Trastornos psicológicos: el lado silencioso del Cáncer de Mama
SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 13 de octubre de 2018.- Al recordar aquel lejano octubre de 1968, el ciclista potosino Agustín Juárez Ortiz participante en los Juegos Olímpicos de México 68 de la Ciudad de México, nostálgico reconoció, haberle quedado “la espinita” de que pudo ganar medalla o hacer algo más en la prueba de ruta.
“Creo que pude haber hecho más en mi prueba, competía contra lo mejor del mundo, pero me había preparado bien y tenía resultados necesarios para alcanzar algo mejor, sin embargo enfrentamos factores adversos”.
El tiempo ha pasado y a 50 años de distancia de aquella histórica celebración, Agustín describe como inolvidable su participación, muy difícil de que alguien pueda vivirlo en su propio país y como algo que con el tiempo se ha fortalecido, sobre todo entre su familia.
Es sin duda el pasaje más valioso en la vida del ciclista del barrio de Tequisquiapam, que se inició en esta especialidad, compitiendo en una bicicleta “turismera”, pero gracias a la afición de su padre por el ciclismo, hizo el sacrificio de comprarle una “sport” en pagos.
Juárez Ortiz relató su histórica experiencia a Quadratin San Luis.
“Afortunadamente pudimos estar ese día a todo. Porque desde la salida a los 8 kilómetros ya estábamos escapados pero nos alcanzaron faltando unos 10 kilómetros”.
“Yo sentí que se pudo haber hecho más, pero bueno, la reacción cuando le llegan a uno al final es de mucha inquietud, por más lucha que todavía le seguí haciendo, ya no fue posible.
“Lo que pasa es que sí estuvimos todo el día adelante (de la competencia), entonces si llegó ese momento en que sí nos faltó. Los ciclistas nos llegaban y nos salían por todos lados, unos salían y otros entraban al grupo. Desgraciadamente se nos escaparon seis, de uno por uno. A mi me agarraron dos colombianos y no me soltaron hasta que llegamos a la meta”.
Las características de la ruta.
“El circuito olímpico comprendía 25 kilómetros y un poco más para los 202 de la ruta, le dimos ocho vueltas. La meta estaba adelante del Toreo. A esta prueba le bajaron después a 175 kilómetros, en otros Juegos Olímpicos.
“La topografía de México era más fuerte que muchos otros lugares. Aunque se le bajó cerca de 20 minutos a la mejor olimpiada que se había hecho, en tiempo. El sol era muy fuerte, quemante y en la mañana a las 8:00 horas estaba bien, pero no duró mucho”, añadió.
El público mexicano.
“Por todo el amplio circuito de 25 kilómetros, Satélite estaba llenísimo de público, desde el toreo, en los puentes, por todos lados. Pero a nosotros sí nos afectó un poco tener el público de nuestro lado. Casola (el coach italiano Luigi) trató de hacer un bien pues nos dejó en el Centro Olímpico Mexicano para que estuviéramos tranquilos, de ahí salíamos a entrenar y estaba cerca de la competencia. Pero la verdad fue mucho encierro estar nosotros solos desde el día 6 de octubre, pues ya estaban todos concentrados en la Villa Olímpica. La presión del encierro siento que nos afectó”.
Su desempeño. Quizás el error.
“Yo pude haber hecho mucho más. Pero mi hombre (el rival a vencer en la prueba) que era el más fuerte y que salió del grupo de cinco, no lo quise dejar ir. Un italiano Bramucci (Giovanni) que yo conocí en Europa desde un año antes, y que ya había venido a México también.
“Era el hombre a vencer y Vianelli (Pierfranco) que fue el ganador de la medalla de oro lo hizo sobre el circuito olímpico de ruta que yo ya había ganado en tres ocasiones, Yo ya había hecho lo que él hizo.
“Se escapó un sueco junto con un danés y Vianelli, seguidos de un español y uno de Yugoslavia para un grupo líder de seis. Atrás veníamos un grupo como de 15 corredores, disputándonos el séptimo lugar. Al finalizar la prueba los jueces determinaron que mi lugar fue un noveno, detrás de un alemán y uno de Bélgica.
“Yo fui el mejor ciclista mexicano de la prueba, los demás se fueron retirando Heriberto estaba terminando pero se quedó, yo le decía ¡vamos, vamos, métete!, pero ya venía muy mal.
“Este recuerdo siempre estuvo conmigo, pero a través de que pasó el tiempo, fue creciendo y mas que todo por mi familia. Notaba que mis sobrinos e hijos, sabían que yo fui a los Juegos, pero no lo que hice. Mi hijo y mi esposa Juanina Mendoza me impulsaron para subir las fotos a las redes.
“La vez que gané la vuelta de México, mi madre tenía una tienda, estaba tan feliz que a todo mundo le regalaba refrescos, cervezas y todo lo que tenía.
“El ciclismo es un deporte que jala a la gente, en aquel tiempo, donde quiera había bastante gente. Me gustaba mucho hacer deporte, me iniciaba en el futbol, en el beisbol, pero yo veía a mi hermano Ricardo que se subía su bicicleta. Mi papá Luis Juárez Ibarra, muy escondido le atraía el ciclismo, pero nunca nos lo dijo, y aproveché para decirle que me faltaba una bicicleta sport”.
“Hay una en el Centro Mercantil le dije, y fuimos a verla, la compró en seis abonos, y fue donde me inicié más formalmente en el ciclismo. Cuando vio que si necesitaba la bicicleta, y con sacrificio me la compró pues trabajaba en la Asarco en descargar los carros del ferrocarril. 70 toneladas tuvo que descargar para terminar de pagar los 6 abonos.
“Siempre tuve la idea de yo le entraba, nunca bajaba frenando, porque me fuera a caer, yo le daba a lo que se podía. Y así fue, me gustó mucho y eso me impulsó a salir adelante”.