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CÁRDENAS, SLP., 12 de septiembre 2020.- Compartir escenarios con los grandes del cine mexicano y lo más granjeado de la música latinoamericana como Agustín Lara, Gonzalo Curiel, Fernando Fernández, Pedro Vargas, Pedro Infante, Amparo Montes y muchos otros, le dan a Marilú, La Muñequita que Canta, un lugar preponderante en la historia artística mexicana.
Marilú al igual que Fernando Z. Maldonado, son referentes nacionales de la cultura popular mexicana y tienen en común haber nacido en Cárdenas, una de las ciudades –durante su auge ferrocarrilero-, más importante del estado de San Luis Potosí.
Marina Herrera, su nombre de pila, nació en 1927 en este pueblo potosino donde su padre trabajaba como ferrocarrilero, sin embargo la tragedia llegó muy pronto a la familia, pues al morir el jefe de familia cuando Marina tenía cinco años, las circunstancias obligaron a su madre a emigrar a Tampico (Tamaulipas), una ciudad que entreteje múltiples historias con Cárdenas por la cercanía ferroviaria.
La artista recuerda a un padrino como la persona que la llevó por primera vez a ver un espectáculo artístico, experiencia que la marcó para siempre, incluso en esa ocasión ganó un concurso de aficionados y logró que la compañía la contratara para pequeñas giras por Tamaulipas y Nuevo León, cuando tenía escasos 12 años de edad, en 1939.
Sus primeras experiencias en carpas y teatros pequeños fueron a lado de Don Catarino, un hombre que trabajó con Mario Moreno Cantinflas y que quizá tenía el mismo talento y más habilidades artísticas, que se fueron perdiendo por su falta de interés y su alcoholismo, platica la potosina.
La cardenense llegó a la Ciudad de México por primera vez en 1941 gracias a la compañía de Paco Miller, quien la contrató como artista exclusiva.
Durante esos años fue nombrada Marinita Herrera, La Niña Precoz, luego simplemente Marilú y finalmente como La Muñequita que Canta, esto debido a una broma que hacia todos los días el presentador del teatro Waikikí cuando anunciaba a Lupita Torrentera como La Muñequita que Baila, y posteriormente era presentada ella.
CON LOS GRANDES
En la capital del país actúo en los principales teatros de la ciudad como El Lírico, El Caracol y El Patio, además de tomar clases de canto, que le permitió -en sus propias palabras-, educar su voz para no dejar de cantar nunca, a pesar de la edad.
Con su crecimiento físico natural, dejó por un tiempo corto el canto debido a un cambio notorio de voz y se dedicó a la actuación en teatros bajo la compañía de Pepe Aceves, pero pronto regresó a los escenarios musicales.
Marilú recuerda su amistad con Pedro Infante cuando coincidieron en el teatro Tívoli en el tiempo que el máximo ídolo mexicano abandonó ese trabajo para dedicarse a buscar los restos de su amiga Blanca Estela Pavón, víctima de un avionazo cerca de la Ciudad de México, en 1949.
Las facetas artísticas de la potosina la llevaron al cine, donde debutó en la película de 1941, La Liga de las Canciones y para 1946 actúo en el clásico del cine de oro Los hijos de Don Venancio a lado de Joaquín Pardavé en 1946, además de Los Nietos de Don Venancio de 1946 y El Barchante Neguib en ese mismo año.
Su filmografía la integran más de 20 películas, que alternó con giras musicales en México y Latinoamérica, sus actuaciones en radio y la producción de discos para las firmas Discos Peerless, Discos RCA Víctor.
“Nunca me he considerado una estrella, me considero una persona importante dentro del bolero, siendo mis compositores favoritos Gabriel Ruiz y Gonzalo Curiel, incluso por encima de Agustín Lara”, dijo en reciente entrevista para la Fonoteca Nacional que publicó una extensa semblanza de Marilú y en la cual se basó este artículo.
Marilú tuvo a su hija Mariana Azuela con Antonio Azuela, pero el amor de su vida fue el caricaturista mexicano David Carrillo, con quien compartió 40 años de matrimonio.
LARGA VIDA
La Muñequita que Canta, a sus 93 años, goza de cabal salud y radica en la Ciudad de México, en la actualidad.