Amenaza cambio climático cosecha de cempasúchil en SLP
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 3 de febrero de 2024.- «Un poco frío, pero bueno», así juzgó Claudia Sheinbaum el tamal de «pollo en salsa verde» que saboreó al final del cónclave morenista en San Luis Potosí, en el Día de la Candelaria, era la despedida tras reunirse con la estructura guinda mientras estaba flanqueda por el líder del partido del tucán, Manuel Velasco Coello.
En esta gira no hubo sillazos ni catorrazos, nadie se jaló los cabellos, tampoco se sacaron la lengua ni las señoras morenistas le mentaron la progenitora a las soledenses del Partido Verde; aún así, el incómodo cónclave, otro más, nos recordó a qué sabe la masa cuando se agria.
La escena marcó claramente las imposiciones del aliado de Morena en San Luis Potosí, aunque los dirigentes guindas por meses vociferaron que irían solos a la elección, que nadie les pondría el pie en el cuello durante postulaciones porque tenían sus dichosas encuestas, al final, a la aspirante presidencial no le sirvieron tamales de chilpán colorado.
Así las cosas, esta visita les dejaba más sinsabores que certezas, más dudas que afirmaciones y más encono, que unidad.
A medianoche del jueves explotó la bomba para el círculo cerrado de morenistas que buscaban el Senado y alardearon antes de prenderle a la olla; uno de esos, presumiendo liderar varias encuestas, fue Gabino Morales, se promovía como el abanderado natural y al final no le dejaron ni las migas enmantecadas.
En contraparte hubo otro que sostuvo en repetidas ocasiones que no buscaría un espacio y terminaba su encomienda en el Gobierno Estatal, apareció en la lista de un partido que no es el suyo pero tampoco parece ser de nadie: Ignacio Segura Morquecho, que llegó a comerles el mandado, los tamales y, de paso, a invitarles «atole con el dedo».
Despuntaba la mañana cuando se movilizaron los equipos de tierra del Partido Verde y Morena para llenar el Centro de Convenciones para la aspirante presidencial de la 4T; juntos, pero no revueltos, se paseaban los chalecos guindas y las playeras fosforescentes, luego de un toqueteo a discreción en el acceso, debían dejar sus teléfonos en el acceso si querían entrar a escuchar el mensaje de Claudia Sheinbaum.
A Gabino Morales le resultó difícil el disimulo, parecía enchilado y todavía ni repartían los tamalitos; primero negó entrevistas, pero los aguzados reporteros terminaron por sacarle el habla, al final dijo que podría estar de acuerdo o no (seguro esta vez no) con las decisiones, pero siempre dispuesto a apoyar al movimiento.
No perdió oportunidad de sostenerse como ganador de la encuesta, aunque no la mostró ni explicó la metodología, los números, los resultados, nada. Solo culpó a Mario Delgado por la falta de claridad y amenazó con reaparecer en la escena electoral para buscar la gubernatura en el 2027, rogando al cielo que ya cambien el platillo.
Llegaron lideragos del partido guinda con la convicción de escuchar el mensaje de Sheinbaum Pardo rogándoles unidad con el Verde Ecologista y la estructura del gobernador Gallardo; su discurso no pudo aliviar la indigestión gesticulada en los rostros de una coalición que nunca se acabó de cocinar, quedó cruda, insípida, muerta e insepulta.
Llegó al panel convocado por medios de comunicación flanqueada por el mandamás del Partido Verde, escoltado por personal de seguridad de Gobierno del Estado por cierto, la pregunta más importante para San Luis: “¿Irían los partidos juntos, o separados?”.
La respuesta fue certera, cada partido postularía a sus candidatos. Sheinbaum explicó que a nivel nacional van juntos pero en algunos estados por el tema de competitividad irían separados para ganar las tres senadurías, el olor a manteca fría no dejó duda: en San Luis no lograron buen acuerdo.
Defendieron la narrativa de unidad y todos salieron en la foto, solo el gobernador fue más cauto y esta vez no se dejó ver en el evento; a puerta cerrada -en otro lugar- se fotografió con la aspirante presidencial, con todo y su suéter verde, por aquello del frío potosino.
Gabino Morales cargará el resabio amargo de este empacho por lo menos tres años más, a menos que recurra al todopoderoso detente.
¡Buen provecho!