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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 2 de febrero de 2019.- La caravana de migrantes centroamericanos que arribó este viernes a San Luis Potosí, esta cargada de un sinfín de historias. La decisión que tomaron esas personas de dejar su país, algunos, parte de su familia y su patrimonio, por huir de las amenazas de la delincuencia y la pobreza, según relatan, no ha sido fácil en absoluto.
De las más de mil 500 personas procedentes de Centroamérica, que llegaron a la entidad, resaltan historias de pobreza y miedo.
«Si no lo viven en carne propia nunca sabrán lo difícil que es dejar todo en un país en el que soñamos crecer y vivir. Allá en Honduras teníamos una vida, un negocio, pero la delincuencia y la misma policía nos extorsiona, no nos dejan vivir, y nuestro presidente no hace nada», expresó Carolina Rivera, de 34 años, embarazada con siete meses de gestación y madre de un pequeño de 15 meses de edad.
Carolina viaja junto a su hermana Karen, de 30 años; también es madre y lleva consigo a su hija de tres años. Ella, al igual que su hermana, se sintió obligada a huir en busca de oportunidades, pero, sobre todo, huir de una vida de vejaciones a manos del crimen organizado y eventualmente de una muerte que formaría parte de la indiferencia de sus autoridades de gobierno: «En Honduras están matando a la gente, a nosotras las mujeres nos agarran, nos meten a un carro, nos vuelan la cabeza y nos tiran a un cañal. Por eso huimos», explicó.
Las dos hermanas viajan con una amiga: Saira, de 24 años, también es madre de tres hijos de 8, 3 y 9 meses, pero el único que la acompaña es su hijo de brazos, llamado Steven, quien tendrá que esperar a ver su suerte para poder reencontrase con sus hermanos y su abuela, quienes se quedaron en Honduras. «Sólo dios sabrá cuándo», exclamó.
Llama la atención que las tres jóvenes viajan sin la compañía de varones; únicamente con sus hijos, lo cual, hace más difícil el viaje porque tienen que cuidarlos, tener mucha precaución.
Por su parte, Élida, de 29 años, lleva bajo su responsabilidad a su pequeña hija Génesis Valera, de 17 meses de edad. Para Élida, lo más difícil de este viaje ha sido lidiar con el rechazo de algunos sectores hacia los migrantes, sobre todo porque gente que viajó en la primera caravana de centroamericanos desperdició mucha ropa y comida que les regalaron, pero aclaró que «no todas las personas son malas ni desordenadas», por eso pide apoyo y solidaridad de los hermanos mexicanos.
Carolina, Karen, Saira y Élida, son cuatro mujeres centroamericanas, todas tienen una familia y un sueño en común: tener una vida mejor, así fuera lejos de su tierra. Por eso se están jugando la vida en este viaje que realizan a pie, en «rides», bajo el sol, bajo la lluvia, bajo el miedo de no lograr llegar a su meta.