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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 11 de noviembre 2020.- Yo me llamo Norma Alicia Rentería Salazar, nací el 3 de agosto de 1989, hace 27 años, y soy la cuarta hija de cuatro hermanos, sí yo soy la menor y la única mujer. Mis papás son los mejores…mi papá murió hace 10 años y mi mami, hasta el día de hoy es mi gran apoyo.
Me casé a los 17 años, de esa unión nacieron 2 pequeños maravillosos, Brandon y Anthony, quienes ahora tienen 9 y 10 años respectivamente.
Desde pequeña, siempre me he considerado una persona muy alegre, me gusta conocer gente nueva, también me encanta cantar, leer, pasear. Mi defecto; confiar en las personas, por eso estoy aquí, ¡Sólo por aceptar dar un raid!: Él era una persona que hacía mucho no veía, confié en él, sin saber que minutos antes había cometido…un delito, es así como llegué aquí.
Mi vida era una vida bien llevada allá afuera, terminé mi carrera de Educación Inicial y trabajaba con pequeños de 45 días de nacidos a 6 años de edad. Aún no tenía plaza, sólo cubría incapacidades. ¡Me encantaba mi trabajo! Compartir con los pequeños, enseñarles un poco y a la vez aprender, tanto de ellos.
Hace casi un año me separé de mi esposo, él era alcohólico y era cada vez más agresivo, por eso tomé la decisión de separarme, estábamos en trámites de divorcio, pero llegué aquí, y tuve que interrumpir el trámite. La separación de mi esposo fue muy triste para mí, pues no es fácil terminar una relación de casi diez años en los que compartimos muchas cosas, yo siempre abrigue la esperanza de que algún día él cambiaría y volveríamos a ser felices.
Hace poco más de un mes me dijo que quería recuperar a su familia, y que haría cualquier cosa para lograrlo, yo volví a creer en él y por eso cuando llegué aquí pensé que él sería la primera persona con la que contaría, pero no fue así lamentablemente ¡no aceptó mi llamada!, en ese momento comprobé que el amor que un día anterior me había jurado, se había esfumado como el humo de un cigarro barato. Ese día me quedé muy triste, y valoré más a mi madre de quien en muchas ocasiones me había quejado pero que siempre había estado ahí, dándome su apoyo incondicional, algunas veces pienso que no lo merezco, pues antes no la comprendía, fui fría y no la valoré, este lugar me ha permitido ver eso y es algo que trataré de cambiar cuando salga.
Con la ayuda de Dios todopoderoso, he aprendido a darme cuenta y valorar todo lo que allá afuera tenía y no apreciaba como debía. Hoy pienso que todo sucede por una razón y con un fin, que Dios jamás se equivoca y que nos ama, por eso nos disciplina como un padre.
En las noches antes de dormir recuerdo mi vida… todo lo que era, lo que hacía; Me gusta el futbol y jugaba los domingos y los jueves, mis pequeños aman el futbol, y son muy buenos en ese deporte. Tuve tanto tiempo allá afuera para compartirlo con ellos y no lo aproveché, pero eso cambiará, ahora que salga de este lugar.
Soy tan empalagosa y cariñosa, siento tantas ganas de abrazar a mis hermanos, y decirles cuanto los amo, si algún día los lastimé o herí con mis palabras cuando peleábamos o discutíamos, porque soy muy hiriente; uno de mis defectos, pero los amo, pues son mi familia, son parte de mí.
Hace cuatro meses conocí a una excelente persona, Antonio; él era y es tan detallista, atento, amoroso, comprensivo; y yo fui tan indiferente con él. Él es una de las personas que aún en este lugar me ha brindado su apoyo incondicional, y me ha ayudado a comprender y apreciar a las personas que se interesan y se preocupan por mí, a las personas que en realidad te aman; a tomar los consejos y no dejarlos pasar como lo hice yo.
Mi vida ahora es triste, aquí se pierde más que la libertad, pero resistir con dignidad y sin perder la fe eso depende de mí y así he resuelto a hacerlo. Afuera me aferraba a conseguir lo que me proponía. En mi etapa escolar me encantaba participar en concursos de oratoria, declamación, banda de guerra, foros de lectura, fut-bol, constantemente buscaba obtener el mejor lugar y trabajaba para conseguirlo. Ahora he resuelto a hacerlo igual, a no desistir y tomar esto como lo que es, una prueba más, de la que tengo que sacar lo mejor para mi vida, para crecer como persona y mejorar como ser humano. Para que todo esto no termine con la persona alegre que soy y darle luz a mi vida.
Amo cantar aunque no tenga una buena voz para hacerlo, ja, ja, canto a todas horas, aún aquí, no he dejado de hacerlo, en ocasiones mi compañera de celda me dice: “La Cantora”. La vida es así como la letra de una canción. Inicia una historia, la relata con cosas tristes y alegres, nos enseña algo y al final dice qué fue lo que pasó, y termina con una lección.
Yo soy Norma y esto es un poco de mi historia porque sé que tal vez me falta un sinfín de cosas por contar. Esto es lo esencial de mi vida. Espero salir pronto de este lugar. Quiero agradecerles a mis amigas y compañeras de “NUEVA LUNA”, porque como escribí anteriormente, llegar a este lugar, me ha enseñado muchas cosas, una de ellas, sanarse mediante la escritura, aprender a sacar lo que te duele y te hace daño. Escribir lo que te cuesta decir, escribir es algo que me gusta, desde pequeña lo hacía. Nunca me había ayudado a desahogarme y sentirme aliviada, como ahora.
Aprendí que podemos plasmar en una hoja no solo canciones bonitas, cartas o poemas, sino también todo aquello que te oprime el pecho y enferma tu corazón. Y de hoy en adelante escribiré todo lo que no puedo decir, aunque me cuesta trabajo sacar lo que traigo dentro, sé que es una manera de liberarse.
Agradezco infinitamente a Dios por permitirme estar viva, por permitirme aprender, y a comprender por qué suceden las cosas. Por permitirme escribir.
(Historia del libro Cautivas, con el permiso de la coordinadora del mismo, Marcela García Vázquez)