
El uso del pasado
A inicios del mes que corre nos enteramos que India tenía un artefacto espacial en órbitas elípticas de la Luna; el resultado de su misión ha sido exitoso y su artefacto ha alunizado en el polo sur del satélite natural.
Con esa misión exitosa, llamada Chandrayaan-3 (palabra de origen sánscrito que significa “Chandra”: Luna y “Yaan”: vehículo, el 3 es el consecutivo de intentos), India se suma a la élite de países que han logrado alunizajes para llevar vehículos autónomos o de control remoto con fines de exploración; la élite está formada a la fecha por Rusia, China, Estados Unidos y ahora India.
Con esto India está de lleno en la carrera por los recursos lunares y en la potencial proyección para viajes a otros planetas del sistema solar.
Pero ahora veamos el asunto y el contraste mexicano.
India es una economía que para mediados del presente siglo estará entre las primeras 10 o quizá 5; sabemos también que tiene grandes problemas de diferencias socioeconómicas internas, grandes retos en salud, alimentación y medioambiente, tanto como complicaciones para un desarrollo sostenible; todo amalgamado con cultura antigua de enorme tradición y sabiduría.
¿Por qué un país como India se enfrasca en una carrera espacial que le demanda fuertes cantidades de recurso financiero y humano?
La respuesta puede ser formulada de manera simple: La Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, se impulsa, entre otras áreas, por programas espaciales y proyectos de gran calado.
A su vez, la CTI impulsa e impacta favorablemente al desarrollo socioeconómico sostenible y conlleva beneficios sociales; esto lo saben en India y otros países que hacen esfuerzos para crear programas científicos a partir de sus propias políticas públicas.
Por ello invierten recurso financiero y humano en programas de CTI, incluidas misiones espaciales.
En contraste, el consejo nacional para CTI en México no soporta discusiones sobre el maíz transgénico en el contexto del conflicto que se avecina enmarcado en el T-MEC; sólo emite diretes que no han podido sustentar con resultados científicos trazables, son sus opiniones.
De hecho, el escenario mas probable es que México insista en cancelar importaciones de maíz transgénico, que EUA persista en pedir información científica al respecto y que el gobierno federal mexicano, incluido CONACYT, no pueda dar respuesta a tal requerimiento; en ese caso, por cierto, la terquedad anti-científica costará a México, sólo por el conflicto de maíz, mucho recurso financiero, este espacio se pregunta si con ello se constituye daño patrimonial y en consecuencia sea punible.
Es el mismo consejo nacional incapaz de formular en tiempo y forma una reforma de ley progresista para CTI que se procese legislativamente de acuerdo con la norma, mucho menos ha tenido capacidad para generar programas, políticas públicas o impulsar crecimiento presupuestal a la CTI; ni presupuesto público ni privado.
Es el mismo consejo nacional para CTI en México que ha sido incapaz de operar los programas que ya funcionaban, al menos medianamente, tampoco los ha mejorado.
¿Cómo no va a ser así si es parte de un poder ejecutivo cuya única atención está en la concentración de poder?, toda su atención está exclusivamente concentrada en actos político-electorales; desde Palacio Nacional hasta la oficina mas pequeña, ahí se enclava el CONACYT actual.
La distrofia del poder público para la CTI mexicana es tal que, de facto, el Ejecutivo Federal sólo ve a la universidad mexicana como un marco político-electoral.
Es el caso que, en voz y amenaza de reforma normativa de la UNAM, desde el legislativo, palacio pone la mira esa casa de estudios y su proceso de sucesión en rectoría; ven a la universidad como botín político para manejo de masas, base social se dice ahora.
En respuesta, la UNAM ha adelantado el proceso, sin violar su norma interna, y el discurso mañanero ha cambiado para decir que no meterá las manos; mas bien lo sacaron de la jugada.
Así India avanza y México aun no.