Diferencias entre un estúpido y un idiota
La visita de Andrés Manuel a Colima, el martes pasado, permitió una confrontación interesante con un priista inteligente, tal vez el último que queda, y con una multitud orquestada en el “abucheo”.
Ahí, viaje para entregar apoyos a los más necesitados, el Presidente dijo que ya no estamos en campaña.
Y no se mordió la lengua.
Porque si bien sus eventos parecen de campaña, el primer mandatario tiene muy esclarecido que debe gobernar para todos. Y así se los dijo a quienes, a gritos, intentaron callar minutos antes al gobernador Nacho Peralta. Quien, con gran control, decidió guardar silencio, y calificó las protestas en su contra como “un punto en el orden del día” al que debía darse salida.
Con lo que anuló el poder crítico de estas “protestas”.
López Obrador ya había negado que hubiese una intencionalidad de MORENA o de cualquier otra persona, en dar directrices para que los gobernadores, presentes en sus eventos, fuesen abucheados. En Chihuahua, ante lo que ha venido sucediendo, Javier Corral decidió no hablar.
Lo cierto es que la fuerza de la figura presidencial es muy grande, que quienes acuden a estos eventos son, casi siempre, beneficiarios de sus políticas sociales. Por lo que parecería “natural” que se expresen, con gritos, contra la otra figura de poder presente, como si de esta manera manifestasen su favoritismo por López Obrador, justo como si fuese un evento para conseguir votos.
Después de la intervención del gobernador Peralta, que se destaca por el manejo frente a los abucheos, por la pericia con la que logró terminar su discurso, López Obrador tuvo un diálogo muy interesante con los ahí presentes. Que inició con su petición para trabajar juntos, para no rechazar al gobernador, continuó con la aceptación pública de que las “campañas” ya terminaron, y finalizó con una especie de sermón contra los peleoneros, y su reiteración de que únicamente los buenos pueden ser felices. ¿Lo entendieron? Lo atendieron y entendieron. Andrés Manuel es un excelente comunicador que sabe “conectar” con su audiencia.
¿Cuál es la relación del primer mandatario con los gobernadores? De cara a una presidencia que controla todo, que se erige como dadora de programas sociales, con un liderazgo magnificado todos los días, una popularidad abrumadora, es difícil tener una relación en condiciones de igualdad.
El reto es que los gobernadores sepan jugar con las cartas que están sobre la mesa, partida muy distinta a la vigente cuando ganaron, cuando comenzaron sus mandatos. Y creo que este reto, esta dificultad grande, es común para los gobernadores de todos los partidos, incluyendo los de MORENA, todos tendrán que acomodarse al segundo plano.
Bien harían los organizadores de estos eventos masivos, donde están presentes el primer mandatario y el gobernador, en dar instrucciones a sus “invitados” para evitar abucheos. Por la salud de la República, para no echar más sal sobre la herida, y también porque, como tuiteó Nacho Peralta: “… el dialogo es lo contrario del ruido que nos niega y del silencio que nos ignora”.
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