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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., a 26 de abril de 2019.- Eduardo “N” alias El Cayeyo, fue el protagonista principal de la audiencia en el juicio oral que se le sigue por el homicidio calificado por ventaja y traición de Eugenio “N”, novio en vida de la hija del fiscal general Federico Garza Herrera, con sus actitudes amenazantes.
La audiencia de ayer jueves, que nuevamente consumió todo el día -las jornadas de los tres primeros días han sido de más de 10 horas-, estuvo plagada de varias “incidencias” entre la defensa y los testigos; el tribunal, la defensa y la parte acusatoria; el imputado y un joven parte del público, pero también, entre uno de los abogados defensores y el acusado.
La sala 6 del Centro Integral de Justicia Penal volvió a llenarse de personas que acuden a observar uno de los casos más importantes y mediáticos, dada la participación del fiscal Garza Herrera, quien ha sido llamado por la autoridad para testificar sobre el homicidio del prometido de su hija, a manos de su presunto ahijado, el 5 de mayo de 2017.
Luego de dar vista a las partes, el juez presidente llamó al primer testigo del día, un perito criminalista de campo, de nombre Isidro “N”, el cual, luego de los hechos ocurridos en 2017 y tras la detención del imputado Eduardo “N”, fue el encargado de tomar sus huellas dactilares; a Isidro, la defensa le cuestionó su falta de título profesional para ejercer como perito, al igual que por no utilizar guantes y bata propia al realizar sus funciones.
Cerca de las 10:30 de la mañana, el juez llamó a Víctor “N”, perito en dactiloscopia, grafoscopía y documentoscopía encargado de buscar coincidencias entre las huellas encontradas en el arma de fuego encontrada en la escena del crimen y las huellas dactilares del Cayeyo, documentadas por el perito Isidro “N”, éste último, cuestionado por no contar con un título en criminología sino de licenciado derecho.
INCIDENCIAS
Durante su comparecencia, entre el público había un distinguido joven de traje color gris, barba y cejas pobladas, tez blanca, el cual se ubicaba en la última fila del lado de la fiscalía. En el extremo derecho, permanecía Cayeyo Jr., quien desobedeciendo las reglas del Centro Integral de Justicia Penal, volteó hacia el público y le clavó la mirada a este joven, a quien apuntó con su índice y el pulgar mirando al cielo, mientras sus labios expresaban en silencio ¡pum!
El joven no identificado se sorprendió por la seña del Cayeyo y movió la cabeza de un lado a otro, recorrió con la mirada la sala, como preguntando si alguien se había percatado del hecho. Esta incidencia ocurrió a las 11:37 de la mañana, mientras se interrogaba al perito Víctor “N”, quien fue liberado por la fiscalía pero no por la defensa, que lo llamará a declarar en próximas fechas.
¿UNAS HALLS?
Luego de un receso que se prolongó hasta las 12:42 horas, el personal procesal llamó a las partes, el público y la prensa a ingresar a la sala. Cayeyo permanecía en el escritorio de la defensa, vestía el pantalón beige característico de los internos de una cárcel, una playera tipo polo color blanca y una fina sudadera abierta al frente también color beige, con gorro; a un costado permanecían las sillas vacías de dos de sus abogados, la de Rafael Aguilar y la de Marco Polo Méndez, pero sí estaba presente el otro litigante, Álvaro Ramírez Segura, quien se encontraba con la mirada sobre algunos documentos que estudiaba minuciosamente.
A las 12:45 de la mañana Rafael Aguilar ingresó a la sala con su elegante traje color gris, un conjunto pulcramente planchado, con su saco del mismo color, que dejaba ver sus costuras impecables justo en las líneas del hombro, sin rebasar la muñeca del brazo; así a paso refinado, rodeó el escritorio dando la espalda a las cámaras que se encuentran suspendidas del techo al igual que al escritorio del tribunal.
Aguilar se detuvo frente a Cayeyo, quien mantenía sus manos sobre el escritorio y de un bolsillo de su saco, extrajo algo que entregó al imputado. Hubo quienes afirmaron que era un celular, pero todo indica, después de una primera revisión a las grabaciones, que eran unas pastillas Halls.
