
El uso del pasado
● En una intensa labor de cabildeo, Mario Delgado hace acuerdos para que no pase nada el 1 de diciembre. De lo ocurrido 12 años atrás, Navarrete narra: “Estuvimos cerca de una catástrofe en San Lázaro, diputados del PRD (ahora en Morena) habían introducido “bombas lacrimógenas” para impedir la ceremonia.
Hugo Páez
“Yo lo que quiero es que no haya normalidad mañana, que no sea un acto normal, porque no hay normalidad en el país”, dijo Andrés Manuel López Obrador a los legisladores del PRD un día antes de la toma de protesta de Felipe Calderón Hinojosa como presidente de la República en el Congreso de la Unión.
El pasaje lo narra el entonces senador Carlos Navarrete Ruiz, posterior presidente de la Cámara Alta (2009-2010) y presidente del PRD (2014-2015) en su libro ‘De frente’.
En esos días, la efervescencia de legisladores del PRD llegó a extremos de proponer locuras para evitar la toma de posesión del segundo presidente panista.
Afirma Navarrete: “estuvimos cerca de una catástrofe en San Lázaro, que afortunadamente pudimos evitar… diputados federales del Partido de la Revolución Democrática (ahora en Morena) habían introducido “bombas lacrimógenas” para impedir la ceremonia”.
Ahora el coordinador parlamentario de Morena Mario Delgado Carrillo hace lo imposible por evitar cualquier anomalía el 1 de diciembre, donde Enrique Peña Nieto entregará la banda presidencial al presidente de la Cámara Porfirio Muñoz Ledo, y este a López Obrador.
Delgado se dice un poco inquieto por la actitud que tomarían los grupos del PAN de Juan Carlos Romero Hicks y Rafael Moreno Valle, pero nada más allá de una protesta pacífica, sobre todo por la presencia del presidente de Venezuela Nicolás Maduro.
Sin embargo, por decisiones precipitadas, el presidente electo llega como ningún otro con tensión acumulada en el periodo de transición.
A una semana de la jura en San Lázaro, trece gobernadores de oposición se inconformaron públicamente por sus políticas violatorias de la autonomía territorial, por la militarización permanente y centralizada de la federación en la lucha contra la delincuencia, y por los delegados federales apostados en los estados, con atribuciones y operación de recursos que violan las constituciones estatales, además de ser una clara estrategia electoral.
La acumulación de negativos es interminable: la cancelación del Nuevo Aeropuerto en Texcoco en base a una consulta de burla; la caída de la Bolsa por la amenaza de una política regulatoria de bancos, tratada con gran torpeza; la nebulosa Guardia Nacional militarizada; el desmantelamiento del Ejército y la Marina; el perdón anticipado del presidente electo a funcionarios salientes, algunos acusados seriamente de corrupción, inclusive el retorno de la maestra Elba Esther Gordillo quién recibió la indulgencia de Andrés Manuel y está a un paso de retomar el liderazgo del Sindicato de Maestros (SNTE).
Pero la posición más perturbadora para sus 30 millones de electores es el perdón a los corruptos. Andrés Manuel metió en malabarismos desgastantes a los nuevos apologistas del próximo régimen, para tratar de explicar lo inexplicable.
Uno por ahí sugirió que en caso de amenazar con llevar a la justicia a Carlos Salinas de Gortari, la vida del presidente electo correría peligro, por lo tanto, la mejor opción era la reconciliación ¡alucinante..!
No obstante, esta renuncia a la aplicación de la justicia provocó reacciones en múltiples sectores, y hasta en sus propios legisladores.
El coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal Ávila, declaró enfático que el proceso a corruptos debe seguir: “No puede haber excepciones en la aplicación de la ley cuando se cometen delitos, sin importar que sean ex Presidentes, nadie se escapa al cumplimiento de la ley.
No es cacería de brujas, no es persecución política contra los adversarios, es simplemente aplicación de la ley”.
De nuevo López Obrador recurrió a la consulta como un As sacado de último momento, para prometer una versión forzada de la aplicación de la ley: iniciaría con los ex presidentes Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto.
La consulta popular es el oráculo de la Cuarta Transformación, una modalidad de ‘oclocracia’ -concepto documentado por el historiador griego Polibio como el gobierno de la muchedumbre- una especie de degeneración de la democracia con altas dosis de demagogia, cuyo objetivo es desviar al pueblo el compromiso del gobernante en la toma de decisiones.
Pero el frenesí de la transición sorprende día a día, la última es que se marcó fecha de arranque de los trabajos del Tren Maya y del Tren del Istmo, sin conocer el resultado de la consulta de este sábado y domingo. Así México en el País de las Maravillas.
De igual forma, las reacciones a la creación de la Guardia Nacional militarizada lo obligaron a anunciar oootra consulta, ya que en un video mensaje, el Secretario General de Amnistía Internacional, Kumi Naidoo, ‘invitó’ a López Obrador a cambiar la historia y no tomar el mismo camino que sus predecesores, y arriesgarse a cometer los mismos errores (video https://goo.gl/ydcnDS).
Pero todavía falta una semana de transición, no dé por terminada la tragicomedia que en cinco meses tiene dividido al país.
Pero a diferencia de hace 12 años en el día antes de la jura de Calderpon como presidente, y para tranquilidad de todos, los personajes que en su momento fueron parte de la ‘fatwa’ ordenada por López Obrador: “Que no haya normalidad mañana”, son los más interesados en que ahora NO se cumpla esa anormalidad.
SUSCRIPCIÓN A CORREO: http://ow.ly/S7Ho30igRJ7
portal http://hugopaez.com/ twitter: @HugoPaezOficial
facebook: https://www.facebook.com/hugopaezopinion