Diferencias entre un estúpido y un idiota
El miércoles pasado traté en este espacio sobre la inserción de sistemas integrales de control en tiempo real; y que debe ser considerada en normatividad de calidad de agua. Fue la primera entrega sobre de tres problemas de seguridad nacional: Agua, Salud y Energía.
Esta segunda entrega versa sobre Salud.
Quién considere que la salud no es un problema de seguridad de las naciones, o que ésta no tiene impacto en otras facetas de una sociedad, está muy equivocado.
Una evidencia. Los impactos de aislamiento reciente en China, el titán de la economía mundial, consecuencia del coronavirus, ya se visualizan de orden global.
Si tomamos en consideración que la influenza causa más muertes que coronavirus, se puede gestar opinión equivocada de exageración. De hecho, para la primera, la influenza, se cuenta con protocolos científicos y clínicos mientras que para la segunda se carece de información científica contundente. Entonces se puede comprender la alerta mundial.
Pero la alerta tiene otras caras.
La tasa de contagio fue elevada, al grado que la región China construye un nosocomio de especialidad, en pocos días, por cierto. A la par se intensifica el aislamiento de la región y posteriormente de China misma.
La fuente original de contagio ha desatado culpables desde murciélagos en sopa hasta mamíferos pequeños. El punto es que no hay clara y suficiente información. Solo la epidemiológica, pero es parcial.
Con la altísima interconexión aérea de China, la movilidad de personas de cualquier nacionalidad a cualquiera parte del mundo impulsó la alerta.
De hecho, científicos trabajan intensamente para hallar las rutas de contagio (https://www.sciencemag.org/news/2020/02/scientists-are-racing-model-next-moves-coronavirus-thats-still-hard-predict).
La evidencia es clara, la Salud es un tema de seguridad nacional que impacta diversas aristas de una sociedad, como la económica. Incluso puede tener impacto global.
En contraste, la Salud en México queda a la suerte de rifas. O bien, hospitales regionales de especialidad tardan sexenios en ser concluidos, que incluye, eso, sólo la obra civil y algún equipamiento. Tenemos y clínicas de primer contacto que han quedado inconclusas por varios años, sino que lustros –las inaugurarán en Oaxaca una vez más, ¿será la buena?-
Ni qué decir de orientar la obra e infraestructura a la medicina personalizada, con uso de cómputo de alto rendimiento para dilucidar influencia génica de padecimientos y enfermedades; esto a través de biología molecular y bioinformática. Tampoco del uso de TIC’s para elaborar expedientes clínico personalizado y portable por el paciente mientras que, a la vez, se protegen sus datos personales sensibles.
Con tan nivel de eficiencia, lo obvio, de primer plano, es que en México no se entiende a la Salud como un problema de seguridad nacional. Uno que puede ser asistido por la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
La CTI no resolverá de inmediato la proveeduría de medicamentos o tratamiento en curso con interrupciones por diversas causas. Esto urge.
La CTI sí fortalecería a un sistema de salud nacional que atienda de mediano y largo plazo, con estrategias integrales, la necesidad de la población. Con diagnósticos más precisos y personalizados; con instrumentos médicos innovadores; con tratamiento y monitoreo asistidos con dispositivos tecnológicos e IoT; etcétera.
Los sexenios pasan, administraciones llegan y se van, pero la relación, salvo excepciones notables, entre CTI y Salud, desde la perspectiva de problema de seguridad nacional, parece ser perdida de vista.
El próximo miércoles la tercera entrega.