AGARRONES Y REGAÑOS
Después el tribunal llamó a la perito María Dolores “N”, de profesión químico-farmacobióloga, quien tuvo un ríspido interrogatorio por parte del abogado defensor Álvaro Ramírez Segura, quien intentaba hacerla responder mal. Ramírez Segura se encolerizaba cada vez más, pues no podía quebrarla. Las respuestas de María Dolores, inteligentes a los cuestionamientos de la defensa, ocasionaron la risa del público, del asesor victimal, hasta de uno de los jueces que acompañaban al juez presidente del tribunal.
A la máxima autoridad dentro de la sala no le causó gracia, por lo que reprendió al asesor victimal Alfredo López Montante, quien pálido, tuvo que pedir disculpas por su comportamiento, pero él no fue el único, también ordenó respeto a la perito y a Ramírez Segura. “Esto no es un mercado”, dijo el presidente del tribunal.
Finalizado eel enfrascamiento, la testigo por fin fue liberada. Ramírez Segura no pudo con ella.
Posteriormente se llamó al estrado al arquitecto Arturo “N”, encargado de llevar a cabo una evidencia arquitectónica del domicilio donde ocurrieron los hechos. Este interrogatorio transcurrió tranquilamente y concluyó una hora y media después.
Luego correspondió el turno a la perito María Eduviges “N”, quien es químico-farmacobióloga. Ella también iba preparada para evitar la embestida que probablemente la defensa intentaría darle durante el interrogatorio. El encargado de cuestionarla, era Marco Polo Méndez, a quien la perito logró sacar de sus casillas finalizando así su testimonio sobre la sangre localizada en el baño, la cocina, la tarja, la barra y la mesa donde ocurrió el homicidio por el cual se lleva a cabo este juicio.
CAYEYO CON GASTRITIS
Minutos antes de las 4 de la tarde, el tribunal ordenó un receso de dos horas, argumentando el derecho a los alimentos. Cayeyo Jr. de inmediato tomó la palabra, para solicitar ser reingresado al penal de La Pila, señalando que también debía comer y tomar su medicamento, pues dijo estar enfermo de gastritis y necesitaba tomar su omeprazol.
El juez presidente ordenó al operador revisar las condiciones administrativas para que Cayeyo pudiera regresar al penal, y a las 5:45 de la tarde estar de vuelta en el Centro Integral de Justicia Penal; finalmente se le otorgó el permiso a la solicitud y Eduardo “N”, fue a comer al penal.
A las 6 de la tarde se reanudó la audiencia, todos más frescos y bien comidos, reiniciaron gustosos la jornada, así que llamaron al estrado a Mayra Yolanda “N”, perito química forense, quien fue la encargada de practicar análisis a manchas hemáticas en la ropa localizada en el inmueble donde se arrebató la vida a Eugenio “N”.
Esta perito, de profesión química-farmacobióloga, también hizo exasperar a la defensa, llevada la voz en ese momento por Marco Polo Méndez. La perito reveló que de acuerdo a los estudios practicados a la ropa, ésta contenía gotas muy pequeñas de sangre del tipo ORH positivo. Luego de dar a conocer los resultados de los dictámenes, la jornada de ayer terminó.
De pronto, de entre el público se oyó una voz decir “ya valió, lo van a sacar, mandaron a los peores en práctica como parte acusatoria, esto mientras Cayeyo Jr. reclinó su espalda sobre la silla y estiró las piernas; el público lo observaba de perfil y se le pudo ver una sonrisa que se asemejó a la de la Monalisa, enigmática, burlona… maquiavélica.
En tanto, en el resto del ambiente de la sala oleaba la frustración; un guardia se acercó al imputado quién rápidamente se levantó de su asiento y caminó con júbilo durante dos metros para salir por una puerta que lo direccionaba a un pasillo. La puerta se cerró. El público, el tribunal, la defensa y la fiscalía salieron de la sala. Las luces se apagaron y vino el silencio.
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