Diferencias entre un estúpido y un idiota
Inicio del año anterior, sin gasolina. Este año, sin Seguro Popular. Pendejada: mearse dentro de la alberca. Chingadera: orinarse desde el trampolín, a la vista de todos. Definiciones gráfico-indecentes de mi amigo y colega César Jáuregui Robles, secretario de gobierno en Chihuahua, que aplican hoy por la salida de madre –cauce-del sistema de salud pública del país. Al publicarse el Programa de Salud 2019-2014 de AMLO en octubre pasado, especialistas prendieron señales de alarma y advirtieron su pobreza conceptual y técnica, carente de diagnósticos, “colmado de falsas afirmaciones y medias verdades”, que concreta una contrarreforma centralista y burocrática que retrocederá nuestro sistema de salud a los años setenta del siglo pasado, como prevé Julio Frenk (Nexos, “Salud: Manual de una contrarreforma reaccionaria”, Dic. 2019). Y es que en 1970 (su década añorada) casi 50% de muertes en el país ocurrían en niños menores de 5 años. Para 2017 esa proporción bajó a 4.3%; el grupo de mayores de 65 años pasó de menos de 20% a más de 55% en mismo laso. Avances en materia de salud fueron logrados por programas con diagnósticos precisos, sustentados en evidencias, como el Seguro Popular creado en 2003, que permitió cubrir a más de 66 millones de mexicanos, en el que hubo desvíos de algunos gobiernos estatales que hay que sancionar, pero era mejorable.
El programa de AMLO no contiene cifra alguna sobre el grave problema del cáncer de mama, ni de la depresión en mujeres adultas, ni de alta mortalidad intrahospitalaria por infarto agudo del miocardio, entre otras. Tampoco refiere el incremento del número de adultos mayores que en 2030 será más del 15 % de la población total y requerirá servicios de salud de mayor complejidad y costo que la población de menor edad. Y destaca Frenk: “Dado su desinterés por documentar la situación epidemiológica que impera en el país, no sorprende que su principal objetivo sea instrumental: el acceso universal a servicios de salud… Solo de manera marginal se hace referencia a los dos objetivos centrales de todo sistema de salud: mejorar las condiciones de salud y los niveles de protección financiera de la población. Convierte los medios en fines”. Del desabasto de medicinas por su impericia ya ni hablamos.
¿Que nos chorrean desde el trampolín? Un engendro, el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), sin planeación, ni reglas de operación, ni manuales, ni presupuesto suficiente (requeriría 793 mil millones de pesos, 3.2 % del PIB, este año apenas tendrá 113, mil millones, según el CIEP; insostenbile); con recursos a discreción, sin que dependa del número de pacientes atendidos, sin la póliza de afiliación de pacientes que daba el Seguro Popular que contenía el catálogo de servicios específicos a los que tenía derecho, lo que generaba exigibilidad; dirigido por un administrador de zonas arqueológicas (¿querrán ruinas aquí?); una institución operada desde Cd de México que hoy sustituirá a los Servicios Estatales de Salud, responsables de la atención de población sin seguridad social y sin recursos para garantizar acceso al paquete como el que ofrece el IMSS, violando Pacto Federal; solo ofrecerá servicios de consulta externa en primer nivel de atención; y en el segundo nivel: hospitalización para especialidades básicas de medicina interna, cirugía general, ginecoobstetricia, pediatría y geriatría. Pero no garantizará servicios de tercer nivel y tampoco serán gratuitos, lo que reduce en la práctica derechos de este tipo que el Seguro Popular sí garantizaba y que incluían tratamiento de casi 70 intervenciones de alto costo. A partir de este mes, miles de niños que requieren cuidados intensivos y mujeres que sufren cáncer de mama, entre otros, dejarán de tener acceso a tratamientos y se expondrán a gastos impagables, como ya difunden noticieros. Perjudicarán a millones de los más vulnerables con consecuencias desastrosas para su salud y bolsillo.
AMLO incumplió compromiso de incrementar gasto en salud al 1 % del PIB, al contrario, disminuyó. Bien por los gobernadores de Guanajuato y otras cinco entidades que sí tienen sistemas de salud pública funcionales, y que extendieron el paraguas contra la meada y conservarán el Seguro Popular, lo que requerirá recursos que hoy la federación les apañó.
¡Chingaderas!