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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 14 de diciembre de 2019.- Si caminas por las calles del Centro Histórico y observas detalladamente, podrás encontrar pequeñas piezas, recuerdos, historias de lo que una vez fue la antigua ciudad de San Luis Potosí y que se han mantenido con el paso de los años.
El recorrido “Vestigios”, impartido por Jesús Villa Rubio, Director General de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura y Enrique García Blanco, historiador de arte e investigador de Patrimonio Cultural, ayuda a los habitantes a poder encontrar estos pequeños retazos del ayer y reconstruirlos en la imaginación.
Villar Rubio explica que la ciudad se formó en primera instancia como un pueblo, un Real de Minas beneficiado a partir de la extracción de la plata y el oro en haciendas alrededor de Reforma, conformado por 19 manzanas y una plaza mayor.
Su título como ciudad llegó en el año 1656, cuando se puede constatar la calidad de las construcciones que comenzaron a realizarse, así como su crecimiento económico.
La fundación del conjunto de conventos de las órdenes de los franciscanos, mercedarios, agustinos, carmelitos, juaninos y jesuitas eran los que cerraban los límites de la entonces ciudad con sus remates, como las portadas, las cúpulas o las construcciones de los templos.
Sin embargo, con la llegada de las Leyes de Reforma en 1857 los bienes del clero fueron confiscados y pasaron a ser propiedad nacional, por lo que los conventos que una vez cerraban la ciudad comenzaron a seccionarse y venderse en lotes, como fue el caso de San Francisco, para continuar con las calles y pegarse con los antiguos pueblos de indios, que en la actualidad son los siete barrios de la capital del estado.
Uno de estos remates se puede observar en la parte superior del Templo de la Tercera Orden, con una gárgola zoomorfa, en el que el antiguo convento de San Francisco cerraba hasta la calle Galeana (que aún no existía).
“La ciudad se cerraba en aquí [en el convento de San Francisco] y se cerraba con el convento y templo de San Agustín, que remata con su torre. Todas las calles de la ciudad virreinal siempre rematan con una edificación”, dijo Villar, ante el asombro de los presentes.
LAS CALLES
Una pista para encontrar estos vestigios son los antiguos nombres de las calles, como Portillo de San Francisco, que abarcaba de 5 de Mayo hacia San Francisco.
En los interiores de las casas también se pueden observar vestigios fuera del ojo público, que corresponden a diversos momentos de la historia de la ciudad y que han sido conservados con el paso de los años.
Mientras que, dentro de la tienda Promoda sobre Álvaro Obregón, así como en el restaurante Bistró y la zapatería Gótico del pasaje Hidalgo, están las bóvedas de cañón corrido, que conformaban el patio del antiguo Beaterio o Colegio de Niñas Educandas de San Nicolás construido hacia 1730, y que fue derribado para dar paso al Palacio de Cristal cuando fue vendido el terreno a un particular.
Por otra parte, se puede observar el exterior del Palacio Mercantil hecho a encargo de la familia Meade, quienes llegaron a México y trabajaron en las minas de la ciudad.
Así como la antigua Alhóndiga, las cuales eran bodegas para grano para el abasto de la población, de la que se conserva su fachada y que estaban conformadas con naves de cañón corrido. La última de estas bodegas que conserva por completo su bóveda es la que ocupa actualmente la Zapatería Héctor, frente al Mercado Hidalgo.
Y al interior del templo de San Juan de Dios, se encuentra uno de los frescos hechos por el muralista mexicano Fernando Leal, por encargo de la orden de los dominicos, ubicado en la parte superior del retablo principal.
RECORRIDO ANUAL
El historiador de arte Enrique García Blanco indica que el recorrido “Vestigios” comenzó en 2016 y se realiza al menos una vez al año, con el fin de concientizar a la población sobre la importancia arquitectónica de la ciudad desde diversos puntos de vista, como la historia y el arte.
Señala que es importante darse cuenta que San Luis es dinámico y se preservan vestigios, huellas materiales y espirituales, que han dejado los antecesores y que en la actualidad pasan desapercibidos para la población.
Asimismo, tienen el objetivo de captar la atención del público, de las personas que transitan todos los días por el Centro Histórico, pero que no reparan en los detalles.