Diferencias entre un estúpido y un idiota
En pocas ocasiones, como hoy, se puede utilizar de mejor manera la vieja expresión, “¡se los dije!”.
¿Por qué?
Porque el 17 de octubre de 2019, en un tuit revelamos lo que ocho meses después confirmó el propio presidente López Obrador.
Que en su carácter de jefe del Ejecutivo, AMLO ordenó a las fuerzas castrenses y de seguridad, dejar en libertad a Ovidio Guzmán, “El Chapito”, hijo de Joaquín, “El Chapo” Guzmán.
Así lo dijimos ese 17 de octubre en nuestra cuenta de Twitter, a las 20:40 horas.
“¡Me dice una fuente de @SEDENAmx que, por órdenes de @lopezobrador_ militares habrían dejado libre al hijo de El Chapo, a cambio de que los sicarios no hicieran matanza en la Zona Militar! ¡De confirmarse, estaríamos ante la muerte del Estado y el nacimiento de un narco Estado!!!”.
La revelación, como ya es costumbre, provocó una rabiosa persecución de “jaurías babeantes” de las redes a sueldo del gobierno de AMLO, quienes no dudaron, incluso, en lanzar amenazas de muerte.
Sin embargo, ocho meses después de aquel 17 de octubre de 2019 –es decir, el viernes 19 de junio del 2020–, el presidente Obrador reconoció, de manera pública, lo que habíamos revelado en la cuenta de Twitter de Ricardo Alemán; que el propio AMLO había ordenado liberar a “El Chapito”.
Así lo dijo el presidente: “…si no suspendíamos el operativo iban a perder la vida más de 200 personas, inocentes en Culiacán Sinaloa… y se tomó la decisión; yo ordene que se detuviera ese operativo y que se dejara en libertad a ese presunto delincuente…”.
Con la confesión presidencial se confirmó –por si hiciera falta–, que López Obrador no sólo mintió sino que engañó a todos los mexicanos, en Cadena Nacional de televisión, ya que horas después del “Culiacanazo”, el mismo Obrador negó haber sido quien dio la orden de dejar en libertar al hijo de El Chapo y aseguró que había sido una decisión del Gabinete de Seguridad.
Así lo dijo AMLO, el 21 de octubre de 2019: “La decisión la tomó el Gabinete de Seguridad, de manera colegiada, los secretarios de la Defensa, de Marina y de Seguridad Pública. Yo respalde esa postura porque considero que lo más importante es la protección de las personas; lo más importante es que no haya muertos y lo más importante es la paz… y no tenemos duda de que fue la mejor decisión”. Hoy queda claro que todo eso fue mentira.
A su vez, también Alfonso Durazo mintió de manera flagrante, no sólo a la sociedad, sino en su comparecencia ante senadores de todos los partidos.
Y es que el secretario de Seguridad Pública cambió la versión y, el 5 de noviembre de 2019, ante el pleno del Senado de al República, dijo otra cosa: “no estaban las condiciones de inteligencia, ni las condiciones operativas suficientemente maduras para haber llevado a cabo la detención. Nadie decidió liberar a Ovidio. Nunca contamos con la orden de detención, porque en el momento que ésta se plantea en las instancias correspondientes, empiezan las movilizaciones en Culiacán y rápidamente aquello se volvió inmanejable”, detalló Durazo.
Como queda claro, Durazo también mintió ese 5 de noviembre ante senadores, como también había mintió horas después del “Culiacanazo”, cuando dijo que la detención de Ovidio Guzmán se había producido luego de un enfrentamiento entre militares y grupos civiles, en un operativo de rutina.
Por eso, frente al cochinero y el lodazal de engaños, obliga preguntar.
¿Qué fue lo que realmente ocurrió en el “Culiacanazo”, más allá de las mentiras de López Obrador y de sus secretarios de Estado?
A partir de revelaciones recabadas de fuentes oficiales, días después del “Culiacanazo –en el Itinerario Político del 21 de octubre de 2019, titulado: “Fue montaje el del “Chapito” en Culiacán”–, aquí probamos el montaje.
¿Por qué fue un montaje?
Porque sólo de esa manera –con un teatro de supuestas fallas del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional y de una supuesta rebelión del narco–, se podía justificar que el gobierno de Obrador se hubiése negado a entregar, al hijo de “El Chapo”, al gobierno de Trump.
Es decir, que el gobierno mexicano montó un teatro espectacular para no traicionar a su aliado, Joaquín “El Chapo” Guzman –y a toda su familia–, quienes financiaron la campaña presidencial de López y, al mismo tiempo, para justificar ante el gobierno de Trump, que AMLO no cumplió con una solicitud de captura de “El Chapito”, con fines de Extradición.
Así, el “teatro de Estado” motejado como “Culiacanazo”, permitió “matar dos pájaros con una pedrada”; respetar la alianza entre AMLO y “El Chapo” y, al mismo tiempo, no entregar al gobierno de Trump a “El Chapito”.
Pero el “Montaje de Estado” tiene aún más sentido si recordamos que ese 21 de octubre de 2019 también revelamos que fuerzas castrenses mexicanas localizaron a “El Chapito”, gracias a que la DEA proporcionó al gobierno mexicano todas las coordenadas de su ubicación.
Y si existen dudas, va una breve reconstrucción de hechos.
1.- El gobierno de Trump hizo llegar a México una solicitud de captura de “El Chapito”, con fines de extradición.
2.- Por eso, a través de la DEA, el gobierno de Trump entregó al de México las coordenadas para capturar a “El Chapito”.
3.- No es novedad que existe una “deuda de honor” del candidato López Obrador, ante “El Chapo”, cuyo dinero financió la campaña presidencial.
4.- Y para cumplir con Dios y con el Diablo, –Con “El Chapo” y con Trump–, el gobierno mexicano se lanzó a la captura de “El Chapito”, utilizando las coordenadas que le entregó la DEA y, una vez detenido, se puso en marcha el teatro de una supuesta “revuelta narca” en Culiacán, para justificar la liberación y la retirada de las fuerzas castrenses.
Y el engaño fue tan exitoso, que hasta Trump ofreció ayuda militar para atrapar a la familia de “El Chapo”, ante la supuesta rebelión.
Pero AMLO puede engañar a muchos, como Trump, por mucho tiempo, pero ya no engaña a los mexicanos.
Sólo falta saber por qué el presidente Obrador cambió su propia versión, a pesar del desprestigio descomunal que está pagando.
La respuesta, sin embargo, la conoceremos en el próximo encuentro entre los presidentes Obrador y Trump.
Al tiempo.