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Oposición no regatea la unidad nacional ante llegada de Trump
Hace unos días trascendió que CONACYT otorgó apoyo financiero al colectivo Frente de Maíz en el Estado de Colima; la información tuvo poca cobertura en medios, pero es relevante para interpretar los actos de ese consejo hacia la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
El colectivo Frente del Maíz, apoyado con 1’200,000 pesos, fue fundado por el diputado Álvarez Ramírez, colimense del grupo de Morena, mediada la propuesta titulada “Soberanía alimentaria en Colima: festivales equinoccio y primavera” para, dicen, establecer una red de espacios de acceso universal al conocimiento científico.
Es indubitable, la industria agropecuaria presenta retos importantes en CTI, como en robótica y automatización para riego, cosecha y siembra, también el monitoreo espacio-temporal de variables para acondicionamiento fisiológico del producto en campo o invernadero, sólo por citar algunos ejemplos; lo pecuario tiene otros tantos.
No es exclusivo de la producción, como en campo o invernadero; también hay problemas agropecuarios a resolver mediante CTI en procesamiento, conservación, almacenamiento, transporte, trazabilidad y muchos mas; los retos para la CTI pueden verse en términos de sanidad alimentaria, sustentabilidad, impacto medioambiental e, incluso, hídrico y energético.
Un proyecto en CTI de esta clase requiere, imprescindiblemente, alta especialización en distintas áreas de conocimiento por ser transdisciplinario; de hecho, suelen ser ejecutados por equipos de personas con muy alta capacidad y especialidad, deseablemente con posgrado y experiencia práctica de investigación en CTI.
No es el caso del proyecto en Colima, en éste no hay expertos en ninguna de las áreas del conocimiento –quizá pueden tener experiencia elemental en maíz por siembras recurrentes, pero no más-, tampoco hay personas con experiencia en la administración de proyectos con financiamiento en la CTI con todas sus complejidades; en ese marco, las siguientes preguntas tienen sentido:
1. ¿Qué conocimiento propio ocupará los espacios de la red si quienes participan no son expertos, no han asimilado conocimiento científico actual y mucho menos lo han generado?
2. ¿Cómo garantizan la entrega y rendición de cuentas si no hay personas con experiencia en la ejecución de proyectos en CTI?
3. ¿Es un fondo CONACYT la fuente de financiamiento oportuna y normativamente correcta para esta clase de proyectos o debería formarse un fondo mixto con la Secretaría de Agricultura?
Las respuestas son, ya veremos, en ese orden: 1. Ninguno, quienes participan no han generado conocimiento científico propio, no hay evidencia de publicaciones técnicas –léase revistas del mayor rigor científico, reportes, etcétera-; 2. Esto se sabrá cuando el proyecto termine, esperemos que aprueben las entregas técnicas y administrativo-financieras, no son fáciles así que queda la duda y 3. Un fondo mixto sería apropiado porque incrementaría el recurso por proyecto y se propiciaría, si se vinculara a profesionales de la CTI en el tema, la asimilación social del conocimiento científico mexicano … pero los extinguieron en esta administración.
Como las dudas anteriores hay muchas, no obstante, es otro palo dado al presupuesto en CTI; luce más como amiguismo, ese que se asegura en Palacio Nacional que ya no hay, cuando en la realidad se concreta, persiste y promueve.
Entretanto, las diversas convocatorias del CONACYT tienen retrasos a pesar de que en la comunidad de CTI hagamos esfuerzos para hacer evaluaciones expeditas, las reconsideraciones del SNI están pendientes –con muchas afectaciones comentadas en esta columna- y también los llamados a presentar propuestas en la ciencia de frontera o cualquier otra ocurrencia desde Insurgentes Sur.
Mientras, me dicen en la Universidad Veracruzana, debe haber muchos otros casos, que las personas compran con recurso personal, de su bolsa, material de laboratorio, reactivos, seguros de mantenimiento, y mas; es como pedirles diezmo en especie, pagar para trabajar.