Jugando con México
El presidente López Obrador será el mandatario mexicano más rico de la historia y, seguramente, el más acaudalado del mundo.
¿Por qué…?
Porque los aduladores del rey mexicano en el Congreso aprobaron que, cada uno de los seis años del nuevo gobierno, el presidente Obrador podrá disponer, a su antojo, de hasta 120 mil millones de pesos.
Todo ese saqueo –verdadera ratería de Estado–, fue aprobada por la mayoría de Morena en el Senado –74 votos a favor y 29 en contra–, como parte de la llamada Ley de Austeridad.
Según dicha legislación el nuevo gobierno “busca optimizar los recursos públicos disponibles”, como parte de la “austeridad republicana”.
Sin embargo, el discurso de “la austeridad” no es más que parte de la retórica “engañabobos” del gobierno de Obrador ya que, en los hechos, se trata de un inmoral y costoso “moche” del dinero público al presidente.
Lo ridículo del tema es que la terca realidad confirma que también era un engaño el discurso de que “no más pueblo pobre y gobierno rico”.
En la realidad, el presidente Obrador será el mandatario más rico del mundo y durante su sexenio dispondrá de la inmoral cifra de 720 mil millones de pesos, para hacer lo que le plazca, sobre todo comprar las conciencias de millones de mexicanos que le permitirán la reelección indefinida.
Y es que, según especialistas como Fernando Dworak, el saqueo del dinero público que esconde la Ley de Austeridad es rigor “algo peor que la partida secreta”; se trata, en pocas palabras, de un vulgar saqueo del dinero público por parte del presidente Obrador.
Es decir, que una vez promulgada la citada Ley de Austeridad, el presidente podrá reasignar el dinero aprobado por el Congreso a tal o cual programa y destinarlo a los fines que el presidente decida; sin que ninguna autoridad pueda fiscalizar ese dinero.
Pero el saqueo es peor si se toma en cuenta que la nueva legislación también le permite al presidente modificar los criterios “para el ahorro”, lo que deja la totalidad del presupuesto en manos del presidente –sin control alguno–, y peor aún, significa que el jefe del Ejecutivo asumirá, en la práctica, las facultades exclusivas de la Cámara de Diputados, en materia de presupuesto.
Un ejemplo del saqueo que legalizaron los senadores de Morena es el siguiente. En días pasados, el presidente dijo, en una de sus “mañaneras”, que “gracias a la gente” se había acabado con el problema “del huachicoleo” y que, por ello, se habían ahorrado 50 mil millones de pesos.
Primero, vale decir que es mentira que se acabó con el robo de combustible. Eso lo confirmó Pemex, en su más reciente informe sobre las tomas clandestinas, cuyo robo creció en por lo menos 20%.
Segundo, como se pueda dar cuenta cualquier ciudadano con dos dedos de frente, impedir el robo de combustible no es “ahorro”. En todo caso lo que significa es que no se perdió el recurso.
Bueno, pues resulta que con la nueva Ley de Austeridad, y gracias al “chabacano” criterio “del ahorro” lopista, el presidente podrá disponer de esos 50 mil millones de pesos dizque ahorrados en Pemex, para canalizarlos a regalar dinero a cambio de votos.
Como queda claro en el ejemplo propuesto, Pemex podría sufrir un doble saqueo; el del “huachicol” y el robo ordenado por el presidente Obrador.
Y si tienen dudas de que la Ley de Austeridad en realidad legaliza el “huachicoleo” del dinero público, por parte del presidente Obrador, bastar revisar la cita textual del artículo 61 del dictamen respectivo.
Dice a la letra: “Los ahorros generados como resultado de la aplicación de dichas medidas (de austeridad) deberán destinarse, en los términos de las disposiciones generales aplicables, a los programas del ejecutor del gasto que los genere. Por cuanto hace al Poder Ejecutivo Federal, dichos ahorros se destinarán a los programas previstos en el Plan Nacional de Desarrollo o al destino que por decreto determine el titular”.
¿Cómo debemos entender el texto anterior?
Resulta elemental; se legaliza que el presidente Obrador podrá disponer de miles de millones de pesos generados a partir de lo que su gobierno determine como “políticas de austeridad”.
Es decir, que el presidente puede determinar que todo el presupuesto, o el dinero que le plazca es ahorro y, de esa manera, lo puede desviar a la compra de conciencias mediante “programas sociales”.
¿Cuántos votos puede comprar AMLO con 120 mil millones de pesos que se robará de nuestros impuestos? ¿No es mucho más que el robo del siglo?
En efecto, no es una partida secreta; ¡es una partida de madre para los mexicanos!
Al tiempo.