
El uso del pasado
Luego de 22 años de letanía, 18 en campaña y 4 de gobierno, resulta que el neoliberalismo, en cualquiera de sus versiones, no es tan malo; el problema es la corrupción.
La administración actual no resolverá el tema de corrupción, pero ha destruido estructuras que medianamente eran funcionales, otras las ha erosionado en niveles graves, las que no ha tocado quedan de pie, aunque invernando.
Un ejemplo claro está en CONACYT, dónde, como en seguridad pública, la recuperación a la condición previa al 2018 tardará decenios; aquí se reitera que nuestra brecha con el mundo crecerá dado que en otras latitudes no nos esperarán, seguirán adelante en avances de Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, nosotros estaremos, en el mejor de los casos, bajo reconstrucción.
Extinguieron los fideicomisos que permitían la continuidad en programas y compromisos científicos, devastaron la estructura de evaluación de proyectos y su continuidad, han erosionado al Sistema Nacional de Investigadores, tanto con modificaciones disparatadas en la reglamentación como con establecimiento de precedentes graves en nombramientos -están el caso Gertz Manero y el emeritazgo de progenitora del CONACYT mismo-, se han inducido graves retrasos en evaluaciones y ministraciones de proyectos y el SNI, han debilitado la estructura, ya vulnerable, de los centros públicos de investigación, hay desgajamiento de programas de posgrado y un larguísimo etcétera.
Es un desastre al que se suma pérdida de confianza incluso por solicitantes de becas, nunca se había registrado números tan bajos en solicitudes de aceptación a programas de posgrado.
Ni hablar de promoción de una cadena de valor para el conocimiento y su aplicación; no lo entienden.
Esta columna ha postulado que un modelo progresista en CTI incluye la combinación del estímulo e inversión pública en la generación y aplicación del conocimiento con la inserción del capital privado en un entorno de ecosistema científico.
Es decir, el capital público impulsa la generación de conocimiento en todas las áreas del saber de la humanidad, todas.
Mientras, a la par, promueve y estimula que el capital privado existente tenga condiciones para una cadena de valor al conocimiento, con los réditos correspondientes al riesgo de la inversión, tanto como que se promueva la participación de profesionales de la CTI en la penetración del mercado del conocimiento desarrollado y materializado en tecnología, con innovación, pues.
Esta es la versión breve del postulado, impulsada con actos, incluso, en tiempo de ocupar espacios en la toma de decisiones y con vínculos concretos para desarrollar más de una veintena de proyectos tecnológicos en un marco institucional.
En cuanto a corrupción, CONACYT sólo ha fabricado señalamientos contra un puñado de personas con actividades en CTI, sobre los cuales la autoridad judicial ha resuelto, para el caso del Foro, que las transferencias son legales, dotando de legitimidad al asunto.
Por el contrario, las faltas de la administración actuales son graves, desacato a la entrega de expedientes solicitados mediante el portal de transparencia en el caso CIDE, el mencionado emeritazgo en el SNI a familiares de la titular del CONACYT; las credenciales son dudosas, pero, aunque mereciera el emeritazgo, es una falta punible, debieron esperar para evitar, al menos, el conflicto de intereses.
Un asunto, que no es menor, es la componente política de cómo adaptará la dirección de CONACYT su discurso radicalizado, cargado de denostaciones a lo que llama Ciencia Occidental, repleto de financiamiento a proyectos sin evaluaciones por pares y al contentillo.
No sólo ha provocado la pérdida en la intención de voto en la porción de profesionales de la CTI que depositaron su confianza en las promesas electoreras, también ha inducido desesperanza social materializada como promesas inconclusas en respiradores y vacuna antiCOVID además ha sembrado dudas por tráfico de influencia entre la FGR y CONACYT, y mas.
¿Repondrán su discurso?