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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 1 de noviembre 2021.- Con más de 400 años de historia, San Luis Potosí resguarda entre su pasado múltiples leyendas de tradición popular, mismas que de acuerdo con académicos que se dedican al estudio del pasado cultural y de tradiciones orales, el que se mantengan vivas dentro de la cultura popular es fundamental para que el pasado potosino sea parte vigente en el ahora social, a continuación presentamos las más tradicionales leyendas populares.
La loca Zulley
-La eterna dama enamorada del antiguo barrio de San Miguelito.
La historia de la tristemente conocida “Loca Zulley” es una de las leyendas más conocidas y a la vez más triste del estado, esta cuenta la historia de Claudia, joven perteneciente a una de las familias más adineradas en San Luis Potosí, ella vivía en el barrio de San Miguelito y cayó perdidamente enamorada de Rodolfo, quien después de un largo noviazgo le propuso matrimonio, sellando su compromiso con un hermoso anillo de oro blanco.
Claudia aceptó llena de alegría y estaba más que feliz con su boda, pero jamás espero que ese día sería el más triste de su vida, ya que su amado Rodolfo jamás llegó al altar del templo de San Miguelito.
Después de ese momento Zulley iba diariamente al jardín del templo creyendo ciegamente que Rodolfo se presentaría, llegando al punto de perder la razón, se le veía vestida de novia y persiguiendo a los hombres que encontraba en su camino, ya que los confundía con su prometido.
Debido a esto la gente comenzó a apodarla la «Loca Zulley», muriendo sin volver a recobrar la razón.
Al día de hoy se dice que el anillo de compromiso de Claudia lo tiene puesto en su mano izquierda la Virgen de la Soledad que está en la iglesia de San Miguelito, donde personas residentes de este barrio afirman que su espíritu aún vaga por los jardines vestida de novia en espera de su amor.
Juan del Jarro
Juan de Dios Ramírez, mejor conocido como Juan del Jarro, fue uno de los personajes más enigmáticos que han vivido en tierras potosinas, su apodo le fue dado popularmente debido a que siempre cargaba un jarro de terracota; sin oficio alguno se dedicaba a recorrer las calles de la ciudad, conociendo gente y recolectando las limosnas que de buena fe la gente le daba, dando la mayoría de estas a personas necesitadas.
De entre sus peculiaridades se cuenta que detestaba el bañarse, el mes de julio y sobre todo, la idea de ser rico, se dice también que siempre tenía un refrán para quien le preguntaba algo, siempre en compañía de su sombrero viejo y su morral.
Según la leyenda, Juan del jarro podía escuchar el futuro de las personas en el jarro que llevaba consigo a todos lados, siendo una de las anécdotas que más se cuentan en que: «Un día, una señorita de clase alta pasó al lado de Juan y segura de que no era más que un charlatán que engañaba a la gente para obtener dinero, le preguntó:—Dime, adivinador, ¿cómo se llamará el que ha de ser mi esposo?A lo que Juan del Jarro respondió:—Te casarás, pero no con el padre del niño que llevas en el vientre.
Al poco tiempo, la señorita tuvo que abandonar la ciudad porque su familia descubrió que Juan tuvo razón.
Juan del jarro falleció el 8 de noviembre del año 1859, teniendo 66 años y a la fecha las personas que lo creen milagroso acuden a su tumba en el cementerio del Saucito cada 2 de noviembre a dejarle monedas de plata y jarros con agua.
¿Fantasmas en el teatro Alarcón?
Uno de los sitios más emblemáticos y bellos de la ciudad es el teatro de Alarcón, mismo que, según varias leyendas, es uno de los edificios más embrujados no sólo de la ciudad, sino de todo el estado, ya que se dicen que dentro de sus paredes se guardan las almas de tres fantasmas, varios han sido los dichos sobre estos espíritus que habitan, ya que empleados aseguran que durante el tiempo de vida de este teatro se aparecían «el niño», «la tacones» y el más famoso de todos, «el gabardinas».
Sobre el Gabardinas se dice que este era dueño del terreno donde actualmente es el teatro, donde después de una fuerte decepción amorosa tomó la determinación de colgarse de un árbol dentro de su predio, mismo sitio donde fue sepultado y donde actualmente si se observa con atención debajo del escenario es posible ver su tumba con forma de cruz en el piso.
Las leyendas aseguran que su fantasma se visualiza entre los balcones y butacas, así como una sombra negra vestida con una gran gabardina.
Dichas leyendas aseguran que es en el baño de mujeres donde más sucesos extraños ocurren, como corte de electricidad y reflejos sin explicación en sus espejos.
La Maltros, bruja de los Arcos Ipiña.
Fue durante la época colonial donde vivió una mujer sumamente poderosa, quien ostentaba un puesto muy importante en la inquisición, por lo que podía decidir sobre la vida de los demás, se le conocía como la Maltos y habitaba el edificio de los Arcos Ipiña, en el centro de San Luis Potosí.
En aquel tiempo se dictaba toque de queda en la ciudad, pero la Maltos era tan poderosa que fácilmente podía violar el toque de queda sin ningún riesgo, por lo que podía pasear en su carreta tirada por sus dos caballos negros, sembrando el miedo entre los habitantes de la ciudad, pues se decía que el sonido que hacía al pasar con su carruaje era infernal.
Resultando en rumores de la gente que dicha dama practicaba la brujería, magia negra o rituales que realizaba en su casa.
Un fatídico día, la Maltos ordenó la ejecución de dos personas influyentes y de familias muy importantes, por lo que esto no fue bien visto entre la alta esfera aristócrata, por lo que se le terminó acusando de brujería y asesinato, ella asumió los cargos y aceptó su castigo: ser ejecutada.
Se cuenta que como última voluntad pidió que se le diera permiso de dibujar un carruaje en su morada, pues quería ser recordada de esta forma, por lo que las autoridades accedieron, donde cuentan qué tras haber dibujado su carruaje este salió de la pared y ella, de un salto subió en el, alejándose a toda velocidad mientras lanzaba risas burlonas y espectrales, cuentan que nunca más se supo de la Maltos.
El «Gallo» Maldonado
El joven Luis Maldonado era un chico de clase media que se caracterizaba por su gran dote de escritura romántica en poemas, así como por su peculiar peinado, cierto día encontró el amor con Eugenia, una joven de alta sociedad, con quien sostuvo una relación que ella terminaría sin alguna explicación, y que, al pasar del tiempo, el joven Maldonado se enteró que esta se había casado con un acaudalado hombre yéndose de la ciudad.
Luis se volvió loco, cayó en depresión, perdido y triste cayó en las garras del alcoholismo, se hizo vagabundo y dejó de escribir esas bellas cartas que acostumbraba, por lo que sus poemas eran ahora para parejas que encontraba en la calle, donde los detenía y les recitaba sus poemas, hasta que murió en la calle.
Dicen las leyendas que el joven Maldonado nunca pudo encontrar la paz, ya que aseguran que su alma vaga por las calles del centro de la ciudad, ya que hay personas que aseguran que por las noches ven deambular a un joven con un saco ancho, pantalón holgado y sombrero de copa donde sobresale un mechon de cabello que hace parecer una cresta de gallo, el joven se ofrece para recitarle un poema a la gente que se cruza en su camino.