Ironía
No tiene remedio
Pablo Hiriart
El informe trimestral del PIB que publicó este martes el INEGI señala que la economía del país tuvo su peor desempeño desde la crisis global de 2009.
La economía tuvo un crecimiento desestacionalizado de -0.2 por ciento. Es decir, decrecimiento.
Con ese dato hubiéramos esperado que nuestro presidente lanzara una serie de medidas para reactivar la economía, pero ocurrió todo lo contrario: “vamos requetebién”, dijo ayer.
Y ante eso, no hay remedio. Sólo estupor.
Tenemos el peor arranque de sexenio desde el “error de diciembre” de 1994 de Ernesto Zedillo, ¿y no hay nada que rectificar?
Paralelamente a la presentación de los datos de (de)crecimiento dados a conocer por el INEGI, el presidente entregó el Plan Nacional de Desarrollo, en el que insiste en que la economía crecerá al cuatro por ciento promedio en el actual sexenio.
¿De dónde? Los datos anualizados y desestacionalizados del INEGI apuntan que la economía crece a un 0.2 por ciento. Esa es la realidad.
La pregunta es ¿cómo le hicieron para tirar así la economía?
¿Qué explicación da el gobierno al crecimiento anualizado de la economía de apenas 0.2 por ciento?
No hay crisis. Recibieron un país con problemas de corrupción e inseguridad, pero funcionaba. En tres meses ya lo echaron abajo.
La economía de Estados Unidos crece a un boyante tres por ciento, por lo que nosotros deberíamos estar creciendo casi a cinco o seis por ciento.
¿Qué les pasó? ¿Qué les está fallando? Menos 0.2 por ciento.
Hasta las exportaciones cayeron, ¿por qué?
Con las tasas de crecimiento de la economía de Estados Unidos, nuestras exportaciones tendrían que haber aumentado. Y cayeron.
El presidente en sus conferencias mañaneras y en el Plan Nacional de Desarrollo le echa la culpa al pasado. Todos los males son producto del “neoliberalismo”.
Culpa directamente a “la reforma energética, impuesta por el régimen anterior a Petróleos Mexicanos y a la Comisión Federal de Electricidad” (página 50).
Veamos: Pemex tuvo pérdidas, en este trimestre, por 37 mil 700 millones de pesos… por culpa del pasado.
Y en el primer trimestre del año anterior tuvo ganancias por ciento trece mil millones de pesos.
¿Quién lo está haciendo mal? ¿El que ganó 113 mil millones o el que pierde 37 mil 700 millones de pesos?
Dice el Plan Nacional de Desarrollo en su página 44 que este gobierno recibió “un Sistema de Salud pública insuficiente, ineficiente, depauperado y corroído por la corrupción”.
Seguramente tiene razón en parte de lo anterior, pero es falso que estén en “quiebra financiera”: el ISSSTE tiene reservas financieras por 90 mil millones de pesos, y el IMSS dejó finanzas sanas con reservas por cien mil millones de pesos.
Es en el actual gobierno donde se ha producido el grave desabasto de medicinas por los recortes presupuestales aplicados al Sector Salud.
Al Instituto de Nutrición Salvador Zubirán le recortaron 147 millones 869 mil 471 pesos.
Le recortaron al Instituto de Cardiología 19 millones de pesos. Al de Geriatría, cinco millones. Al de Medicina Genómica, seis millones 838 mil pesos. Al Instituto Manuel Velasco Suárez (Neurología y Neurocirugía) le quitaron 26 millones de pesos.
¿Por qué, si no hay crisis? ¿Con qué cara le echan la culpa “al pasado”?
Ellos recortaron y ellos frenaron la economía porque quieren hacer un Tren Maya y una refinería en Tabasco, entre otras cosas, como programas sociales personalizados.
No hay ni habrá rectificación. Van derecho y no se quitan.
Acusa el presidente en el Plan Nacional de Desarrollo al sexenio 1988-94 de haber iniciado “el proceso desastroso que culminó en 2018” (página 35).
Pues en ese sexenio se creció a un promedio anual de 4.1 por ciento, con el petróleo a apenas 15 dólares el barril y una deuda externa heredada del populismo que equivalía al 130 por ciento del PIB.
Ahora, en el primer trimestre del año, sin crisis interna y con EU boyante, crecimos a menos 0.2 por ciento, con el barril de petróleo casi en 65 dólares y una deuda externa heredada equivalente al 37.29 por ciento del PIB.
Con Estados Unidos creciendo al tres por ciento y se nos caen las exportaciones, se nos caen las inversiones y se cae en ocho por ciento la recaudación por IVA, es decir, el consumo.
“Vamos requetebién”. Esa no es respuesta, y sobre todo deprime que no haya la mínima intención de rectificar.
Los países crecen cuando hay inversión. Y hay inversión cuando hay confianza.
Aquí se canceló un aeropuerto de talla mundial cuando estaba en marcha, las inversiones ya hechas y construido en un 33 por ciento.
Devolvieron el dinero con todo y un premio de varios miles de millones de pesos, para que no hubiera demandas en tribunales internacionales. Bien, pero ¿quién va a creer en México para posteriores inversiones cuando su gobierno cambia las reglas del juego a medio camino?
El resultado está a la vista: el peor arranque de la economía en un sexenio del presente siglo.
Dicho sea de paso, también tenemos la mayor tasa de criminalidad desde que hay estadísticas.
Todo apunta a que hay que rectificar. Hacerlo ahora, cuando todavía es posible y el gobierno cuenta con una amplia aprobación, por la esperanza que suscita en muchísima gente.
Pero no va a cambiar. “Vamos requetebién”. No tiene remedio.