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Trump, ¡uy que miedo!
El telescopio espacial James Webb (JWST, por las siglas en inglés) ha sido nombrado así en reconocimiento a quien dirigió la NASA con gran aceptación por sus resultados y visión, fue lanzado el 25 de diciembre y ha motivado reflexiones desde la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
Algunas crónicas se desataron con el lanzamiento del artilugio que sustituirá, luego de 30 años, a aquel abrió la perspectiva en CTI: El telescopio orbital Hubble; éste también tuvo inversión importante y arrojó conocimiento y tecnología relevantes.
JWST dará conocimiento universal, se pueden hallar los objetivos por medio de una búsqueda simple en internet, donde, de lo más relevante, es que se proyecta saber sobre Agujeros Negros y exoplanetas.
No perdamos de vista que tanto occidente (Europa y Estados Unidos) como China han puesto la mira en Marte -esa carrera tiene algunos decenios en ruta; se ha proyectado próxima futura fecha para llevar humanos al vecino planeta rojo.
Aunque falta por hacer -se requerirá una estación espacial en órbita terrestre o lunar para el lanzamiento a Marte- aun con foco diferente, quizá la luz que arroje JWST permita, combinada con la de las sondas en suelo marciano y su órbita, recalcular y proyectar la odisea marciana.
Alguien podría pensar: ¿y a mi qué?, no sorprendería de quien no está obligado por ley a hacer gestión pública de CTI, de CONACYT es inadmisible; aquí algo sobre productos de CTI desde el JWST.
Algunos, con relativa asimilación social, están en la inteligencia artificial que se usará para procesar señales con base en algoritmos evolutivos, redes neuronales profundas y otras técnicas; también están robótica, mecatrónica y automatización –fue noticia cómo se desplegaran, con control automático de altísima precisión, los componentes del JWST.
Uno menos obvio para quienes quedamos en La Tierra, pero que será de gran impacto socioeconómico y medioambiental, son los materiales de aislamiento térmico.
Son materiales son muy ligeros, resistentes y de gran capacidad para lograr que la temperatura llegue a ser muy distinta entre el lado expuesto a estrellas radiantes de JWST, que tendrá alta temperatura mientras el contrario, a la sombra, tendrá bajísimas (técnicamente se dice que el gradiente térmico será de algunas centenas de centígrados).
Ahora, por tomar dos ejemplos, pensemos que esa clase de materiales se utilizan en edificios, rascacielos y casas habitación y que también se usan en procesos industriales donde el ciclo de frío es vital; como en agroindustrias y de alimentos.
El impacto térmico medioambiental podría mitigarse en dónde el consumo de energía se usa para acondicionamiento habitacional, con impacto en el nivel de vida de las personas y hacia una más sana interacción ecosistémica –incluyendo a los sectores mas desfavorecidos si se masifica la fabricación; esto dado que un aislamiento térmico apropiado disminuiría la huella de carbono por consumo energético para ambientar el interior habitacional.
En alimentos, su uso podría, sumado a la disminución de consumo energético durante el almacenamiento y procesamiento, propiciar traslados sin afectación calórica mediante empaques de aislamiento térmico en los alimentos transportados sin afectar su condición en la mesa de comensales; con potencial disminución del uso intensivo de fungicidas, plaguicidas y otros agroquímicos.
Además, está la importante derrama económica y el desarrollo en CTI que del JWST tuvo por 3 decenios: 10,000 millones de USD de inversión, 40 millones de horas trabajadas (ponga usted el costo por hora que desee, piense en la competitividad internacional), 30 años de planeación, diseño, construcción, pruebas para el lanzamiento.
Aun hay oportunidad para la CTI de México, pocas pues estamos a muy atrás, aunque para ello se requieren tanto una visión de estado como políticas públicas a fin que el capital privado invierta en ello.
El CONACYT actual no entiende de CTI, prefiere los adobes que son inviables para edificios.