Morena, abuso de poder
Este martes Estados Unidos se juega el futuro. El resultado electoral será un referéndum al presente y pasado.
Hace cuatro años, la victoria de Trump dio paso al populismo, al nacionalismo desbocado de bravucona grosería, a la angustia constante, tensión permanente, división profunda y xenofobia apabullante.
Por eso, este martes importa más lo que sucederá con Trump frente a su rival Biden.
Hay 538 votos electorales en juego, 270 es el número mágico; quien los consiga habrá ganado. Encuestas predicen que Biden tiene en la bolsa 216; Trump sólo 125. Sin embargo, que nadie se espante si el martes nos vamos a dormir sin saber si Trump se queda o se va; el recuento puede tardar días.
Deambula un fantasma; que el voto popular sucumba ante la aritmética de los colegios electorales. El aire está enrarecido.
Una victoria del republicano sería el triunfo de una forma caduca de hacer política con efectos desastrosos en el orden mundial. Una victoria demócrata revelaría que nuestros vecinos decidieron despertar de una amarga pesadilla.
Los estadunidenses decidirán este martes a cuál pasado quieren retroceder. A una supuesta época de dominación y grandeza basada en el machismo supremacista de Trump, o a recobrar la ruta de la presidencia prudente de Barack Obama, interrumpida hace cuatro años, con un hombre políticamente correcto, visto por muchos como un mediocre.
Si Biden vence es lo de menos. El importante es Trump, porque es de lo que cuando pierden arrebatan.
Hay riesgo de que la elección estadunidense acabe en tribunales, a balazos sin abrazos.