenes, de 21 años mi papá y de 18 mi mamá”.
Su vestuario es totalmente hecho a mano y en casa, con la ayuda de su esposa, cada año lo ajusta y remienda. La máscara, como lo marca la tradición se hace con la piel de algún animal que ellos mismos matan. Aunque esas tradiciones poco a poco han cambiado y ahora se usan otros materiales para confeccionarlas.
Don Vicente ya no puede bailar como antes, pues una lesión en la rodilla le impide pegar de brincos como le gusta. “El huesero dice que se acabó el cartílago, la doctora que se acabó el líquido, pero es la edad”, concluyó él entre risas.
El Comanche Negro baila lo más que puede y en varias comparsas, lo que seguirá haciendo hasta que Dios se lo permita.