Preparativos para una amenaza llamada Trump
Está muy extraño lo que pasó el viernes pasado en contra del Congreso del Estado, más allá de que a los diputados locales nadie los quiera, según las encuestas.
El grupo de vándalos -no se le puede llamar de otra manera- que llegó al Centro Histórico y atacó las instalaciones, iba preparado para descargar su furia y algo más: exhibir la falta de control de la policía en las manifestaciones.
Pareció un primer intento por instalar el caos en protestas similares en San Luis Potosí, una especie de laboratorio para medir la resistencia de las autoridades municipales y estatales a la provocación.
La tardía reacción de la Policía Estatal para proteger las instalaciones, fue de época. Más, porque el propio secretario de Seguridad Pública, Jaime Pineda Arteaga, aceptó que tenían conocimiento de la protesta y le dieron seguimiento. ¿Entonces, por qué no actuaron en consecuencia?
Para nadie es desconocido que colocar policías a lo largo y ancho de una manifestación no es algo prudente, porque en esas condiciones es como mandar al matadero a todos. El problema viene después, como se vio en Guadalajara el jueves pasado y el viernes en la Ciudad de México, los ánimos se caldean, los policías no son capaces de mantener la cabeza fría y responden con violencia. Incurren en detenciones ilegales, en violaciones a los derechos humanos, en el sálvese quien pueda.
La policía de Pineda mostró tener deficiencias de táctica y orden en las filas. Quizá los mandos no supieron actuar ni dar las instrucciones precisas. Pero eso pasa muy a menudo en México. Todo mundo fuimos testigo de la patiza que policías de la capital del país le dieron a una menor de edad y aquí, los uniformados agredieron a diestra y siniestra, con tolete en mano golpearon a su antojo, amedrentaron a periodistas, arrestaron al que se dejara.
Da risa que diputados como el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, Rolando Hervert Lara, saliera a decir que se había mancillado la dignidad de los potosinos por el ataque a la sede del poder Legislativo, en vez de ponerse a ver el bosque: la policía no actuó bien.
De esto tendrá que rendir cuentas Pineda al gobernador Juan Manuel Carreras López en sus reuniones mañaneras, porque está clarísimo que hay grupos de interés tratando de desestabilizar y que no van a parar en utilizar a los jóvenes como carne de cañón para mandarlos por delante.
Desmanes parecidos ocurrieron con la marcha del 8M, cuando mujeres, con justa razón, protestaron contra la violencia varonil y pintarrajearon con sus consignas el Centro Histórico, pero lo del viernes fue diferente, se ve que un grupúsculo estaba organizado y ahora, o se investiga y se da con los responsables, o Carreras puede tener ahí incubado al huevo de la serpiente.
No bastaron las detenciones -algunas equivocadas, según los quejosos- ni las primeras consignaciones, tampoco los deslindes de Morena y El Mijis, quien dijo que lo quisieron embarrar.
Mientras no se detenga a los autores intelectuales, los cabecillas, seguirán cortando tentáculos, no la cabeza del pulpo. Y ahí está lo peligroso, porque de aquí a las elecciones de 2021, habrá más pretextos para salir a las calles y convertir a San Luis en campo de batalla, una calca de lo que ocurre en ciudades más grandes. No olvidemos, quisieron quemar una patrulla como ocurrió en Guadalajara y no pudieron, así que al rato intentarán quemar a un policía y así escalar la apuesta por la ingobernabilidad.