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El gobierno analiza asumir todos sus pasivos
Pemex no tiene salvación.
No lo es ni administrativa ni contablemente para garantizar su supervivencia a corto, mediano y menos a largo plazo aunque le buquen argumentos políticos y se presenten ejercicios gubernamentales optimistas.
Por los pronósticos tampoco le es ni lo será posible sortear una deuda financiera superior al medio billón de pesos, más sus deudas vencidas a multitud de acreedores en turno ante la ventanilla para cobrar.
Para cobrar ante una bolsa vacía pese a los cientos y cientos de millones de pesos inyectados por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y en la actual administración.
Es cuestión de números: a lo señalado como deuda financiera -más de 506 mil millones- deben agregarse los 101 mil 65 millones de dólares (algo así como dos billones de pesos) oficialmente reconocidos al cierre del 2024.
Y si esos números espantan nacional e internacionalmente, hay un dato adicional: en el primer trimestre las pérdidas superaron los 43 mil millones de pesos.
Como los números espantan, aquí viene la noticia.
BANCOS EN RIESGO
El gobierno estudia asumir todos los pasivos.
Sería mediante una declaración -en tres o cuatro meses- de deuda soberana de Petróleos Mexicanos (Pemex) con cuanto ello signifique para las finanzas nacionales por su impacto.
Seguramente la decisión recaerá en el secretario de Hacienda y Crédito Público, Edgar Amador Zamora, en cuya prudencia fincan su confianza los empresarios nacionales y extranjeros.
Pero no sería fácil asimilar los más de 2.5 billones de pesos en una deuda para sumar a los 17 billones de pesos -andaríamos sobre los 20 billones al corto tiempo- y en un entorno adverso.
El tema está a debate en las alturas y la decisión debe asumirse al corto tiempo por algo muy sencillo: a estas alturas la deuda crediticia de Pemex es considerada deuda chatarra.
Las calificadoras acechan.
Cualquier alternativa es de mucho riesgo: muchas regiones dependen de la explotación petrolera -Campeche, Veracruz, Tamaulipas, etcétera- y toda medida tendría impactos económicos y laborales.
Los acreedores son cuenta aparte: todos han pedido préstamos a instituciones privadas y están a punto de la quiebra para cubrir a los bancos, terceros afectados en caso de no tener solución a sus reclamos.
Dicho en lenguaje directo: el gobierno de Claudia Sheinbaum está ante su propio Fobaproa si no encuentra otra alternativa a la deuda soberana planteada al gabinete económico.
CFE EN LISTA DE ESPERA
El comportamiento nacional e internacional va contra las perspectivas internas.
Si se desea tener un déficit de 3.9 por ciento a partir de un buen crecimiento del producto interno bruto (PIB) originalmente previsto en 2.4 por ciento, los especialistas lo llevan a la baja.
No sería mayor de 0.01 por ciento en 2025, según esos pronósticos.
Arriba hablamos del caso de Pemex, pero también desde ahora debe voltearse a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), con crecientes pérdidas y en condiciones difíciles.
Fruto de la pretensión de Andrés Manuel López Obrador de privilegiar a dos paraestatales cuya condición no da para hacerlas productivas y ni siquiera autosuficientes.
¿Qué pasaría si luego de la salvación de Pemex también se decide convertir en deuda soberana los pasivos, deudas y demás pendientes de la industria eléctrica nacional?
CFE está en lista de espera.