
El uso del pasado
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En una encuesta reciente del INEGI sobre el índice de percepción de la inseguridad en el entorno urbano, en el que se mide Cómo se siente el ciudadano de las principales ciudades de México respecto a la seguridad en las poblaciones más grandes, los mexicanos expusimos cuál era nuestra realidad muy a pesar de lo que pregonan los gobiernos y alcaldías.
Para los habitantes de San Luis Potosí capital, resulta más que notorio el incremento de la violencia, la delincuencia y la criminalidad al grado de que fuimos colocados en el sexto lugar Nacional de las ciudades peor percibidas, superados nada más por ciudades como Cancún, Fresnillo y Ecatepec. Pero porcentualmente no quedamos muy lejos de nuestros peores competidores el 87% de las personas encuestadas por el INEGI en San Luis Potosí, dijeron que se sentían inseguros y desprotegidos en nuestra ciudad, que ahora se siente como menos habitable por causa de esta situación. Y si, los potosinos sentimos que las autoridades municipales, estatales y federales hacen muy poco por contrarrestar este flagelo que nos asfixia.
No hace mucho la ciudad de San Luis Potosí se preciaba de mantenerse lejana a los conflictos como los que vivían otros lugares cercanos y hoy nos estamos ahogando entre balaceras, decapitados, encobijados, feminicidios, robos, secuestros, extorsiones y otras de esas maravillosas muestras de terror.
Y la cosa no va para corto plazo. De no cambiar la estrategia, seguiremos padeciendo esta situación, este monero que suscribe ve un futuro preocupante, por un lado, criminales pretendiendo hacerse con el poder público con apoyo masivo de ingenuos, inconscientes y delincuentes, y por otro las nuevas generaciones participando en el mundo criminal con más frecuencia. Cerca de donde este monero reside, hace poco se suscitó una balacera entre oficiales de la Policía Metropolitana y criminales. Uno de ellos tomó a un niño de 12 años para que le guardara una pistola. La policía detuvo al jovencito que fue liberado poco después por ser menor. El gandul quedó impune, pero el peor crimen que había cometido fue el de involucrar a un pequeño. Esa acción de entregarle el arma, pareciera como un símil torcido a la entrega de estafeta en una carrera olímpica, solo que esta parece una vorágine de violencia y crimen intergeneracional. Zona de los archivos adjuntos