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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 26 de agosto de 2018.- Como día a día, desde hace 40 años, Anastacio Castillo García de 82 años y Jesús Casillas Aguilar de unos 60, ensayan y entonan canciones mientras esperan clientes en una banca de la Plaza del Mariachi, donde esta vez, en entrevista, repasan parte de su trayectoria.
Ambos pertenecen al Mariachi Colonial de San Luis y tienen 40 años en este oficio. Sienten que su ciclo aún no termina y por lo que les resta de vida se visualizan vestidos de charros y cantando para México sus melodías.
Don Anastacio, originario de Ojuelos, Jalisco, asegura que no hay mayor rompecabezas que la música y que por su experiencia “no tiene ni tendrá final; inicié a los 35 años, ya grande, pero lo hice por gusto…, me nació del corazón y a mis hijos no les gustó jamás”, comentó con dejo de nostalgia.
Toca el guitarrón y detalló que “tiene su chiste”, pues para lograr una buena melodía “es necesario ponerle sazón; yo no me inspiro en el amor a mujeres o en el desamor, me inspiro en lo que siento por la música, porque, aunque estoy viejo, la siento en el corazón”, aseguró.
Su canción favorita es del autor José Alfredo Jiménez, “cuando juega el albur” y admira a Silvestre Vargas, fundador del Mariachi Vargas, por lo tradicional que hasta la fecha se mantiene ese conjunto.
Le entristece que poco a poco, el valor de los cantantes de este género se ha ido diluido en la juventud.
“En ocasiones da tristeza, porque se va perdiendo la tradición, yo me sé muchas canciones de hace años, muy románticas y bonitas, pero es una lástima que nos piden muchas canciones nuevas, que muchas veces no tienen ningún sentido ni base musical”, deploró.
“No me gusta llevar serenatas sin sentimiento y ya no hay canciones románticas. Nos da tristeza y miedo que la tradición del mariachi se vaya acabando”, dijo con un semblante de pesar.
Pero no todo es malo, pues narran que fue en esta música donde han encontrado un segundo hogar.
Desde muy Jesús Casillas quiso ser como sus tíos e inició su carrera musical en el municipio de Salinas, San Luis Potosí, con una guitarra usada que compró con los mismos músicos del grupo.
“Me siento muy mexicano al portar este traje, sobre todo porque se ha mantenido casi todo original, lo único que dicen que se agregó es el chaleco”, refirió. Una de sus canciones favoritas es “El son de la negra”.
Los dos coincidieron en que lo más complicado de su oficio es cuando de manera repentina se topan con personas ebrias que se rehúsa a pagarles su servicio, pero lo que consideran “gajes del oficio y aquí vamos a seguir”.
Mientras reparten tarjetas a quienes pasan o preguntaban por sus servicios, aseguran que no dejarán de seguir como mariachis hasta que no puedan más o mueran.
“Por problemas de salud de mi esposa, dos veces he pensado en retirarme pero si lo hago será con el dolor de mi corazón, porque este trabajo para mí es terapia y siento que cuando lo deje me sentiré muy triste, triste, triste; me voy agüitar porque aquí me siento feliz de la vida, si no viniera siento que me voy a ir más pronto, me muero”, concluyó don Anastacio.