Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
El pasado 10 de Agosto se publicó en el DOF un acuerdo de SEMAR, fechado en Julio 16 de 2020, por el cual se crea la Unidad de Investigación y Desarrollo Tecnológico, SEMAR-UIDT.
A la letra dice, la SEMAR-UIDT tiene la misión de proponer, promover e impulsar los proyectos de investigación, desarrollo tecnológico e innovación, que permitan disminuir la dependencia tecnológica y altos costos de sistemas y equipos extranjeros adquiridos por ese sector.
La unidad sustituye al Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico de la Armada de México, con, prácticamente, las mismas 13 funciones del desaparecido instituto.
Con dependencia orgánica directa del Almirante Secretario, artículo 4 del acuerdo, la unidad tendrá la tarea de elaborar la estructura organizacional, manuales administrativos, catálogo de descripción y perfiles de puestos, así como la planilla orgánica.
Todo lo anterior con la intervención de las direcciones generales adjuntas, de Programación, Organización y Presupuesto, y de Control de Personal.
Es decir, empezarán a ver cómo harán para alcanzar el objetivo o misión.
Hay consecuentes implicaciones: (i) Se les van a ir de 12 a 18 meses, por lo menos, para arrancar y eso atrayendo especialistas, (ii) Harán Ingeniería, como hasta ahora, y no Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, – contraviniendo al mandato del artículo 2, la misión, en el acuerdo-, o (iii) Pueden convocar a profesionales de la CTI mediante CONACYT, con lo que se retorna a la estructura del Fondo Sectorial, o como lo llamaren, tal y como sucedía en el sexenio anterior.
Toda vez que las necesidades descritas en el citado acuerdo, la SEMAR-UIDT no tienen foco en las ciencias humanísticas, ni en los pueblos originarios, ni otros de los argumentos esgrimidos por CONACYT; habrá que definir los traslapes entre ambas dependencias federales.
De ser el caso, en las convocatorias de este fondo sectorial, CONACYT terminará por conceder pues será SEMAR quién establecerá las necesidades a satisfacer y los desarrollos a obtener con los recursos asignados.
A mí me parece bien, sólo señalo que mostrará, una vez más, el desastre que es CONACYT en su política de CTI dislocada de la realidad.
De no ser el caso, aunque no es mutuamente excluyente, la SEMAR-UIDT tendrá que generar una estructura e infraestructura con, necesariamente, la incorporación a sus filas de científicos, formados y activos. Unos con experiencia en los temas CTI de su interés.
Un reto en este segundo evento es empatar la disciplina de SEMAR a un grupo de civiles acostumbrados y deseosos de hacer lo que les venga en gana y no lo que necesita su empleador.
No obstante, ante el escenario financiero nacional, ésta es una opción de empleo a quienes se incorporen al mercado en CTI.
Un reto distinto es formar a personal con talento para la CTI que ya estén en sus filas; podría tomar tiempo, pero no es un disparate.
Los eventos y retos requerirán tiempo; luego habrá que esperar la obtención de resultados de investigación para el desarrollo tecnológico. No hablo de publicaciones científicas, que podrán ser o no, depende de SEMAR, sino a los resultados per se; unos sistemáticos, reproducibles y verdaderos.
La experiencia muestra que, de suceder, un centro de investigación puede tardar, por lo menos, un par de decenios en dar visos de consolidación. Ese es real para uno civil.
Bajo la disciplina de SEMAR y con directrices experimentadas en CTI eso se podría acelerar; ya que hay aprobación del huésped en Palacio Nacional.
Es de mayor relevancia dotar a la SEMAR-UIDT con elementos para que sea transexenal; la CTI no navega con Vientos Alisios, sino que tiene su motor y tiempos propios.
Por cierto, si tendrán las mismas metas, ¿para qué sustituir el otrora instituto con la flamante SEMAR-UIDT?
Incorporen gente con experiencia en CTI y vocación nacional. Si convocan por CONACYT tardarán un año y medio o dos, adicionales, sólo para asignar recursos a los proyectos ganadores, se irá el sexenio.