
Una lectura realista a la popularidad de Trump
Descubrir la bondad alojada en el corazón de las personas puede ocurrir en momentos y lugares inesperados. Así lo viví de manera casual durante el Domingo de la Misericordia.
Ese día, un amigo de años me invitó a almorzar. Entre café huasteco —endulzado con melado—, conversamos sobre temas políticos, sociales y económicos. Él, tronco de una familia visionaria y trabajadora, ha logrado una posición cómoda gracias a negocios que también generan empleo, lo que les ha llevado incluso a ocupar cargos públicos.
Sin embargo, también han enfrentado enfermedades y momentos difíciles, como muchas otras familias. Lo que distingue a este amigo es su compromiso con los demás.
Después del almuerzo, me pidió acompañarlo a resolver un asunto. Tomó rumbo hacia el sur de la ciudad, a una zona con techo de lámina, calles de grava y changarros humildes. Al llegar a un terreno con árboles y casas improvisadas, llamó a una mujer de nombre Juanita.
Salió una mujer mayor, con dificultades de salud, que vive con su padre en silla de ruedas y sus dos hijos, también enfermos. Para sostenerse, vende tacos por la noche y menudo los fines de semana. El terreno donde está su tejaban le fue prestado por mi amigo, quien es propietario del lote.
Durante la misa del Sábado de Gloria, el tejado de su puesto se incendió. La comunidad ayudó a sofocar las llamas con agua bendita. Mi amigo acudió para asegurarse de que estuvieran bien, le sugirió denunciar el incidente y le ofreció apoyo legal. Pero fue más allá: le prometió madera y palma para reconstruir, agua y drenaje, y un contrato simbólico de renta por 100 pesos mensuales que no le cobrará, con la opción de vivir allí con su familia.
No es el único caso. Ayuda a varias familias en situación vulnerable sin buscar reflectores, sólo por convicción cristiana. “Si Dios nos ha tratado bien, es justo corresponderle de esta manera”, me dijo.
Este acto me hizo reflexionar sobre los prejuicios hacia quienes tienen una buena posición económica. También existen personas generosas entre ellos, dispuestas a compartir sin condiciones.
Un saludo y un abrazo al ingeniero Antonio Guillén Camarillo por su enseñanza de vida.