
El uso del pasado
Indudablemente en biota existen compuestos, tanto en plantas como fungi y animales, que pueden ser, y han sido, para el uso y beneficio humano.
En la intersección de la biomedicina y la biotecnología pecuaria fue que se ha purificado insulina para tratamiento de diabetes, en la de biomedicina con biotecnología y bioingeniería se produce a partir de bacterias recombinantes, llamada insulina humana.
En la investigación científica de la transformación y propiedades de la materia, una subdisciplina versa y estudia con la química de compuestos naturales; donde sistemáticamente se buscan y caracterizan, en plantas y hongos, sustancias de uso en biomedicina y cosmética, industria de alimentos, entre muchos otros usos, para luego proponer rutas de síntesis artificial y posible producción masiva; ya agropecuaria ya en procesos de transformación industrialización.
Casos históricos se encuentran de origen en México (algunos ya en desuso): cacao para producción de chocolate, grana cochinilla y palo de Campeche para tinción de telas, chicle y mas.
Algunas otras sustancias alimenticias son de reciente extracción y comercialización; como los aceites omega del “hueso de aguacate” o la miel de agave tequilana, llamado azul, rica en inulina; sumados a una gran lista.
Para la aplicación y uso de sustancias naturales y su posible posterior síntesis se requiere una actividad en Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, seria que arroje resultados reproducibles, sistemáticos y verdaderos.
A la vez, para que una actividad sea seria en CTI, es imprescindible que haya becas de pregrado, posgrado y posdoctorado; recursos para materiales y reactivos; equipamiento para resonancia magnética de sólidos y líquidos, aparatos espectroscópicos por XPS, microscopía, difracción y refracción de Rayos X y muchos mas.
Esos equipos, además de materiales y reactivos, requieren técnicos especializados de tiempo completo para su operación, pagar pólizas para mantenimiento preventivo, actualizaciones en software, hardware y accesorios, sofisticadas herramientas y seguros contra daños por eventos.
Todo lo anterior viene al caso luego que la directora de CONACYT presentara en conjunto con la Secretaría de Salud una propuesta que provoca irascibilidad, lástima y risa por intentar que la medicina se cimiente mayormente en lo tradicional.
Muchos remedios con yerbas funcionan mas como paliativos y placebos que como medicamento.
Algunos quizá funcionen como analgésicos y otros como antibióticos, pero por qué, cuál es el compuesto activo y la dosis apropiada para una función específica, hay contraindicaciones y cuál vehículo es apropiado para la correcta absorción, etcétera; éstas y muchas otras preguntas quedan abiertas.
Como se ha dicho arriba, a fin de extraer, caracterizar y estudiar la posible síntesis para luego, mediante protocolos éticamente supervisados, estudiar los efectos de esas sustancias en el cuerpo humano, mediadas diferentes etapas y fases clínicas.
Ya con resultados de los estudios correspondientes, la producción masiva debe ser analizada con fines de sostenibilidad, lo contrario trae indeseables consecuencias incluso medioambientales.
Sin equipo ni personal será superchería, charlatanería e insostenibilidad, eso es lo que propone el CONACYT actual en pernicioso contubernio con el sector salud federal; lo propone toda vez que no destina recursos, lo entregaron “para proyectos prioritarios”, que sostenga una CTI seria en estos temas y en muchos otros mas.
CONACYT lo propone dado que la comunidad de profesionales de la CTI está bajo amenaza, pensemos en las convocatorias y reglamentos recientes del SNI; dado, también, a que las afectaciones a la infraestructura, la capacidad instalada al 2018, son enormes; dado que no hay un plan estratégico con mediciones con base en indicadores, sino ocurrencias y disparates, que resulten en políticas públicas para la CTI.
Por lo anterior, como el yerberito, CONACYT canta a pecho abierto, traigo yerba santa para la garganta.