![](https://sanluispotosi.quadratin.com.mx/www/wp-content/uploads/2023/07/donald-trump-3-1.webp)
Trump, ¡uy que miedo!
Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador ganó la elección en 2018 y poco después anunció su decisión de crear la figura de superdelegado federal para desaparecer todas las delegaciones con fines de austeridad, y concentrar en esas manos todo el manejo federal en cada entidad, las reacciones políticas no se hicieron esperar, ya que la lectura indicaba que de un plumazo colocaba a 32 personajes que cogobernarían en las entidades y no solo eso, sino que se convertían en candidatos naturales a las gubernaturas de 2021.
La historia nos ha indicado que nada de eso resultó efectivo, debido a que el propio mandatario, a fin de evitar conflictos incipientes en su gobierno con los gobernadores constitucionales, decidió restarles facultades a sus representantes estatales y terminaron sin la etiqueta de superdelegados. No faltaron, sin embargo, aquellos que aprovecharon la amplia estructura social a su cargo para favorecer sus aspiraciones y tienen denuncias ante la Secretaría de la Función Pública de Irma Eréndira Sandoval Ballesteros, así como otras de carácter penal.
Es el caso del delegado potosino Gabino Morales Mendoza, a quien todavía no se le comprueban los señalamientos, pero tampoco quiere decir que sea inocente, de todos los cargos que se le quieren imputar. Morales se ha significado como un soldado de López Obrador que menguó sus posibilidades de forma temprana, a tal punto que dejó de ser un protagonista político en la entidad y otros actores de su partido crecieron en paralelo, a tal punto, que no se atrevió a dejar el cargo en la Secretaría del Bienestar para dar un decidido paso a la candidatura a Gobernador. Lo más cómodo en su caso y sin el apoyo presidencial -que lo dejó solo en su decisión- fue mantenerse a buen resguardo económico con el sueldo de delegado, en vez de ir a una aventura política que estaba claro no ganaría, dado que Morena tiene al menos dos cartas fuertes en las figuras de Leonel Serrato Sánchez y el magistrado Juan Ramiro Robledo Ruiz.
Por eso la conminación que hizo ayer Gabino Morales al gobernador Juan Manuel Carreras López de no meter las manos en el proceso electoral, fue como un llamado a misa, ya que no tiene peso político suficiente para asumir que le hará caso, y esto quedó demostrado con su decisión de quedarse como burócrata de la 4T en vez de tratar de cambiar la realidad potosina como gobernante. Quizá oyó el canto de las sirenas de que es joven y a los 38 años podrá volver a intentarlo, pero para ese entonces ya no estará López Obrador en la Presidencia y quizás tampoco el propio Morales en el puesto.
El caso de Morales es similar al de la mayoría de los delegados federales lopezobradoristas: terminaron como figuras decorativas, administrativas, de su gobierno. Por eso solo había confirmación oficial de dos renuncias en el país: Amílcar Sandoval Ballesteros en Guerrero e Indira Vizcaíno Silva en Colima. Los otros 30 delegados prefirieron no perder las prebendas de la 4T.
Pero no todo está dicho, habrá que ver si el morenista Gabino Morales predica con el ejemplo, porque la tentación de usar a los Servidores de la Nación vía los Defensores de la Patria, ahí está, amén del posible lucro de todos los programas sociales federales en San Luis Potosí y su multimillonaria derrama económica.