Jugando con México
Llegamos a la Fase 3 de la enfermedad del coronavirus, lo que significa que todos somos susceptibles de infectarnos e infectar a otros de COVID-19 con las nefastas consecuencias que eso significa para todos y que exige solidaridad para enfrentar al virus.
Muchos estamos preparados para reforzar la cuarentena, pero la mayoría no tiene certidumbre para la etapa que sigue y se pregunta cuál será el paisaje después de la batalla.
La incertidumbre tiene razones porque la suspensión de actividades económicas establecida para enfrentar a la pandemia no se acompañó de una estrategia nacional de seguridad y certidumbre laboral y de conservación de negocios; al contrario, el gobierno privilegió sus obras faraónicas y más recursos para Pemex, aunque extendió ayudas concesionales a los ancianos y estudiantes, junto con apoyos de una sola vez para empresas familiares y participantes de la economía informal, con efectos más electoreros que sociales.
A contracorriente de la violencia y profundidad con que crece el enemigo sanitario, la línea de acción financiera insiste en el equilibrio fiscal y en evitar el endeudamiento, ignorante de que las valerosas acciones desarrolladas en materia monetaria son retenes para una crisis que no es local sino global.
El endeudamiento y el déficit de las finanzas públicas será irremediable y lo pagará la sociedad mexicana con el desplome de la economía, pérdida de competitividad en un entorno global insólito y con más pobreza.
Mientras en el mundo las 7 grandes potencias reconocieron que la pandemia tendría consecuencias negativas, bajaron tasas de interés para asegurar que al sistema financiero global no tuviera problemas de falta de dinero ni se limitara el comercio, y de manera individual establecieron apoyos para las micro, pequeñas y medianas empresas, además de respaldos a los trabajadores afectados por la suspensión de actividades.
Luego fue el Grupo de los 20 países en desarrollo, en donde está México. Ahí se reforzó la necesidad de extender los apoyos internos a sus plantas productivas con facilidades en las contribución para evitar el desempleo y restablecer las actividades al superarse la emergencia global, a la que se sumarían todos los organismos multilaterales.
En ese foro, nuestro país se perdió en la retórica que opacó el exhorto en favor del libre comercio. Más tarde, cuando la OPEP hizo la invitación para intentar corregir las dificultades del mercado petrolero el desconocimiento y la arrogancia mostraron que México está muy lejos de considerar a esa materia prima como puntal del desarrollo nacional.
La oportunidad en cualquier batalla, es ventaja y por donde se busque parece perdida.
Recordemos que en febrero el presidente López Obrador minimizó la magnitud de la enfermedad del COVID-19 y, parafraseando a los desplantes de Donald Trump que dispone de poder y dinero, se burló de la invasión biológica y económica para espantarla con amuletos.
Eso, sin contar que aún en la emergencia las prioridades del país no son las del gobierno, como se comprobó con la convocatoria legislativa para lanzar una Ley de Amnistía cuando la economía se hunde y los empresarios que no despidieron a nadie no tuvieron acceso al padrón anunciado por el gobierno para obtener un préstamo por 25 mil pesos.
Hay otras, pero estas expresiones reflejan el momento político de una sociedad atrapada en la obstinación y la ignorancia descontrolada de un grupo por hacer valer su fuerza.
La megalomanía y el desprecio a los demás ciudadanos, con excepción claro a los que son parte de su círculo pero que siempre lleva al límite para dar resultados limitados, son la parte más ordinaria de un poder extraordinariamente grande y popular que tiende a cegar a los políticos, porque al obsesionarse con sus objetivos no admiten lo que impone la realidad.
En esa ceguera política, en la que la crítica solamente se admite cuando es propagandística, se busca afianzar la centralidad del líder con la descalificación de los contrarios que, sistemáticamente son despreciados.
Hacia la problemática inédita que plantea la Fase 3 en México, los mexicanos queremos conocer la estrategia para lo que sigue cuando la enfermedad del coronavirus se controle y cómo se reanudarán las actividades suspendidas, porque al no haber construido un marco de certidumbre a partir de ese momento ya no tendrán cabida los señalamientos ni la culpabilidad del pasado.
Al final de esta crisis, el pasado será hoy.
@lusacevedop