Esquiroles de oposición, apoyan a Morena
¿Qué piensa usted, estimado lector? A los ojos de este monero, solo hay tres opciones por las cuales Samuel García, el ambicioso payaso político, pudo haberse negado a aceptar al gobernador interino seleccionado por el congreso del estado de Nuevo León.
Una podría ser evitar que la oposición tome el control del estado que él detenta hasta ahora, regalándoles 4 años de mandato que tanto le costó lograr.
La segunda, porque perdería el financiamiento que necesitaría para su campaña como palero o esquirol de AMLO, buscando el triunfo de Claudia a través de la merma de votos a la candidata de la oposición nacional, Xóchitl Galvez.
Otra podría ser que se vislumbraba un gobernador de oposición que destaparía la verdad detrás de sus milagrosos y extraordinarios (según él) dos años de gobierno y la realidad detrás del fiasco de la planta de Tesla, por ejemplo.
Su candidatura y renuncia podrían servir como manual de lo que está mal en la política mexicana actual. Podemos ver a un político surfeando las mieles del populismo, creyéndose omnipotente porque consigue fanáticos en vez de una base de apoyo, o un prepotente que se atreve a desafiar a los opositores desde la tribuna ventajosa del poder, en vez de crear consensos y concertaciones, negociaciones respetuosas y reconocimiento de sus pares; un picapleitos que intenta señalar a enemigos que no son más que parte del pueblo al que debe servir, sin excluirlos. Una celebridad que en la práctica no conoce de diplomacia y honorabilidad, sino más bien de bailes y gracejadas en redes sociales. Un personaje digno de una historieta y no de ser registrado en los anales de la historia.
Se puede percibir la falta de colmillo, de mérito, de conocimientos y de palabra. Se puede oler que sus cimientos se están pudriendo desde que se rumoran a gritos sus vínculos con el crimen organizado. Se puede ver que su aprobación proviene de la huequedad de la deslumbrante pareja y de su presunción mediática cuestionable. Se puede ver que es un niñato iluso que cree que tiene el mundo en sus manos y solo es su egocentrismo, su presunción y su soberbia el único combustible que soportan su existencia como funcionario electo.
Desde el presidente de la república hasta gobernadores y alcaldes, podemos ver repetido el patrón: absurdos mediáticos sin una vocación y carrera, hambrientos de poder y dinero, buscando feudos y no administraciones, apoyados por turbas «maiceadas», sucumbiendo a sus llamativas flautas de Hamelin de TikTok, Instagram, etc.
Es hora de salvar a México y volver a construir una política saludable antes de que un Milei, un Chávez, un Trump, un Hitler o incluso un Peje vuelva a hipnotizar a las masas con discursos inflamatorios, promesas huecas y a medida, y recetas para el desastre nacidas de sus podridas entrañas.
Creo que sí se puede y está en las nuevas generaciones tomar la estafeta de este sagrado deber, el de analizar y elegir correctamente a sus funcionarios públicos lejos de su desempeño en las redes sociales.
Dedicado a Fanny y Jossy, sin alusión a su aventura maromera que afortunadamente quedó en poco más que un susto.