Ironía
En palabras de Luis Carlos Ugalde, “con paciencia monacal”, las Cámaras Empresariales han propuesto, insistido y persistido en la necesidad de un Gran Pacto Nacional de todos los sectores que intervienen en la vida económica del país.
Porque después de la crisis de salud, que más tarde que pronto llegará a su fin, nos quedará la devastación de la situación económica del país.
Sí, las consecuencias trágicas por tratarse de vidas humanas, el saldo de la pandemia dejará miles de mexicanos fallecidos. ¿Cuántos? Nadie lo puede predecir, esa pérdida es dolorosa, irreparable.
Sin embargo quedará la muerte lenta de cientos de miles de familias que no contarán con el sustento para sobrevivir, la agonía de millones de ciudadanos que no encontrarán la manera lícita de llevar el pan a casa.
La respuesta del Ejecutivo pasó del desoírlos al desdén. De ignorarlos a vilipendiarlos. Migró de la cerrazón a la humillación.
Desde no me gusta su “modito”, a de plano: “Si quiebran, es su responsabilidad”.
Afirmó el Presidente, “No vamos a rescatar a los potentados”, en respuesta al Documento presentado por el Sector Empresarial:
PROPUESTAS PARA EL ACUERDO NACIONAL, 68 IDEAS PARA MEXICO.
El Documento se sintetiza en tres grandes vertientes:
crecimiento incluyente y el desarrollo social.
Es inconcebible cómo un Jefe de Estado, porque legalmente lo es, aunque sus actos digan lo contrario, no sólo no está dispuesto a convocar a todos los actores económicos del país, a los responsables de la generación de empleo, a los sindicatos, a los académicos, a los sectores sociales, a los partidos políticos, a los legisladores a un Gran Diálogo Nacional, sino que maltrata las propuestas que no surgen de su propia y unilateral visión.
Al parecer en este nuestro México actual, nada que no emane de su concepción política tiene fundamento; ni siquiera es digno de discutirse, de debatirse, de estudiarse.
No, en sus palabras textuales: “Es el Estado, el Gobierno Federal el que establecerá las políticas a seguir”.
El Presidente no dialoga, monologa. Solo él tiene la verdad. No admite ni siquiera para la consideración la propuesta, la visión, la opinión de los Sectores responsables del soporte económico de la Nación.
Al parecer y cito una vez más a Luis Carlos Ugalde, orilla a pensar que el Gran Acuerdo Nacional deberá construirse sin él, sin lo que él representa. Pese al costo y a las limitaciones implícitas, el Acuerdo tiene que construirse con él, sin él o a pesar de él.
A la propuesta, al clamor de las voces de millones de mexicanos que se quedan sin empleo, que cierran sus pequeños negocios, la florería, el zapatero, la tintorería, la miscelánea de la esquina, la fonda, la pequeña empresa, esos POTENTADOS QUE NO QUIERE RESCATAR, la respuesta fue muy clara y lapidaria:
“QUE LOS ATIENDA MI SECRETARIA”.