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Oposición no regatea la unidad nacional ante llegada de Trump
En nada le beneficia a nuestro país saber quién ha sido el presidente que más se hizo el tonto con las colosales tranzas de sus subalternos. Pero hay que ocuparse de lleno en el tema del actual gobierno, que puede evitar un caso como el de García Luna hoy, haciendo uso del refrán de «ver la viga en el ojo propio antes que señalar la paja en el ojo ajeno». Y si bien el caso de Genaro, quien no pudo ser indiciado en nuestro país y ahora es enjuiciado en Estados Unidos, ha sido motivo de celebración de la maquinaria propagandística de la cuarta transformación (con todo y sus recién destapados bots), se le oye muy poco mencionar al incómodo maestro del fraude, Manuel Bartlett y sus constantes deslices que apestan a multimillonarias tranzas.
No pueden avanzar en el combate a la corrupción (que es una de las principales plataformas en las que se sustenta la actual administración) solamente derrumbando y rehaciendo las estructuras nomás porque recuerdan y simbolizan al sistema anterior. Ya de por sí es malo que, aunque sean fuertes, funcionales y se hayan erigido en torno a reclamos ciudadanos, las venga derribando por estar las fachadas pintadas con el color de sus enemigos imaginarios. De ser cierta esta gran estrategia, debería combatir la corrupción, aunque quien la encarna traiga puesta la misma camiseta que el presidente. Si bien es cierto lo que él dijo, que debe barrer la escalera de arriba hacia abajo, también debería contemplar la limpieza completa de su casa como debe ser, de adentro hacia afuera.
Dentro de su propio sistema, han heredado el ADN del priismo y panismo en la persona de algunos miembros del nuevo sistema. Y si bien para algunos no es malo que sean ex-prianistas, el coro de gansos de la 4T se ha dado a la tarea de hablar mal de las personas, estructuras e ideologías anteriores como del demonio mismo. Ah, pero se incomodan y hasta enfurecen cuando se les recuerda el pasado del personal ex-prianista, aun cuando ha sido ampliamente señalado y repudiado tanto por los partidos de oposición como por los propios seguidores de la 4T, incluso por algunos capitanes de ésta.
Con semejante lastre (llamado Manuel Bartlett) a cuestas, el discurso de alta moralidad y anti-corrupción esgrimido constantemente por el presidente, siempre carecerá de veracidad y sustento. Siempre será cuestionado. O aludiendo finalmente al refranero popular “que se lo crea su abuelita”.