Ironía
Creo que muchas veces los mitos que fueron en algún momento utilizados a través de las generaciones para dar lecciones de padres a hijos, de abuelos a nietos, dejaron atrás su valor didáctico a cambio de interpretaciones simbólicas posteriores, estas trascendieron las generaciones y se fueron más allá de la época en que fueron concebidas y en las que fueron modificadas. Durante el renacimiento el filósofo Erasmo de Róterdam al traducir del griego al latín el mito de Pandora, implicó que esta mujer, que originalmente había sido creada por los dioses como un castigo para los desobedientes hombres, destapó una caja que contenía todos los males y solamente un bien, la esperanza, la que quedó encerrada precisamente en dicha caja. Desde ahí comienza mal el sentido que se le confirió en el renacimiento a este mito clásico de miles de años atrás. Puesto que en la traducción el señor Erasmo de Róterdam le llamó una caja a lo que en realidad era una ánfora o vasija. Y de igual manera según el mito, la primera mujer, Pandora, era la verdadera portadora de los males como la seducción, la mentira y el engaño, desde su concepción, aunque de todos modos abrió la caja o ánfora mencionada. Terrible fábula misógina, coincidiras conmigo estimado lector.
El romanticismo que se le aplicó a esta interpretada fábula nos ha dejado fuera muchos elementos, pero que no son tan importantes para lo que vamos a comentar. Sólo que precisamente el Consorcio Internacional de Periodistas Investigadores, cuyas siglas en inglés se leen ICIJ, bautizaron en su última investigación como los papeles de Pandora (Pandora Papers) a una serie de documentos que al igual que las ediciones anteriores, Panamá Paper y Paradise Paper, pretenden dar a entender con sus títulos lo que conlleva en general su investigación. Lo de que empiecen con P solo me imagino que es para formar una marca.
En el caso de los papeles de Panamá se trataba de demostrar cómo se estaban utilizando gravemente aquellas entidades fiscales que permitían evadir y lavar el dinero sin pagar impuestos en su propio país. Uno de estos lugares con beneficios palpables para los evasores era precisamente la República de Panamá.
En la segunda entrega los papeles del paraíso o Paradise Papers se destaca principalmente otros lugares conocidos como paraísos fiscales que no siempre eran pequeñas islas sin producción alguna y que tenían bastantes facilidades para que los ricos pudieran invertir y esconder su dinero, también lugares en Europa y Estados de la Unión Americana.
En el caso de esta tercer Emisión, los Pandora Paper, los periodistas creyeron que iban a desatar un verdadero desorden y caos al hablar de esta nueva investigación donde se evidencian dos cosas principales, que los ricos se siguen haciendo ricos a través de las leyes, que los humanos de diferentes naciones no han podido crear leyes con el suficiente alcance para abarcar todas las posibilidades que el mundo moderno trae para quienes detentan cantidades exorbitantes, y que pueden pagar abogados que buscan como sabuesos lagunas legales que permitan hacer este tipo de negociaciones sin romper una sola ley de las existentes.
Si los ricos prefieren pagar menos impuestos y la ley lo permite esto significa asombrosamente que no hay en realidad esta andanada de monstruosas revelaciones imaginadas por el ICIJ que el título de Pandora Papers debería significar para nosotros. Está lejos de un escándalo y por tanto no tiene el impacto que hubiera significado en las dos entregas anteriores, y que aún se siguen cuestionando.
De hecho esta nueva entrega ha confirmado que las acciones tomadas posteriormente a las revelaciones de Panamá y Paradise para crear leyes y aplicarlas han resultado en una cantidad mucho menor de ilícitos, corrupción y evasión, optándose por las versiones más legales y más limpias de emprendimientos y negociaciones para los más pudientes. Este monero podría parecer abogado del diablo, indicando que en realidad no se podría esperar menos de quienes tienen tanta riqueza acumulada, que busquen cómo proteger, aumentar y pagar menos impuestos de sus fortunas sin romper la ley.
Esta enorme investigación si pone en serios cuestionamientos a quienes se supone que no debería de incluir esta lista, como poderosos políticos de naciones supuestamente pobres o sin la riqueza propia del capitalismo, o empresarios, entretenedores, deportistas, o cualquiera que se haya dejado guiar por los grandes gurús de las finanzas de alto nivel. Pero hasta dónde va la revisión solo puede señalarse con cierto mohín que hay falta de ética y nacionalismo aplicado a cada personaje señalado en la investigación de los Pandora Papers. Pero para mala fortuna del morbo, esta entrega resulta prácticamente aburrida si se descuenta que solo informarnos que los que ya conocíamos como ricos, efectivamente son ricos.
De ahí que como si hubieran revivido a Erasmo de Rotterdam, el mito vuelve a ser malogrado en su comparación, puesto que no se desataron todos los males al abrir esta caja o ánfora o investigación, como se pretendía, y por ello queda como una anécdota incómoda hasta que se demuestre lo contrario. Resulta tan poco trascendente esta edición de la investigación del ICIJ, que la triunfal carrera de nuestras queridas Fernanda, Isabel y Mayte, las Pandoras, uno de los grupos musicales Femeninos más conocidos de los ochentas y noventas parece que nunca llegarán a estar al mismo nivel mediático. Aunque en la realidad actual de este grupo de féminas, tan respetable pero pasado de moda, pueda provocar el mismo bostezo que para muchos significa esta nueva entrega llamada los papeles de Pandora.