El peor enemigo de Nahle es Nahle
La actual administración del CONACYT ha recibido muchas críticas, mismas que se han ganado apulso por una obcecada búsqueda de ideologización en las políticas públicas para Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI; tanto como impericia y falta de oficio en el servicio público.
La doctrina ideologizada en CTI es despropósito, son los hechos reproducibles sistemáticamente quienes gobiernan al desarrollo científico-tecnológico mundial, ese debe ser el punto de partida para cualquier política púbica en esta materia; no lo es la terca obsesión de imponer una interpretación del entorno y su realidad a otras personas.
Una muestra ilustrativa y reciente de este hecho es que se ha reportado que el pico máximo de muertes por COVID19 ha disminuido desde la tercera a la quinta ola, mientras el número de contagios se mantiene alto.
Es decir, mientras que el pico máximo de contagios en la quinta ola es casi del doble de casos que el pico máximo en la segunda ola; el número de muertes por COVID19 en la segunda ola es más de diez veces las muertes que ha habido en la quinta.
Un factor que distingue a la segunda de la quinta ola es la vacunación anti-COVID19, la información sugiere fuertemente que la vacunación es el factor salvador de vidas; contrario a las declaraciones del titular federal para el sector salud y las del médico encargado del manejo de la pandemia en México.
De hecho, el Financial Times reportó que la letalidad de COVID19 ha disminuido principalmente como consecuencia de la inmunidad; incluso la tendencia sugiere que será menos letal que la influenza común, llamada gripe.
El manejo de la pandemia por COVID19 en México ha costado cientos de miles de muertes, en cifras oficiales, quizá sea un millón o mas.
Otro elemento en la disertación de esta entrega es que México nunca fue capaz de desarrollar una vacuna basada en conocimiento propio.
La vacuna llamada Patria fue desarrollada en Estados Unidos y México sólo adquirió algunos derechos.
La administración federal no fue capaz, siquiera, ni por la vía de CONACYT ni del Sector Salud, de implementar alguna metodología científica para las pruebas de fase 3 en la vacuna de la que adquirió derechos.
Un fracaso absoluto en CTI aplicada a un problema nacional de salud.
Entonces, tenemos que: 1, la CTI en otros países permitió el desarrollo de vacunas, hay diferentes; 2, el proceso de vacunación salva vidas, ese sí fue implementado como salud pública, pero mas por exigencia de la sociedad que como acto de autoridad federal; y 3, CONACYT no fue capaz de atender la necesidad del desarrollo real de vacunas mexicanas, pudieron ser varias por UNAM, UAQ, CPI’s, u otras.
Lo anterior no es un silogismo, la tercera parte no es conclusión de las dos primeras, sino que son tres hechos documentados e interconectados; me explico.
¿Qué es lo que liga a los tres hechos listados arriba?
La CTI autónoma de ideología, una con políticas públicas enfocadas en las capacidades reales del conocimiento y su concreción como innovación tecnológica basada en el saber y hacer propios.
La CTI con una estructura en otros países permitió desarrollar las vacunas como estrategia de salud pública para salvar vidas y para ello se requiere que una CTI libre pensadora sin atavismos ideologizados por resentimientos sociales.
Para que ello resulte, se necesita que quien sea titular de CONACYT privilegie la CTI y no la obediencia político electoral o bien un organismo autónomo constitucional; es decir, desvincular la dependencia de CTI con políticos de oficio.
De hecho, las personas políticas de oficio se desarrollan en partidos, los partidos tienen el objetivo de alcanzar el poder y conservarlo; la CTI no.
Lo obvio es desligar el nombramiento en CONACYT a los tiempos político electorales sexenales; lo no tan obvio es una personalidad fuerte en CTI, sólida en convicciones para ésta importante actividad de la humanidad que salva vidas cuando no depende de una doctrina ideologizada.
Sí, pensemos en 2024 para tal fin.