
Los niños que fuimos
Desde hace más de un siglo es que el subsuelo de México nos pertenece, Oro, Au, Plata, Ag, Uranio, U, Litio, Li, Sodio, Na, y el resto.
El lopezportillismo trató con U, creo una empresa del estado, ahora extinta, un Centro Público de Investigación, CPI, organismo descentralizado en investigaciones nucleares, ahora se ha diversificado duplicando capacidades instaladas en otros CPIs.
De poco impacto científico, el CPI en investigaciones nucleares es el remanente institucional de las ocurrencias en políticas públicas que emergen desde la oficina del ejecutivo federal, sin planeación, sin visión de largo plazo.
En el mismo estado están otros sectorizados como por ejemplo el Instituto Mexicano del Petróleo, IMP, el Instituto Nacional de Electricidad y Energías Limpias, INEEL, o los 26 coordinados por CONACYT.
Es decir, a partir de sólo ocurrencias, dado que la tecnología de baterías de Na está madurando rápido, saldrá alguien mas a pretender que el Na sea prioritario para México, además de constituir empresa pública para producirlo, sin que concreten los esfuerzos financieros en progreso nacional; y así sería toda la tabla periódica y demás complejos minerales, un absurdo.
Entonces ¿qué hacer como nación para que prosperemos a partir de nuestros recursos naturales con sostenibilidad socioeconómica y ecosistémica?
Con ocurrencias no hay qué hacer, sólo con políticas públicas en CTI incrementaremos nuestra probabilidad para hacer algo.
No hay un plan en CTI para Li, como no lo hubo para U; como está ausente para cada área del conocimiento de la humanidad tanto como para las prospectivas.
En consecuencia, no ha habido vacuna COVID nacional, ni respiradores funcionales, menos comercializables, ni materiales competitivos, ni remediación ambiental; así en muchas otras áreas nichos de oportunidad.
No se ve cómo habría de ser para Li o para las futuras baterías con base en Na.
Espero que quien lee estas letras no malentienda, hacen falta mas CPIs y universidades con capacidades consolidadas en Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI; el punto es que deben contar con una estructura que permita impulsar definitivamente a la CTI nacional y nada se hace en ese sentido.
La conformación de política públicas en CTI es responsabilidad del poder ejecutivo, no obstante, la normatividad lo es del poder legislativo; ninguno de los dos ha resuelto tomar actos de autoridad para atender esta necesidad nacional.
No hablo de la necesidad de quienes en la CTI laboran, aunque no estaría mal que también resolvieran eso para las nuevas generaciones –empleo en lo público y lo privado, propiciar emprendimiento-.
El asunto es que la CTI en todos los países desarrollados juega un papel fundamental y en México pasa desapercibida, impulsada desde los poderes de la república sólo con ocurrencias y disparates.
Elementos de una política pública seria son, entre otros, condiciones para que la iniciativa privada inserte a profesionales de la CTI en su estrategia de crecimiento y expansión; también que el sector público atienda recomendaciones técnicas; financiación de ciencia básica, mayormente no exclusivamente, en el ámbito público; estrategias de alianzas internacionales con priorización en los intereses y capacidades nacionales; etcétera.
Con estos elementos se reforzarían actos en obra pública, como construcción de trenes y centrales sostenibles de generación eléctrica; pero además se atendería la remediación ambiental tan abandonada por muchos decenios, como en el Río Santiago, afectado por la actividad en la zona y cuya solución requiere del conjunto local, regional y federal.
Es decir, para atender el futuro desarrollo nacional y resolver los impactos que ya hemos tenido; para dar bienestar a nuevas generaciones requerimos de políticas públicas serias en CTI.
Sin embargo, con ocurrencias, CONACYT seguirá en la luna, en Palacio Nacional se les ocurrirá declarar como prioritarios a todos los elementos de la tabla periódica y el legislativo dormirá en laureles.