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Reforma en el bachillerato, un paso hacia la modernización educativa
Fue hace unos días que la Directora General, DG, de CONACYT se reunió, de manera virtual, con la Comisión de Ciencia y Tecnología, CCyT, del Senado. En esta reunión sí estuvo presente, a diferencia de aquella con la CCyT de la Cámara de Diputados.
En los temas tratados se revelaron aspectos reales del quehacer actual de CONACYT.
Sobre becas, se dio una cifra, 61,689 becas otorgadas, sólo el primer semestre de 2020. Con esa pompa.
Lo que se omitió es que el número de becas está estancado desde hace casi un lustro. Tampoco se dijo que, respecto a las becas, en esta administración se trata a los posgrados con el mismo rasero que en la administración anterior. Nada ha mejorado al respecto.
Detallo. Mientras que una o un becario mexicano en el extranjero recibe como apoyo su manutención, también recibe la institución receptora las cuotas asociadas a los estudios de posgrado.
En México, las instituciones receptoras de las y los becarios no reciben el concepto de cuotas, en un acto claramente discriminatorio.
Es discriminación porque hay trato desigual sólo por tener inscripción en el extranjero o en México.
También es discriminatorio para las instituciones.
Cada estudiante inscrito en algún programa de posgrado requiere de recursos, situación que presiona a la calidad educativa sin ingresos apropiados para dar mantenimiento a equipos y adquirir nuevos; para adquirir materiales y reactivos; para cubrir los costes de los viajes de campo y más. Situación agravada ante los recortes presupuestales.
Para paliar el asunto, algunas universidades has decidido cobrar cuotas al estudiantado; con efecto directo en el monto disponible para su manutención. La responsabilidad está en CONACYT, que no gestiona en favor de a la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, sino que se suma a una plataforma política, las líneas de discurso por CONACYT durante la comparecencia fueron obvias en este sentido, se replicó en un Tweet desde su cuenta.
Otro elemento de becas que omitió la DG del CONACYT fue decir que ante los recortes presupuestales los Centros Públicos de Investigación, CPIs, bajo su coordinación, no están en posibilidades, como ya abundó esta columna la semana pasada, de becar a estudiantes de pregrado para realizar servicio social, prácticas profesionales, tampoco tesis o tesina de grado. Con ello se rompe la cadena de captación de talentos para ingresar a posgrado.
También, se habló de los fideicomisos.
La DG del CONACYT dijo que los de la CPIs fueron excluidos, como si fuera un logro, pero se omitió decir que los recursos en esos fideicomisos dependen de los ingresos propios, mismos que han sido prácticamente nulos por tres razones: disminución de la actividad económica, disminución presupuestal pública y afectación en la operación diaria de los CPIs para realizar actividades de vinculación.
Una consecuencia directa es que esos fideicomisos no tienen recursos para ejecutar las acciones en CTI para las que fueron creados.
En la sesión, la DG de CONACYT se refirió a los esfuerzos para combatir al SARS-Cov-2. Entre la lista de acciones los ventiladores (así de ambiguo) y mas. Un par de días después se presentan, al mero estilo de la Ley de Herodes (Luis Estrada, 1999), los ventiladores mexicanos que darán origen a “una nueva industria nacional destinada a salvar vidas”.
A ver, la actividad académica en biomedicina tiene en México, por lo menos, unos decenios. Hay varias instituciones que otorgan licenciaturas en Ingeniería Biomédica, Biofísica y otras ramas afines. Esa industria existe y absorbe a quienes se gradúan de ellas.
Así, lo que no se dijo a la CCyT del Senado es que la DG del CONACYT desconoce lo que sucede en México.
Ya en los ventiladores, diré que para producirlos en masa se requiere primero pasen las pruebas de campo.
Sería irresponsable se detectaran fallas una vez que pacientes estuvieren intubados. Así, suponiendo sin conceder, que los prototipos sean funcionales, el asunto de cobertura nacional todavía va para largo.