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Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
Los encargados de la salud alertan el rebrote de contagios por COVID en ocho estados de la República. El presidente los ningunea: “nada de rebrotes, vamos bien”, reitera. Sin embargo, el doctor López-Gatell insiste: “sí hay aceleración en contagios, casos activos y hospitalizaciones”. Es decir, si no es rebrote es repunte.
Más allá del discurso oficial y del debate sobre la diferencia entre rebrote o repunte, la realidad nos sacude. De nuevo estamos en alerta y riesgo máximo, como hace siete meses.
Chihuahua es la primera entidad en regresar al semáforo rojo; aplica restricciones drásticas… y la gente a llorar. Durango lanza un S.O.S. ante el inminente colapso de su red hospitalaria. Nuevo León es el estado con más contagios en la última semana. Aguascalientes, Coahuila, Querétaro, San Luis Potosí y Zacatecas se suman al pánico.
Necedad, ignorancia, fatiga, cualquiera que sea la razón, con el repunte de la curva epidemiológica se comienza a construir la narrativa de una segunda ola de la misma pesadilla.
Por más discursos y enredos entre los que mandan, científicos rebeldes a la cortesanía de Palacio, ajenos a etiquetas neoliberales o “cuatroteístas”, coinciden en señalar que el manejo de la pandemia ha sido deficiente. Aseguran que la estrategia del gobierno no fue la mejor pero la ejecución sí ha sido peor; errática, confusa, difusa, ideologizada, rebosante de adjetivos y carente de sustantivos.
…y el secretario de Salud advierte que todo pudo ser peor. Tiene razón, pero aún todo puede ser peor.